Poesía digital. Oreto Doménech i Masià

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Poesía digital - Oreto Doménech i Masià


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estudis literaris i tecnologies digitals65 reúne un magnífico repositorio de obras literarias digitales (más de 700) y de artículos teóricos relacionados (más de 350) junto con ejemplos didácticos sobre literatura digital y enseñanza de la literatura con recursos digitales, organizados por orden alfabético, según el autor y el género y los trabajos de los estudiantes del Màster en Literatura en l’Era Digital66 (obras literarias digitales, materiales digitales para la enseñanza de la literatura, análisis e investigación sobre literatura digital y literatura transmedia y comparada), los únicos estudios postgraduales que ahora mismo ofrecen formación específica en literatura digital en el Estado español.

      En lo que se refiere al campo específico de la poesía digital, ya hay mucho escrito para poder trabajar en una cronología exhaustiva que contenga los datos y las fechas fundamentales relacionadas con estos textos. Diversos artículos y autores recogen momentos en la evolución de la poesía digital que valdría la pena recopilar en un único eje cronológico, como por ejemplo French e-poetry. A short/long story, de Patrick-Henri Burgaud67; Leonardo Bibliography Project68, una selección de bibliografía compilada por Eduardo Kac; The Electronic Labyrinth69 de Christopher Keep, Tim McLaughlin y Robin Parmar y A Subjective Chronology of Cybertext, Hypertext, and Electronic Writing70 de Stuart Moulthrop.

      Es importante destacar el valor que tiene que instituciones como la MLA (Modern Language Association71) hayan dedicado exposiciones a la literatura digital. En la convención de 2012, se ha podido ver la exposición “Avenues of Access: An Exhibit & Online Archive of New ‘Born Digital’ Literature72” donde se ha mostrado una panorámica de la literatura digital con obras desde los inicios hasta los últimos trabajos para dispositivos móviles inteligentes. Es muy significativo que en esta exhibición y archivo virtual se hayan organizado las obras según los soportes en los que se pueden leer, además de clasificarlas por géneros y por los temas que tratan. Así, la exposición distingue entre obras para ser leídas mediante el ordenador, obras que requieren performance además del soporte digital y obras para ser leídas a través de dispositivos móviles y con geolocalización (desktop, performance & Mobile-geolocative). Dene Grigar, Kathi Inman Berens y Lori Emerson justifican esta clasificación y también la elección que hacen como antologadoras y cuidadoras aduciendo la voluntad y la necesidad de conectar con un público lector muy joven que ya está plenamente inmerso en estas textualidades.

      Este último ejemplo da cuenta de cómo está de viva la literatura digital. La comunidad de creadores y estudiosos de estas nuevas textualidades ven en sus potencialidades muchas posibilidades para acercar la literatura a la sociedad. La voluntad didáctica y divulgativa es una característica específica y muy particular de aquellos organismos, grupos de investigación y editoriales dedicadas a la literatura digital, por una parte, porque el objeto de estudio y las plataformas de divulgación se situan en la red y en abierto y, por la otra, porque siendo todavía un campo de estudio emergente, la comunidad académica con quien la literatura digital se vincula está formada principalmente por muchos investigadores e investigadoras jóvenes animados a compartir y a dar a conocer todo lo relacionado con este campo.

      En el contexto de la literatura digital que hemos querido dibujar, nos movemos en un terreno marginal, fronterizo, que fluye entre la imagen, la palabra, el sonido y el movimiento. Pero como dijo Josep Pla: “la frontera no és un límit: és una gran finestra oberta73”.

      La poesía se adapta a la actualidad más reciente: en la época de la web 2.0 y de las redes sociales la poesía es un género bien vivo y compartido. El texto poético como fenómeno cultural forma parte de un acto de comunicación que podemos ir resiguiendo a lo largo de la historia de la literatura y en el cual algunos componentes, como el emisor, el receptor y el canal, han ido variando a lo largo del tiempo. El poema, como protagonista de un acto comunicativo que se establece entre un emisor (el poeta o los poetas), un receptor (el lector o el público) y un canal que lo vehicula, se ha ido acoplando a las diferentes épocas que ha atravesado y los canales mediante los cuales se ha transmitido han sido variados: oral, escrito-musical, escrito, visual, etc. Singularmente, sin embargo, lo que equivaldría en otros ejemplos textuales al ruido (si seguimos con la analogía del acto comunicativo), en lo que se refiere a la lectura especial que pide el texto poético, podría, incluso, formar parte del mensaje de la poesía moderna: la sintaxis rota, la disposición del texto y los espacios, los cambios de ritmo... Joan Margarit, en Noves cartes a un jove poeta, lo expresa así, mientras compara la poesía con la música:

      La comparació de la poesia amb la música revela molts punts de contacte entre totes dues —i això facilita encara més la utilització del símil musical per entendre millor el que és la poesia—. Per exemple, en el poema importa la dissonància, allò que espera ser resolt més endavant. És com una allusió que es deixa que interpreti el lector. Un poema és una sèrie d’efectes dinàmics que convergeixen cap a un lloc de repòs, perquè en un poema també hi ha centres cap als quals han de convergir els significats. La melodia serien les parts del poema que indueixen el lector a percebre una certa intensitat, i és el més difícil d’ensenyar a compondre si no es té un do innat per ser compositor o poeta.

      La persona que llegeix un poema l’interpreta amb un instrument tan afinat que ningú no el pot manejar millor que ella mateixa i, per servir-se’n, no li cal més preparació que la pròpia necessitat i decisió de fer-ho. És un instrument que qualsevol vida ha obligat a dominar a qui l’ha viscuda. No es pot dir de ningú, ni en condicions de misèria cultural extrema, que en una determinada circumstància no seria capaç de treure partit d’un bon poema. Les històries de temps difícils: guerres, revolucions —penso en els gulags russos— en donen abundant testimoni74.

      Sin lugar a dudas, la lectura especial del texto poético, la audición y la performance ligadas a la poesía, la disposición del texto, la forma como parte significativa del texto son características que hacen que el poema se encuentre especialmente cómodo en el entorno digital. Y eso supone, en cierta manera, admitir que el soporte en el cual lo encontramos es, en parte, ajeno al poema, y por consiguiente, a la obra literaria en aspectos esenciales lo cual abre una reflexión muy adecuada sobre la relación entre la literatura y el soporte en el cual esta se vehicula. Y si el soporte es digital, el poema nos llega con la posibilidad de incorporarle movimiento, imagen y sonido y, por tanto, pide una lectura, como mínimo, más compleja.

      Estas “nuevas” posibilidades de lectura y de escritura abren perspectivas apasionantes sobre la literatura en general y sobre la poesía en particular y, por eso mismo, las valoraciones que se generan alrededor del contacto entre poesía y digitalidad son, también, apasionadas.

      Carles Riba, el gran poeta en lengua catalana, con humildad extrema y lucidez preclara se situaba en una disposición especial frente a las obras que algunas editoriales le encargaban que comentase. En el prefacio de la selección de ensayos Per comprendre (1927-1935)75, el poeta se posicionaba como crítico literario de esta manera: “Ara, qui pensi que dir que és una obra, més que no pas que val, és la finalitat de la crítica, i potser l’única cosa no del tot relativa que es pugui aspirar a fer en crítica, podrá qualificar de crítics aquests assaigs”.

      Riba, entonces, se enfrentaba a la lectura de poetas catalanes y con estos breves ensayos realizaba un intento por descubrir (“en aquest meu, ho diré coratjosament, el que hi ha de segur és l’esfor? que he esmer?at per comprendre”) qué tenían estos poetas de valioso en ellos que fuera aprovechable para la cultura catalana: “Comprendre l’ánima del meu país en tota la desconcertant violencia de la seva Renaixen?a”. En consecuencia, el lector se comprendía a sí mismo como autor: “provant així de comprendre’m una mica a mi mateix, assajant en l’apregonament de l’obra d’altri, en el xoc o en l’acord amb l‘obra d’altri”. Riba pone en valor como crítico, sin lugar a dudas, la curiosidad y el esfuerzo del lector y la empatía y el enriquecimiento que la lectura nos proporciona siempre traspasando el juicio de la obra en sí.

      Este estudio es una aproximación apasionada, que quiere ser


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