Per la reixeta. Albert Toldrà i Vilardell

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Per la reixeta - Albert Toldrà i Vilardell


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els inquisidors reben encara una denúncia contra ell de Vicenta Tamarit, a la qual fra Salvador demanava en confessió, sis anys abans, «si su marido tenía las partes largas y si eran muy gordas, y si quando usaba del santo matrimonio se las metía todas dentro, él todo lo querría meter, y asta dónde llegaba con ellas». El monjo també li deia: «Si io viera tus partes, y tu las mías, no me causaría ninguna novedad, porque no eran para mí [...] he pensado estando en la celda, ¿esta chica cómo tendrá las partes?». En estar la dona malalta, fra Salvador la visita per confessar-la, i després al confessionari, li diu: «Para los pechos que tienes, los pezones tienes muy gordos». També li demana

      si quando su marido se llegava a ella, si le ponía los dedos en sus partes; [...] si en sus partes tenía pelo, y también que quando bajase lo que acostumbra a las mugeres y se pegase la sangre al pelo, que se lo cortase, porque le dijo, las monjas así lo hazen; [...] si las partes de su marido eran como el puño, o si se podían albarcar con la mano; [...] que quando le picase en las partes, que se rascase por encima la ropa, que sería alguna pulga, y si criava piojos en las partes.21

      Antònia Albert, fadrina de Picassent, denuncia l’any 1781 fra Agustí Soriano, que li demana en la confessió

      si havía tenido conversación con otras tocante a sus partes vergonzosas, si se havía tocado, si se havía metido los dedos, si se havía cortado el vello o los pelos, si los havía cortado y los havía medido con otros de otra alguna, [...] si havía visto alguna vez las partes vergonzosas de algún hombre, y respondiendo que sí, la repreguntó el confesor si eran tan gordas como la muñeca, que qué pensamiento avía tenido la penitente, que si le havía venido algún derramamiento, que cómo era, diciendo la que denuncia que como mocos, prosiguió el confesor explicándola que ay dos especies de derramamiento, que uno es pecado, y es quando se derrama aquella materia de que se hazen niños, que quando se derrama otra cosa, que no es pecado, que antes bien es saludable, [...] que era presiso saberse qué es lo que se derramava, y turbada la penitente diciendo que ella no lo sabía discernir, la replicó el confesor que era preciso que él lo havía de ver, y él lo discerniría, y escusándose la penitente por rubor y que en su casa no podía ser, la dixo que saliese fuera, y que si allí le venía que él lo vería y discerniría bien los materiales.22

      Caldrà potser explicar ací que, segons creu el paradigma mèdic galènic, el flux vaginal és un semen femení, necessari per a la concepció.

      Fra Francesc Albero és denunciat per carta el 1791 per Clara Ripoll, d’Alcoi: el monjo li declara insistentment

      un amor ciego, diciéndome que se moría por mí, [...] me daría tantos besos, me haría tantas caricias, y por fin que si yo me dexaba gozar y le daba ese gusto, me prometía todo quanto yo quisiese, dineros, vestidos, alhajas, regalos y quanto yo desease, y todo quanto un hombre enamorado y ciego suele decir a una muger para inclinarla a su gusto.

      L’any següent fra Francesc fa una espontània: confessa com, deu anys enrere, en demanar-li una penitent

      si pecava permitiendo a su marido el uso del Matrimonio en cierto modo no regular y contra el fin del matrimonio, atendida su rusticidad y modo de explicarse, le respondí con los mismos términos y palabras de ella, diciéndole le dijese a su marido: Si vols fer-m’ho del modo natural i sense perill de pecar, fes-ho. Pero que de otra manera que fuese pecado que no lo permitiese.

      També com, fa un parell d’anys, una altra penitent, en confessar-se, «diciéndome que dormía con otra de su sexo, la dije que naturalmente habrían hecho cosas feas, y que se habrían dicho una a otra: Que cosa tan gran que tens». Confessa encara com en demanar-li una dona «si tener gusto en el Matrimonio era pecado, la respondí que no, que antes si procurava no tener gusto, pecaría por impedir la generación, que era uno de los fines del Matrimonio, y así quando usase del Matrimonio, hisiese lo que pudiese».

      Tot seguit, fra Francesc fa una altra espontània: ara s’inculpa que, a una «doncella rústica, que se confesó de varios tocamientos con otro, [...] la pregunté si le havía puesto las manos dentro, y quantas vezes, [...] si su cómplice se havía puesto encima y si le havía puesto alguna cosa». I afegeix un altre episodi, amb una altra «doncella rústica», la qual,

      accusándose con su modo rústico que li gu avia fet a un home, le pregunté si havía avido derramamiento en el hombre y si ella havía cooperado a él, y para conocer si en ella havía avido polución, le pregunté con los mismos términos de ella, si el hombre li gu avia fet a ella, y si ella misma s’o avia fet, y si gu avia fet en atres del seu sexo, y para conocer si havía tenido fornicación, la pregunté si el hombre havía usado de ella, y no entendiéndolo en estos términos, le pregunté si el hombre havía juntado sus partes con las de ella, y si las avía entrado dentro.

      Encara el mateix any, el frare fa una tercera espontània. Hi reconeix, com havia explicat a la novençana Antònia Peidró, d’Alcoi, els pecats del matrimoni: «que si por su culpa derramaba fuera pecaba mortalmente, i que los tocamientos tenidos con su marido por gusto i sin ánimo del uso del matrimonio, i con peligro de polución eran pecado». També havia demanat a una tal Santonja, d’Alcoi, «si havía tenido tocamientos consigo misma, i si se havía puesto la mano dentro de sus partes», i de manera similar a una «viuda rústica» d’Alcoi, «si algún hombre la havía tocado, i si le havía puesto la mano dentro».23

      Una variant particular és la dels excessos verbals de fra Joan Salvador, franciscà, que, en realitat, més que demanar a la dona, monja, sobre els seus pecats, s’adelita explicant-li la mecànica de la sexualitat i les temptacions que ell pateix. El denuncia sor Maria de Sant Pere d’Alcàntara, monja franciscana del convent de Nostra Senyora dels Àngels de Russafa, l’any 1714.

      Fra Joan li havia contat en confessió que

      havía soñado que llegava a una muger, que tuvo entonces polución, y tenía sus partes alteradas. [...] La explicó cómo se hacía la generación humana, diciendo que en ella el hombre se junta con la muger y que las partes del hombre entran en las de la muger, y que el hombre allí derrama una materia de la qual se forma la criatura, y que muchos no tienen hijos por no tener bastante de ella, y algunas mugeres porque suelen ser frías, y que los que llegan por atrás, aunque se deleytan más, no engendran hijos, y que quando el hombe es necio se pone debaxo y la muger encima, y que quando está preñada se suele poner arrodillado, o sentado, y que él también tenía alguna vez poluciones pensando en algunas mugeres, y que él, siendo estudiante, avía llegado, o juntádose con otro, y que las mugeres también podían, como los hombres, tener poluciones consigo solas, y que las que él tenía eran refregando o meneando sus partes, y que las mugeres las podían tener refregando las suyas, o metiendo los dedos o alguna otra cosa dentro de ellas, y le explicó el modo o forma como son las partes deshonestas del hombre; si bien no la solicitó formalmente [...] la dexó con gran confusión y no menor horror, por no aver oído jamás, ni concebido hasta entonces especies tan obscenas en toda su vida.24

      La confessió, d’altra banda, és una ocasió magnífica per intercanviar discretament cartes i bitllets amorosos, en especial amb les monges; malgrat que siguen escrits i llegits fora de la confessió, aquests fets constitueixen sol·licitació. En el cas que acabem de veure, a banda dels seus discursos d’«educació sexual», fra Joan Salvador es dedica també a encalçar sor Maria amb cartetes; tot i haver cessat com a confessor interí del convent, encara per vuit mesos li les envia, a raó d’una o dues per setmana,

      las quales recibía la Declarante sin registro, como cartas de Padre espiritual, mas luego las quemava para librarse de el peligro de que por alguna contingencia se lehessen, y por esso no puede exhibir ninguna; no puede la declarante individuar formalmente el contenido de ellas, sí que por lo regular las tentaciones que la comunicava eran de torpeza.25

      La caritat a dones necessitades, tant si es tracta de menjar com d’almoines en diners, és una pràctica que, des del prisma de la sol·licitació, és propera a l’abús de situacions desesperades o de la prostitució. Fra N. Sancho,26 franciscà, és denunciat el 1778 per Francesca Palés, vídua amb dues filletes que sol demanar-li almoina al convent de la Corona de València; la cita al convent de monges de


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