Luz Nocturna. Amy Blankenship

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Luz Nocturna - Amy Blankenship


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broma no fue bien recibida, agarró una silla y la giró, dándose cuenta de que el pobre hombre se estremeció ante el rápido movimiento. Se abstuvo de rodar los ojos y se sentó a horcajadas sobre la silla, apoyando los brazos en el respaldar. “¿No cuenta que soy parte de la razón por la que todavía está vivo? Si no lo hubiera sacado del camino, ya no estaría del lado de los ángeles”.

      â€œÂ¿Cómo...?” el sacerdote de repente se veía más viejo mientras caminaba detrás de su escritorio y se sentaba de golpe. “Cuando desperté, bajé y encontré a desconocidos limpiando. El desastre... Me quedé escondido. Fueron tan rápidos y silenciosos. ¿Tú podrías hacer todo eso?”

      â€œÂ¿Me creería si le dijera que teníamos un ángel de nuestro lado?” Cuando el hombre levantó su barbilla y le dirigió una dura mirada, Steven continuó: “Mi amigo y yo estamos aquí para asegurarnos de que la iglesia está limpia todavía”.

      â€œÂ¿Crees que hay más?”, El sacerdote se frotó la cara.

      â€œSé que hay más. La pregunta es, ¿están aquí?” Steven se levantó sabiendo que había dejado a Nick solo por demasiado tiempo ya. Su amigo era conocido por ser temerario y eso lo ponía nervioso. “No queremos repetir el mismo suceso de la otra noche”.

      El sacerdote lo miró detenidamente, como si buscara una mentira. Finalmente, el hombre mayor suspiró y asintió con la cabeza. “De acuerdo, por alguna razón te creo. A veces Dios trabaja de maneras misteriosas. Haz lo que tengas que hacer”.

      â€œEsperemos que esta vez no encontremos ningún... demonio y usted puede permanecer despierto si promete quedarse aquí”. De repente recordó lo que el sacerdote dijo cuando él abrió la puerta. “¿Espera a alguien?”

      â€œSí, se suponía que ella debía venir la otra noche, pero...” él sacudió el pulgar hacia el armario. “Llamó hace una hora diciendo que ya venía de camino”.

      Steven sintió que su pulso saltaba. “Había una chica aquí la otra noche y tengo que hablar con ella... cabello rubio, hermosa. ¿La conoce?”

      â€œÂ¿Jewel?” Preguntó el sacerdote. “Claro, estamos en los preparativos del matrimonio.”

      â€œÂ¿Qué?” Steven dijo un poquito alto y luego preguntó, “¿Desde cuándo los viejos sacerdotes se casan con chicas jóvenes?”

      â€œDe verdad que eres brillante”, el sacerdote sacudió su cabeza y luego dijo con determinación: “No es su matrimonio conmigo... y no es de tu incumbencia de todos modos. Deja a esa niña sola. Tiene suficientes problemas con los monstruos que ya conoce. No la arrastres a una batalla de demonios”.

      Steven frunció el ceño ya que no le gustó cómo sonaba todo eso. Apostaría dinero que el sacerdote había estado a punto de decir los mafiosos en lugar de monstruos. No le importaba ninguno de los dos, ya que tenía que lidiar con su propia cuota de mafiosos. Les gustaba ir a pasar el rato en Night Light porque era uno de los clubes más famosos de la ciudad. Te ayuda a relajarte cuando sabes que la clientela de clase baja no puede darse el lujo de pasar las puertas.

      Había estado corriéndolos lentamente por años y siempre que había un problema, algo surgía y se alejaban o desaparecían por completo. La mafia irlandesa, la mafia italiana, la mafia rusa, los miembros del IRA, ex-KGB, Yakuza, e incluso según rumores hasta los legendarios Illuminati... A Steven le importaba un comino. Para él todos estaban cortados con la misma tijera. Pero a veces no hacía ningún daño tener a unos cuantos de tu lado.

      â€œLlámela y dígale que no venga aquí esta noche”. Acercó el teléfono hacia el anciano y cruzó los brazos esperando para asegurarse de que el sacerdote hiciera lo que le había pedido.

      El anciano titubeó. Si llamaba a su casa y su padre contestaba, Jewel estaría en grandes problemas y posiblemente terminaría boca abajo en un callejón en alguna parte. Y probablemente el que él fuera sacerdote, tampoco tendría ningún efecto para que él se salvara. “Ella no va a venir”, dijo con titubeo, luego repitió con más firmeza mientras miraba el reloj en la pared. “Si lo hubiera hecho, ella ya estaría aquí”.

      Steven sintió una mezcla de emociones en su pecho; por un lado la decepción de no verla, pero por otro la satisfacción de saber que estaba segura.

      Necesitando distraerse, se levantó y volvió a colocar la silla en la forma en que la había encontrado. “Volveré para avisarle cuando hayamos terminado”.

      â€œÂ¡Espera!”, dijo el sacerdote cuando Steven abrió la puerta. “Si la vieras...”

      â€œLa enviaré aquí inmediatamente” le prometió Steven y luego se fue.

      Cerrando la puerta, Steven sacudió la cabeza y comenzó a bajar por el pasillo. Este piso estaba limpio y necesitaba ponerse al día con Nick antes de que algo saliera mal. Bajando, miró a su alrededor pero no pudo ver a Nick en ninguna parte.

      â€œMuy bien, ¿adónde diablos te fuiste?” Steven murmuró y empezó a mirar detrás de las puertas cerradas.

      Encontró la puerta del sótano entreabierta y pudo haberse dado una bofetada cuando entendió la línea de pensamiento de Nick. “Lugares oscuros, subterráneos... ¡OBVIO!”

      Asegurándose de hacer mucho ruido, Steven bajó las escaleras y arrugó la nariz al sentir el calor húmedo. “Maldición, apesta aquí abajo”.

      Se acercó a otra puerta abierta y entró. Nick estaba de pie frente a la caldera con la puerta abierta y hurgando algo en el fuego con una vara de hierro.

      â€œÂ¿Encontraste algo?” preguntó Steven.

      En respuesta, Nick sacó la vara de hierro del fuego trayendo en un extremo los restos quemados de un cráneo colgando de la cavidad ocular. “Creo que podemos afirmar que algunos de los humanos en la lista de personas desaparecidas no serán encontradas muy pronto que digamos”.

      â€œCreo que esta iglesia es un lugar normal para que algunos miembros de la mafia local hagan su trabajo”, explicó Steven.

      â€ ¿En una iglesia católica?” preguntó Nick. “¿Ya no queda nada sagrado en esta vida?”

      Steven se encogió de hombros, “Como dice el refrán, nada es seguro excepto la muerte y los impuestos”.

      Nick dejó caer el cráneo en la caldera y cerró la puerta. “O en nuestro caso, pieles y gatitos.”

      Los dos hombres se rieron hasta por la nariz, hasta que Steven se recató un poco. “De acuerdo, realmente tenemos que ponernos serios”.

      Se separaron, y cada uno se fue a buscar en un lado diferente de la gran sala, hasta que Steven vio algo detrás de uno de los enormes botes de basura llenos de tablones de madera. “Oye Nick, dame una mano con esto”.

      Nick se acercó y ayudó a Steven a quitar el bote lo suficiente como para ver mejor. Un túnel pequeño y estrecho había sido excavado en la piedra y directamente bajo la tierra. La oscuridad era absoluta y los dos felinos tenían dificultad para ver adentro.

      â€œBien podría echar un vistazo”, dijo Nick y avanzó para tratar de meter su delgada figura por la abertura.

      Steven agarró el brazo de Nick y sacudió la cabeza. “No, vamos a volver y dejamos a Warren y a Quinn entrar en lo que encontramos.


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