El Fundador del Opus Dei. I. ¡Señor, que vea!. Andrés Vázquez de Prada
Читать онлайн книгу.Pascual Albás, AGP, RHF, T-02848, p. 2; Esperanza Corrales, AGP, RHF, T-08203, p. 2.
62 Cfr. Javier Echevarría, Sum. 1771.
63 Desde su más tierna edad el pequeño sintió ilusión por oír la misa del “Gallo” , a medianoche, el día de Navidad; y las tres misas del día de difuntos, sobrecogido por la solemnidad de la liturgia. Cfr. Javier Echevarría, Sum. 1770 y 1776.
64 Apuntes, nn. 228 y 229. Sobre las imágenes del Santo Cristo de los Milagros y de la capilla de la Asunción: cfr. S. López Novoa, ob cit., I, p. 255-260. Acerca de la devoción del Fundador a ese Crucifijo: Álvaro del Portillo, Sum. 23. Esta imagen, al igual que la de la Virgen, fue destruida por los revolucionarios en 1936.
65 Cfr. Meditación del 14-II-1964; Francisco Botella, Sum. 5609. Santiago Escrivá de Balaguer traza en dos palabras el itinerario de la formación de su hermano de niño:
«Las personas que influyeron en la formación moral y religiosa del Siervo de Dios fueron, en primer lugar, nuestros padres, especialmente nuestra madre. Su formación intelectual la recibió primeramente en un parvulario de las Hijas de la Caridad y, siendo ya un poco mayor, en el colegio de los PP. Escolapios de Barbastro» (cfr. Santiago Escrivá de Balaguer, PM, f. 1297). El colegio de las Hijas de la Caridad fue el primer colegio de niñas que tuvo en España la Congregación fundada en 1633 por San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac.
A fines del siglo XVIII, un canónigo de Barbastro, don Antonio Jiménez, dejó todos sus bienes para la fundación de un Colegio de Hijas de la Caridad que se hiciera cargo de la enseñanza de las niñas y, en 1782 los padres Paúles establecidos en España enviaron a París a seis jóvenes para que se formaran en el espíritu y obras de la Congregación para implantarla luego en España. Eran cuatro catalanas y dos aragonesas, una de las cuales era de Barbastro y se llamaba María Blanc, casualmente uno de los apellidos que tendría el Siervo de Dios (cfr. S. López Novoa, ob cit., vol. I, p. 321). En 1790 las seis regresaron a España y en 1792 se fundó el Colegio de Barbastro (cfr. Ibidem, pp. 320-324).
La Ley de Enseñanza de 1857, conocida como Ley de Moyano, reguló la educación en España —con muchas modificaciones hechas con Decretos, Reglamentos, etc.— durante más de un siglo.
66 Cfr. Álvaro del Portillo, Sum. 33. A las Hijas de la Caridad les quedó agradecido el alumno por sus enseñanzas, y cuando años más tarde se enteró de que una de las monjas, amiga y compañera de doña Dolores, había sido asesinada durante la guerra civil española, se le vinieron irresistiblemente las lágrimas a los ojos.
67 Cfr. Álvaro del Portillo, Sum. 19; Javier Echevarría, Sum. 1774.
68 Cfr. “Boletín Eclesiástico Oficial del Obispado de Barbastro” , año LV, núm. 18, del 24-XI-1908, que recoge circulares del año anterior, bases de los concursos, resultados y premios, etc.
69 Cfr. Ibidem.
70 Las Escuelas Pías, oficialmente autorizadas por la Santa Sede en 1617, se difundieron, junto con esta Congregación religiosa, por Europa y América. Ya en 1677 la ciudad de Barbastro manifestó al General de los Escolapios su deseo de que abriesen allí un colegio. La fundación fue aprobada por el Papa y por el rey Carlos II en 1679, pero a causa de ciertas dificultades e injusticias que surgieron, sus profesores se retiraron. Más adelante, unos parientes de San José de Calasanz hicieron donación de sus bienes y en 1721 pudo abrirse una escuela pública de primeras letras y gramática latina (cfr. S. López Novoa, ob. cit., I, pp. 307-314). El Colegio, que estaba en el barrio de Entremuro, se amplió con una magnífica iglesia.
71 Sobre la visita pastoral: cfr. “Observaciones sobre la S. Visita Pastoral” , en el B.E.O. de Barbastro, año 1908, p. 180. Y, acerca de la preparación por parte de la madre: cfr. Florencio Sánchez Bella, Sum. 7539; Javier de Ayala, AGP, RHF, T-15712, p. 4. Cfr. también AGP, RHF, D-04311-7.
El P. Enrique Labrador de Santa Lucía había nacido en Codoñera (Teruel), en 1855. Estuvo en Barbastro desde octubre de 1902 hasta agosto de 1909. Tendría unos 52 años cuando el pequeño Josemaría hizo su primera confesión. Falleció pocos años después, en 1912, en Daroca.
72 Javier Echevarría, Sum. 1780; y Álvaro del Portillo, Sum. 40.
De su viaje de catequesis por la península ibérica, en 1972, son estas palabras:
Hay muchos que no quieren, que desprecian el Sacramento, y hasta dicen, por ejemplo, que confesar a los niños es perder el tiempo, y que los niños se asustan.
A mí me llevó mi madre a su confesor, cuando tenía seis o siete años, y me quedé muy contento. Siempre me ha dado mucha alegría recordarlo... ¿Sabéis lo que me puso de penitencia? Os lo digo, que os moriréis de risa. Aún estoy oyendo las carcajadas de mi padre, que era muy piadoso pero no beato. No se le ocurrió al buen cura —era un frailecito muy majo— más que esto: dirás a mamá que te dé un huevo frito. Cuando se lo dije a mi madre, comentó: hijo mío, ese padre te podía haber dicho que te comieras un dulce, pero un huevo frito...
¡Se ve que le gustaban mucho los huevos fritos! ¿No es un encanto? Que venga al corazón del niño —que todavía no sabe nada de la vida— el confesor de la madre, a decirle que le den un huevo frito... ¡Es magnífico! ¡Aquel hombre valía un imperio! (AGP, P04 1972, p. 312).
73 Las actas del bautismo se encuentran en los archivos de la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de Barbastro, “Libro de Bautismos XLIV ” , fol. 35, 64 y 115v., respectivamente.
74 «Mi hermana mayor, Esperanza, —cuenta Adriana Corrales— vino a ser íntima de Carmen, la hermana mayor de Josemaría, porque tenían prácticamente la misma edad [...]. Muchas horas de mi infancia las pasé en aquella casa de los Escrivá, en la calle Argensola, con sus balcones principales dando a la plaza [...]. Unas veces nos quedábamos en una habitación que habían destinado a los niños y que llamábamos la “leonera” porque a doña Lola le gustaba que jugásemos en su casa» (Adriana Corrales, AGP, RHF, T-08202, p. 1).
75 Cfr. Álvaro del Portillo, PR, p. 28; Carta 29-VII-1965, n. 49.
76 Javier Echevarría, PR, p. 1921; Jesús Alvarez Gazapo, Sum. 4464.
77 «A doña Dolores, añade, le gustaba colaborar en nuestras aficiones y juegos. Algunas veces nos dejaba cosas viejas —esas que siempre hay en las casas—, para disfrazarnos» (cfr. Esperanza Corrales, AGP, RHF, T-08203, p. 3).
78 María del Carmen Otal Martí, AGP, RHF, T-05080, p. 1.
79 Adriana Corrales, AGP, RHF, T-08202, p. 8.
80 En la enseñanza primaria cursó las siguientes asignaturas: Doctrina cristiana y nociones de Historia Sagrada; Lengua castellana, lectura, escritura y gramática; Aritmética; Geografía e Historia; Rudimentos de Derecho; Nociones de Geometría; Nociones de Ciencias físicas, químicas y naturales; Nociones de higiene y fisiología humana; Dibujo; Canto; Trabajos manuales y Ejercicios corporales.
El vendaval revolucionario se llevó en 1936 la mayor parte de los documentos del archivo del Colegio de los PP. Escolapios. Quedan, no obstante, los “Libros de Registro de Asistencia” y los llamados “Cuadernos del Padre Manuel” .
Los Libros de Registro de Asistencia contienen folios formalizados para controlar la asistencia de los alumnos. No están en muy buen estado de Conservación. Se han encontrado datos referentes al alumno en el Libro de Registro de la Escuela Completa de niños o Escuela de Escribir (1904-1912) y en el Libro de Registro de la Escuela de Ampliación o Escuela Nueva.
Los Cuadernos del Padre Manuel eran los cuadernos donde el P. Manuel Laborda llevaba las listas de los alumnos que tenía en clase. Se conservan cuadernos, cosidos entre sí, sin guardar bien el orden, desde 1872 hasta 1915 en que dejó de dar clases.
También hay algunos datos que se refieren al pequeño Josemaría en el Boletín Oficial del Obispado, año LV, n. 18, 18-24-XI-1908, p. 284, y en el semanario Juventud del 13-III-1914 y del 12-VI-1914.