El erotismo y su sombra. Enrique Carpintero

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El erotismo y su sombra - Enrique Carpintero


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como una pareja heterosexual unida en matrimonio y que posee uno o más hijas e hijos biológicos o adoptados, donde todos sus integrantes coexisten en una misma vivienda.

      En esta época, casarse era fundar un hogar, es decir, crear una realidad social claramente definida y valorada socialmente. El matrimonio se realizaba para que los cónyuges se prestaran ayuda mutuamente a lo largo de una vida que, en los sectores sociales obreros y de clase media, se anunciaba muy dura. El objetivo era tener niñas y niños, aumentando el patrimonio y legarles a los hijos/as para hacerlos triunfar y, de esta manera, trascender uno mismo. La familia como “célula básica” era uno de los valores más importantes de la sociedad: se juzgaba a los individuos en función de su éxito o su fracaso.

      Sin embargo este modelo familiar no tenía el mismo sentido ni el mismo contenido para la clase dominante que para el resto de los sectores sociales; para las familias del campo y de la ciudad. Tener una vida privada durante el Siglo XIX y principios del Siglo XX era un privilegio para la burguesía poseedora de grandes residencias y que vivía de sus rentas. Las clases trabajadoras se veían obligadas a formas de relaciones familiares diferentes en espacios reducidos a una sola habitación y donde la pobreza obligaba a la mujer y a los hijos a trabajar desde pequeños. Una naciente clase media comienza a reducir esta oposición entre las familias de la burguesía consideradas “decentes” y los sectores populares. De esta manera se expande el modelo dominante construyendo un mito que narra la antigua solidez moral de la familia y el progresivo deterioro que trae la modernidad. La fuerza del patriarcado comienza a debilitarse.

      Llegado a este punto podemos señalar cinco grandes períodos históricos del desarrollo de la familia. En la antigua Roma el patriarca era el representante de Dios y su familia estaba constituida por los parientes, allegados y los esclavos. Luego aparece la familia tradicional (madre, padre e hijas/os), donde la autoridad patriarcal era una transposición de la monarquía. Su objetivo era asegurar la transmisión de la herencia. Por ello los casamientos se arreglaban entre los padres sin tener en cuenta los deseos de los/las hijos/as. Con el inicio del capitalismo en el Siglo XVIII nos encontramos con la familia moderna. El patriarca representaba la figura de la burguesía industrial naciente aunque este esquema familiar también funcionaba en las otras clases sociales para reproducir la mano de obra y la ideología de la clase dominante. En los ‘60 y ’70, con el inicio del capitalismo tardío, se impone un tipo de familia basado en la relatividad de los vínculos donde las separaciones y las nuevas recomposiciones familiares son un destino posible de la organización familiar. A principios del Siglo XXI nos encontramos que junto a la familia moderna ha aparecido una diversidad de organizaciones familiares que cuestionan la hegemonía de la familia patriarcal tradicional: familias monoparentales, monoparentales extendidas, homoparentales, unipersonales, familias ensambladas, etc.

      Algunos datos. Hasta la década de los ´60 en la familia tradicional el promedio de edad de la mujer para casarse era de 20 años. El casamiento era por civil y podía incluir una ceremonia religiosa. La cantidad de hijos por mujer era de 6,5. Predominaba la familia extensa donde están los tíos, abuelos u otros parientes.

      En la década de los ´80 el promedio de edad de la mujer para casarse era de 26 años. Aparece un alto índice de casamientos y divorcios. Los roles entre hombre y mujer comienzan a ser repartidos. La mujer ingresa fuertemente a las nuevas modalidades del mercado laboral. La cantidad de hijos por mujer era de 2,5. Predominan las familias nucleares: padre, madre e hijos.

      En la actualidad, la edad promedio de la mujer para casarse es de 27 años. La cantidad de hijos por mujer es de 2,2. Los roles están compartidos y a veces invertidos en relación a la familia tradicional. Hay más mujeres jefas de hogar. Baja el número de casamientos y de divorcios, crecen las uniones consensuadas. Nos encontramos con un gran incremento de familias monoparentales y hogares sin hijos. Se consolidan las familias ensambladas. Hay madres solas, parejas sin papeles, hijos fuera del matrimonio, uniones de parejas gays y lesbianas, estructuras de familias ensambladas donde se integran hijos de parejas anteriores y nuevos hijos. Hoy las familias constituidas por una pareja e hijos representan menos del 40% de los hogares. En los noventa eran el 46,8%. En apenas dos décadas aumentó la proporción de mujeres que son jefas de hogar del 21% al 29%. El 80% de quienes se separan forman nuevas parejas. Hay una pérdida del modelo de la familia nuclear.

      Esto nos lleva a que, si las nominaciones definen lugares establecidos, en esta época de transición no hay nombres para definir relaciones que ya son habituales: ¿Cuál es el nombre para un niño de la pareja del papá y/o de la mamá? Si esta pareja tiene hijos de anteriores matrimonios ¿Cuál es el nombre de esa relación entre sus hijos? Y si la pareja tiene hijos ¿Nombrarlos como medio hermanos no alude al modelo de la familia nuclear patriarcal? En el caso de las familias homoparentales ¿Si son dos mujeres el niño tiene dos mamas y si son dos hombres dos papas? Y podríamos seguir en toda la línea de filiación con abuelos/as, tíos/as, primos/as, etc. Esto pone en evidencia la dificultad para dar cuenta de los procesos de subjetivación que se dan en la actualidad y la necesidad de reformular los instrumentos teóricos y clínicos que tiene el psicoanálisis.

      En los componentes de la representación judeo-cristiana el padre es el lugar del logos, de la cultura y fuente de la libertad. La madre es la naturaleza hecha de sentimientos. Estos lugares fijos e inamovibles que están sustentados en el derecho natural de origen divino comienzan a ser cuestionados ya que actualmente está cediendo el lugar a otras combinaciones de las relaciones entre los sexos y de las formas de poder.


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