Summa Cosmologiae - Breve tratado (político) de inmortalidad. Fabián Ludueña Romandini
Читать онлайн книгу.ser similar a la nuestra mas nunca sinonímica y la diferencia establece la especificidad de un mundo otro.
4.14.La pluralidad de los mundos se pueden clasificar en, al menos, dos clases: los mundos fácticos (propios del ámbito del Ser) y los factuales (propios del ámbito del Outside). La disyuntología hace suya la tarea de ocuparse de las propiedades de los mundos posibles y, por tanto, la metafísica es un subconjunto incluido en otro mayor en cuanto a sus elementos de pertenencia.
4.15.La pluralidad de los mundos no admite la necesariedad (pero sí la contingencia) de los tres grandes principios metafísicos: no contradicción, razón suficiente y antropismo. De allí que la lógica sólo pueda tener utilidad ontológica regional. Se torna, por tanto, necesario utilizar una ilogicidad para-metafísica en la comprensión de los mundos posibles que escapan a las determinaciones de lo verdadero y lo falso.
4.16.La trans-mundaneidad indica que ningún mundo es cerrado y, al contrario, todos se encuentran en directa vinculación pues se trata del modo mismo de su efectivización óntica.
4.17.La pluralidad de mundos posibles acaecen, en primer lugar, como resultado de un principio de decoherencia para-ontológica: la disyuntología demuestra la inexistencia del Uno-múltiple pero instala el infinito.
4.18.La infinitud de mundos posibles se entrelazan entre sí, cuando ocurre, por un efecto après coup de la pluralidad. El “eterno retorno” marca la repetición diferenciada de acontecimientos en diversos mundos posibles y no en el acontecer recursivo del mismo mundo. No obstante, hay mundos posibles que jamás conocerán determinada variación de una singularidad presente en un mundo cualesquiera.
4.19.La pluralidad de mundos posibles explicada por medio de la disyuntología no invalida la hipótesis del continuo sino que muestra que la disyunción es un principio que actúa como determinante estructural del binomio continuo-discreto.
4.20.Todo conjunto proposicional tiene sus principios limitativos. Por principio de estructura de la pluralidad, tanto la ecopraxia ontológica como la repetición resultan inviables. Ergo, no es posible que existan dos mundos idénticos entre sí. La asimetría determina la relación entre los mundos posibles.
4.21.Enunciados mítico-mistéricos como aquellos que proclaman, desde la Antigüedad helenística, la emigración de los dioses o la desaparición de los Oráculos no marcan un fenómeno teológico sino una capacidad (temporalmente) perdida para hallar los caminos del noroeste entre los trans-mundos posibles.
4.22.Sólo una doble disociación, por un lado, de la filosofía respecto de la teología política cristiana y, por otro, del orden jurídico-prescriptivo, puede tornar nuevamente pensable, sobre bases por completo inéditas, el problema para-metafísico de la inmortalidad. El dogma de la resurrección de la carne no es, en este sentido, un problema filosófico genuino sino una quaestio del derecho canónico y, por tanto, uno de los pilares teológico-políticos que presidieron el orden del mundo durante la Era de Homo. No es casual, por tanto, que los Póstumos hayan transformado un dictum jurídico en una utopía política transhumanista de la hiperciencia.
4.23.La presuposición originaria del mundo como continuo (xunón) daba sustento a las teorías de la metafísica clásica sobre la inmortalidad del alma. En el eón del discontinuo, en cambio, es tarea de la disyuntología recoger el guante de esa interrogación auroral para llevarla allende la metafísica.
4.24.Por esta razón, la teoría de la inmortalidad se sitúa más allá de la ontología matemática del ser y de la lógica del aparecer objetual para ir en busca de una para-metafísica del Ultra-Ser.
5.1.La filosofía es scientia suprema sin relación necesaria con el sistema de las (post)ciencias empírico-abstractas. Su horizonte se desarrolla en el saber acerca del no-saber o, más precisamente, en el pasaje del noroeste donde se tocan ambas polaridades. En suma, su ambición implica poder dar cuenta de la región del sin-sentido ilógico.
5.2. Como corolario, lo inefable no constituye un límite para su decir.
5.3.La terapéutica de la clarificación escéptica de los pensamientos no puede, en el mejor de los casos, más que ser una propedéutica para la post-metafísica.
5.4.Cuando la filosofía aborda la post-metafísica se convierte, por tanto, en ultra-filosofía del Ser, pues la disyunción marca su acceso a la región para-ontológica.
5.5.Lo impensable que no puede ser dicho es el punto de partida del decir disyuntológico.
5.6.Si el sujeto metafísico es el límite y no una parte del mundo, el sujeto post-metafísico se constituye en el Afuera del límite del lenguaje a partir del axioma según el cual el Outside es, respecto del lenguaje, su interior.
5.7.La ultra-filosofía, por definición, se aleja de cualquier matriz geodésica. El ecosistema de Gaia no es el locus del filosofar sino meramente un posición contingente. Lo ultra-filosófico no puede más que resolverse en el misterio de la cosmogénesis.
5.8.La post-metafísica no es una ciencia del concepto sino, al contrario, de la disyunción del concepto. Lo que se desliza en el concepto, disolviéndolo a cada momento en que logra precisarse, hace posible que lo dicho sea verdadero hasta para un mundo sin seres hablantes. El concepto disyunto es el exoesqueleto del lenguaje y sobrevive a las formas-de-vida que le dan cobijo para exhibir el cosmos después de la ausencia de Homo.
5.9.Tragedia del filósofo: su forma-de-vida está completamente encaminada a entrever lo que se ha denominado tò aóraton, lo Invisible. Sin embargo, una vez divisado, su forma-de-vida revela el auténtico propósito como mera máscara para el mejor ejercicio de la función de psicopompo. Avizorar el horizonte filosófico disuelve toda forma-de-vida que no coincida con la forma-cosmos desprovista de cualquier fusión panpsíquica.
5.10.La filosofía sólo tiene lugar allí donde el saber y la técnica fallan (Jaspers>, 1964: 54) y, debe añadirse que, por condiciones de estructura, están destinados a fallar.
5.11.Hay quien propuso, con las mejores razones, abandonar la lingüística en favor de la lingüistería. Hay buenos argumentos, simétricamente, para apostar por una filosofería.
5.12.La disyuntología, al abandonar las concepciones homotópicas, pone en entredicho las tres grandes articulaciones del Ser propugnadas por la metafísica: la discontinuidad radical, el rasgo unario desmultiplicado y el principio simplético. La disyunción en el Ser se asume, por fuera de la metafísica, según el postulado de la acosidad.
5.13.La Ultra-filosofía no es una forma de epifilosofía sino su subversión. La topología que le resulta más propia se expresa según el lema que establece que cuanto más endógena resulta una experiencia tanto más probable resulta dar con el carácter exógeno de sus determinantes. La experiencia, en la disyuntología, es la vía regia de acceso al Outside.
6.1. La sinecología es una episteme regional de la para-metafísica. Su linaje se remonta a la ontología de la edad clásica pero, pasada por la criba de la paleo-ontología, adquiere nuevos alcances.
6.2.Su misión no consiste en determinar qué es el Ser sino, más precisamente, cuáles son sus texturas.
6.3.La metafísica ha identificado texturas milenarias del Ser: continuo, discontinuo, contigüidad o mixtura son algunas de las más decisivas. Toda ciencia y toda política no pueden sino constituirse sobre la trama en que la realidad se teje. La aspiración suprema del Poder en la Era de los Póstumos se percibe, entonces, inmediatamente: detectar y afectar directamente la textura de la realidad.
6.4.El Ser no es alcanzado por la episteme sinecológica sino que, al contrario, condiciona, de manera supra-eminente, la tesitura de lo real. Su principio es la postulación de un Ser disyunto.
6.5.Cualquier declinación del Ser en un aspecto óntico-ontológico como, por ejemplo, las categorías de continuo o discreto constituye un reordenamiento