El sufrimiento en el trabajo. Christophe Dejours

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El sufrimiento en el trabajo - Christophe Dejours


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y trabaja con dedicación pero a su manera, una de las más antiguas o viejas, tiene más experiencia y con un enfermo mental tiene su manera de trabajar. Y la joven enfermera es joven, no tiene esa experiencia y se ve obligada a utilizar otras maneras para poder llevar la experiencia de lo real de la enfermedad mental, y sus elecciones no son las mismas. Y si es un hombre enfermero tampoco tiene el mismo vínculo con el enfermo mental, sobre todo en la cuestión de la violencia. Para los hombres y para las mujeres el vínculo con la violencia no es forzosamente el mismo. Si cada uno se pone a hacer las cosas a su manera, esto va a terminar mal, con el enfermo sobre todo. Incluso si cada uno trató de hacer lo mejor posible.

      Por eso existe la necesidad de poner en conjunto, de armonizar estos pequeños trucos que encontramos y las inteligencias. Y es lo que se llama coordinación. Es decir, dar órdenes desde arriba, la jerarquía más alta, que están destinadas a prescribir el hecho de trabajar en conjunto. Pero a su vez la coordinación hace nacer nuevas dificultades. Si los trabajadores solamente ejecutan las órdenes esto no funciona. Entonces volvemos a encontrar en el nivel colectivo el desfasaje del que les hablé ayer entre tarea y actividad. La tarea es lo que hay que hacer, lo prescripto, y lo que hace la gente es la actividad. Pero ahora, en el plano colectivo, lo que está prescripto es la coordinación, son las órdenes y lo que hacen contrariamente las personas en conjunto no es coordinación, es otra cosa que se llama cooperación. ¿Y qué es la cooperación? Se basa fundamentalmente en la confrontación de los modos de operar de los trucos de todos los miembros del colectivo. Y es sobre la base de esta confrontación que se puede tomar decisiones entre lo que es eficaz y lo que es menos eficaz; lo que se debe guardar y lo que debe dejarse de lado. Cuando esta confrontación se desarrolla en buenas condiciones, los miembros del colectivo llegan a un acuerdo sobre la manera de trabajar, sobre los trucos posibles y aquellos que hay que dejar de lado. Entonces este acuerdo, en el mejor de los casos, será obtenido con un consenso en el equipo y hará transferencia a partir de ahora para el colectivo. Entonces, en el mejor de los casos, la discusión, la confrontación y deliberación sobre las maneras de trabajar van a culminar en un acuerdo normativo; es decir un acuerdo que se vuelve referencia para todos y tiene un valor prescriptivo. Pero es una auto prescripción, ya no es más de la coordinación, sino que es aquello sobre lo cual nos pusimos de acuerdo, con este enfermo en particular, en el transcurso de una reunión de equipo, sobre la forma de trabajar con él en particular.

      Y cuando hay varios acuerdos normativos que se articulan entre ellos, llegamos a la conformación de lo que llamamos una regla de trabajo. Y cuando se dan varias reglas de trabajo, que también tienen la propiedad de ser estables en el tiempo, más que un acuerdo normativo (la regla es mucho más estable, el acuerdo es el tiempo primero de la regla pero es también el segundo tiempo de su transformación y de su adaptación). En cambio la regla de trabajo es algo más estable. Y cuando varias reglas de trabajo están articuladas entre ellas, se llaman reglas de oficio, y eso es lo que constituye al oficio. Y en nuestra profesión, lo que la caracteriza como profesión son las reglas que construimos en conjunto para definir qué es el oficio o la profesión del psicoanálisis. Así, de acuerdo normativo en acuerdo normativo, los equipos tienen distintas evoluciones entre ellos, de manera tal que luego de cierto tiempo los colectivos se diferencian unos de otros. Los equipos de enfermeras, por ejemplo, no trabajan de la misma manera. Es así y está bien que así sea porque cada una tiene su estilo. Las diferencias entre los colectivos son el resultado de la historia, de la construcción de las reglas que cada uno se ha podido producir.

      Esta actividad de producción de reglas que está en el inicio de la formación, -no solamente de la cooperación pero también de un colectivo-, ésta actividad lleva el nombre de actividad deóntica. Es una actividad que está antes de la deontología, porque la deontología es cuando esta producción deóntica entra en la ley, como la deontología médica. Pero en todas las profesiones hay actividades deónticas que están por fuera de la ley y que siguen siendo internas a la profesión. Entonces esta actividad de producción de reglas, esta actividad deóntica, es probablemente lo que es más conmovedor. Es el descubrimiento por la clínica de la riqueza que contiene el trabajo. Esta actividad deóntica se basa esencialmente en la posibilidad para cada trabajador de poder dar cuenta y hacer visible lo que no se ve (es el problema de la visibilidad; poder volver visible lo invisible). No es la transparencia: la transparencia es la palabra de orden político que utilizan los políticos para engañar al pueblo.No hay ningún riesgo con la transparencia, no se ve nada. Ustedes pueden dejar transparentes las cosas porque no tienen importancia en realidad. Lo que necesitamos para crear la cooperación es volver visible lo que no lo es. Hay que volver visible lo que toma muchas veces la forma de una exigencia de testificar estos pequeños trucos, habilidades, preferencias, delante de los demás, delante de los otros miembros del colectivo. Es necesario de alguna manera hablar de la práctica de cada uno. Pero testimoniar la manera de trabajar de cada uno no es algo fácil. Porque si les cuento como estoy haciendo trampa, me tengo que preparar para responder las objeciones y críticas que me van a hacer. Entonces si hablo de lo que hago me tengo que preparar para justificarme, lo que es muy complicado.

      La forma de la justificación es compleja. Porque tiene en cuenta no solamente ciertos argumentos relativos a la eficacia sino también respecto de criterios relativos a mis preferencias personales, a mis características psíquicas y físicas; porque cuando uno tiene un cuerpo joven o viejo no puede hacer trampa de la misma manera con los enfermos, no tiene el mismo vínculo el policía con un cuerpo joven o viejo, no es solamente en función de preferencias psíquicas sino también en función del estado del cuerpo. Y esta justificación también depende de cuestiones relativas a mis posturas éticas o políticas. Y según mis posiciones éticas pienso que hay algunas cosas que no son posibles de hacer, con los enfermos o los sospechosos o con los clientes de los que hablábamos ayer. Mis posiciones éticas y políticas forman parte de mis argumentos de justificación y también dependen de mi experiencia. Y podemos así seguir alargando la lista. Los argumentos de los que tendré que dar cuenta delante de los otros para justificar mi manera de hacer trampa, y entonces mi manera de ser inteligente. No basta con ser inteligente, hay que defender nuestra propia inteligencia y eso es muy difícil. Los argumentos de esta justificación son de hecho mixtos en la estructura, que en una dimensión instrumental hace referencia a la eficacia -funciona o no, es verdad o falso, es rentable o no- de la acción en relación al estado de las cosas en el mundo objetivo. Es lo que llamamos la racionalidad instrumental de la acción.

      Pero mis argumentos no son solo del orden de la racionalidad instrumental, está todo el resto de lo que vengo hablándoles, que deja en evidencia otras racionalidades, particularmente la moral práctica o la axiológica, hay otros elementos en la racionalidad y toda esta lectura de la argumentación y la justificación se la debo a los filósofos de la Escuela de Frankfurt cuyo capítulo de la filosofía social que Jürgen Habermas llama la crítica de la racionalidad de la acción, la crítica de la razón funcionalista.

      Cuando un argumento está mezclado, es mixto, y tiene por una parte una dimensión instrumental, relativa a lo que es verdadero o falso, a lo que es eficaz o ineficaz, y que tiene otra parte que no es instrumental, éste argumento se llama en teoría, una opinión. Esto quiere decir que la actividad deóntica de la que hablamos exige un espacio en el cual los hombres y las mujeres están listos para confrontar opiniones unos respecto de otros. Sin embargo, un espacio abierto a la confrontación de las opiniones, es lo que llamamos en la teoría, desde los griegos, un espacio público, el espacio de la confrontación de las opiniones sobre la manera de dirigir los asuntos de la ciudad. Y el espacio abierto de la confrontación de las opiniones - en los griegos el ágora, en Aristóteles en particular y el foro para los romanos- y nosotros que nos encontramos preocupados por la colaboración, ante el hallazgo de que la actividad deóntica exige dentro de la empresa la formación del espacio estructurado igual que el espacio público, como la democracia. Esto es muy interesante y bastante inesperado. Pero no podemos hablar particularmente de espacio público dentro de una empresa privada. Una discusión con Jürgen Habermas nos llevó a aceptar, a pesar de la proximidad y la analogía entre el espacio público y el espacio de deliberación de la organización del trabajo, a adoptar otro término que el del espacio público. Finalmente se eligió el término espacio de deliberación. Hay otro término que circula entre los alemanes que es el espacio de discusión. Ambos espacios están por anticipado a la formación


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