Sobre el combate. Dave Grossman
Читать онлайн книгу.estaba preparado para salir ahí fuera y tomar decisiones de vida o muerte. Así que me quité el uniforme y le dije —no fue una pregunta— a mi sargento que me iba a casa. No me importaba lo que pensara. Se trataba de mi vida y sabía que nadie se preocupaba más por ella que yo mismo. Iba a protegerla.
Así que me tomé otra semana y entonces, cuando regresé, sentí que todo estaba bien. Salí del vestuario con mi uniforme y mi ceñidor sabiendo que estaba preparado. Entonces, en mi segundo turno tras la vuelta, tuve mi tercer tiroteo. Como me había dado a mí mismo tiempo para recuperarme del segundo tiroteo, estaba preparado para sobrevivir física y psicológicamente. Y lo conseguí. Estoy bien tras los tres tiroteos y sigo completamente en activo.
Un agente de policía
Deadly Force Encounters
En las guerras del pasado, se esperaba a que un soldado estuviera mental o emocionalmente «roto» antes de sacarlo del frente. Durante la invasión de Iraq de 2003, cuando los combatientes comenzaban a evidenciar signos de estrés la política era rotarlos a un lugar donde pudieran darse una ducha y descansar un poco, para luego devolverlos a sus unidades. Una información del periódico usa Today señalaba que «por lo general reaccionan» y comienzan a mostrar «la sutil altanería que proyecta la confianza inconsciente de un combatiente veterano».
La pérdida de un hombre durante más o menos un día no es un precio alto, si uno se da cuenta de que la alternativa puede ser perder al guerrero para siempre. Los guerreros en combate no siempre tienen el lujo de poder retirarse, pero cabe analizarlo así: si uno fuera un entrenador de fútbol y uno de sus jugadores sufriera una entrada muy fuerte, quizás lo sacaría fuera del campo durante un rato para que pudiera recuperarse. Aunque quizás el jugador querría volver enseguida, le dirías que esperara a entrar durante la segunda parte, porque es un partido de dos tiempos y le necesitarás hasta el final. El guerrero también está en el juego durante los dos tiempos, así que necesita controlarse.
Devolverlo a la acción demasiado pronto puede cercenar su carrera, o provocar que falle en un momento crítico en el que otros dependan de él.
El momento de mayor vulnerabilidad
Ay, el momento del dulce peligro...
Edward Robert, conde de Lytton
Considera el gráfico «Estrés agente contra sospechoso» y fíjate en la diferencia entre el agente y el sospechoso durante y después de un arresto violento. Esta relación fue introducida por los U.S. Marshalls en relación con las fugas durante el transporte de reos, pero tiene implicaciones mucho más amplias para los militares y las agencias y cuerpos de seguridad.
Fig. 1. Estrés agente contra sospechoso.
Niveles de estrés durante la detención, transporte y registro.
El agente procedió a la detención cuando estaba en «fase roja», un estado de alerta y conciencia máximo. Se las arregló para sorprender al sospechoso cuando éste estaba en «fase blanca». Tras un forcejeo, el agente consiguió esposar y meter en el asiento trasero del coche patrulla al sospechoso. Ahora bien, si el agente no es cuidadoso de vuelta a la comisaría, puede pensar que el peligro ha pasado y relajarse. Mientras tanto, el sospechoso sigue teniendo una descarga de adrenalina y empieza a estar cada vez más disgustado con la pérdida de su libertad.
Analicemos lo que ocurrió en un incidente trágico en Florida. Dos detectives cualificados y competentes detuvieron y esposaron a un hombre tras una breve persecución. Pusieron el fusil del hombre en el maletero del coche de policía y lo sentaron en el asiento trasero, sin darse cuenta de que el criminal de carrera llevaba una llave para esposas alrededor del cuello. Mientras lo trasportaban a la cárcel, el sospechoso utilizó la llave para liberarse de las esposas, y luego se abalanzó sobre los detectives desarmando a uno de ellos. Vació el arma contra ellos matando a los dos y luego arrojó los cuerpos fuera del coche a patadas. Recuperó su fusil del maletero y, tras una persecución a toda velocidad, mató a un policía del estado y luego se hizo con un rehén en una gasolinera. El desenlace vino cuando el sospechoso se quitó la vida. Dicho esto, ¿cómo es posible que un hombre desarmado y esposado pueda abrumar y matar a dos detectives cualificados? La respuesta está en las mentes y en los cuerpos de los agentes y el sospechoso. Probablemente, los agentes se relajaron después de la persecución y la detención, y estaban experimentando una reacción parasimpática mientras que el sospechoso aún no había empezado a luchar.
Sabemos que una persona que coopera puede tener una respuesta psicológica violenta al oír el tintineo de unas esposas que se abren. Igualmente, sabemos que muchas veces, a medida que el coche de policía se acerca a la cárcel y los agentes han bajado la guardia tras el arresto, la vista del edificio puede desencadenar una reacción violenta por parte del detenido.
Antes de que nuestra resplandeciente y elevada cárcel de cristal y plástico fuera construida, alojábamos a los presos en una estructura antigua de tres pisos. Era un lugar feo, oscuro, con aspecto de mazmorra, con torres y alambrada. El problema era que, a medida que nos acercábamos, los presos podían ver la mazmorra desde el asiento trasero, y muchas veces se volvían locos cuando les abríamos la puerta trasera para sacarlos. A menudo su reacción violenta nos tomaba por sorpresa porque nos habíamos relajado tras la detención y un trayecto largo.
Un agente de policía
Tanto el personal militar como los agentes de policía necesitan entender que pueden ser vulnerables cuando un preso ve su destino final. Al igual que existe un impacto psicológico cuando algunos presos ven la cárcel desde el asiento trasero de un coche de policía, también hay presos que reaccionan de forma violenta cuando ven la celda. Los agentes de policía, al igual que el personal militar a cargo de prisioneros de guerra, deben contar con cuidadosos procedimientos para asegurarse de que los presos son tratados de forma apropiada, sus armas han sido retiradas y guardadas en un lugar seguro, y todos los pasos se han dado correctamente. Esto debería incluir que los oficiales y guardias estén alerta y preparados en el lugar del registro de presos o prisioneros de guerra. Muchos departamentos de policía requieren que otro agente se ocupe de la situación porque entienden que puede haber una peligrosa vulnerabilidad.
«Consolidación y reorganización del objetivo» es un término militar estándar para referirse a lo que ocurre tras la victoria. El enemigo ha huido y la cima está segura. La batalla ha terminado. ¿O no? Cabe recordar las palabras de Napoleón: «El momento de mayor vulnerabilidad es el instante inmediato a la victoria». Por eso un líder militar inteligente contraatacará enseguida cuando el enemigo ha logrado expulsar a sus tropas de una posición. Es preferible que el líder retome la iniciativa con tropas de refresco, soldados que no estén exhaustos por la montaña rusa física y psicológica de la batalla. Como puede ser que el enemigo se haya relajado y sea vulnerable tras la victoria, es posible que incluso una fuerza pequeña pueda abrumarlo y retomar el objetivo.
A fin de evitar que los guerreros puedan ser vulnerables tras la toma de un objetivo, deberían ser entrenados para que realizaran de forma automática una serie de tareas que los mantuvieran ocupados. Deberían establecer una seguridad de 360 grados y preparar posiciones defensivas y campos de tiro en caso de contraataque del enemigo. Deberían redistribuir la munición, beber mucho líquido, iniciar las medidas de primeros auxilios, evacuar a las bajas y prisioneros, y realizar un inventario de todo el material. Los líderes deben supervisar y comunicar la situación a una autoridad superior. Entre los militares y los equipos swat estadounidenses, a menudo se emplea el acrónimo lace para definir esta espiral de actividad: «liquids, ammunition, casualties, and equipment».1 Si se ensaya esta continuación de las operaciones durante la instrucción, los guerreros en combate real no se relajarán durante este momento vulnerable sino que se mantendrán ocupados llevando a cabo estas tareas vitales que se requieren para sobrevivir y crecerse en el campo de batalla.
En la comunidad de agentes del orden, a esto se lo denomina a veces «consideraciones de seguimiento». Tal y como Gary Klugiewicz les dice a sus estudiantes: «¡No es momento del cafelito! Aún queda mucho por hacer antes de que la misión esté terminada».
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