Sobre el combate. Dave Grossman

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Sobre el combate - Dave Grossman


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campo de batalla condenará al arma antigua y abrazará la nueva. Así, los arcos largos y las ballestas se vieron condenados con la invención de los primeros y toscos mosquetes, y las razones psicológicas de ello son, en palabras de Napoleón, «tres veces más importantes que las físicas».

      El concepto de abrumar y derrotar a tu enemigo es tan antiguo como los escritos de Sun Tzu de hace 2.500 años. Clausewitz en su libro clásico del siglo xix, De la guerra, dijo que «el shock y el pavor son efectos necesarios que surgen de la aplicación del poder militar y tienen como fin destruir la voluntad de resistencia del adversario». Por supuesto, la campaña «shock y pavor» que empleó la coalición de fuerzas lideradas por Estados Unidos que invadió Iraq en 2003 fue una aplicación a gran escala de este concepto; pero para nuestros propósitos lo aplicaremos aquí en relación con armas pequeñas y con el combate cuerpo a cuerpo.

      Probablemente habrás oído hablar de la teoría del Big Bang. Denomino teoría del Bigger Bang a aquella que sostiene que, siendo las demás cosas igual, en el combate el que hace más ruido gana. Los efectos psicológicos de la pólvora pueden ser pensados como un continuo. En lo más alto del continuo encontramos la granada aturdidora, la granada de mano, la bomba aérea y el fuego de artillería. En lo más bajo, la pistola y, en medio, el fusil.

      Si has estado en el polígono de tiro y has oído el disparo de un fusil, sabes que la conmoción y el «crack» supersónico de la bala de un fusil pueden ser mucho más impresionantes que los de una pistola. Llevar un fusil a una pelea es el equivalente de llevar una motosierra a una pelea a cuchillo. En ambos casos, dispones de una ventaja de alcance, una ventaja de causar daño y una ventaja psicológica formidable.

      Un ejemplo clásico de ello ocurrió en North Hollywood, en California, el 28 de febrero de 1997, cuando dos resueltos ladrones de bancos, fuertemente armados y con chalecos antibalas, dispararon cientos de balas con armas automáticas antes de que la policía los detuviera. Cuando todo hubo acabado, había diecisiete personas heridas y los sospechosos estaban muertos. Lo que sucedió es que había dos idiotas con fusiles de asalto haciendo «¡pam, pam, pam!» mientras los agentes de la policía de Los Ángeles (había más de doscientos en el lugar) respondían al fuego con sus pistolas de 9 mm haciendo «doin, doin, doin». Si todo lo demás es igual, ¿quién gana este tipo de enfrentamiento a tiros? La respuesta es: «¡Pam, pam, pam!». Esa es la realidad del combate. Dicho esto, no es imposible que una persona con una pistola derrote a otra con un fusil; sucede a menudo. Simplemente, es más difícil.

      Si eres un agente de policía y el sospechoso lleva un fusil a un enfrentamiento, sería bueno que tú también tuvieras un fusil. Los fusiles están sustituyendo lentamente pero sin pausa a las escopetas en las filas de las fuerzas del orden, y probablemente ya ha llegado el momento en el que todos los agentes deberían ser adiestrados para manejar un fusil y deberían llevarlo en su vehículo. ¿Alguien cree que la amenaza terrorista internacional se va a limitar al empleo de pistolas? No, llevarán fusiles y chalecos antibalas para el enfrentamiento a tiros. El fusil del terrorista atravesará el chaleco de los agentes, mientras que las pistolas de la policía serán física y psicológicamente ineficaces.

      Consideremos la masacre en la escuela secundaria de Columbine, en Littleton, Colorado, en 1999. Dos chavales vestidos con gabardinas largas y armados con una variedad de armas de fuego, incluida una carabina High Point 995 de diez cartuchos y dos escopetas Savage del calibre 12, fueron al colegio para llevar la muerte a sus compañeros de clase. Cuando todo había terminado, catorce estudiantes, incluidos los asesinos, y un maestro estaban muertos, y otros veintitrés estudiantes y miembros del profesorado resultaron heridos graves.

      Los sujetos comenzaron la carnicería enfrente de la escuela cuando un agente de policía destinado al colegio se enfrentó con ellos en un tiroteo. Comenzó bien (un informe señala que alcanzó el cargador de la escopeta de uno de los asesinos), pero pronto se quedó sin munición y tuvo que retirarse, dejando la escuela en manos de los más horrendos asesinos en masa juveniles que nunca hayamos visto. Si hubiera tenido un fusil en su vehículo y hubiera estado entrenado para utilizarlo, ¿hubiera sido distinta la situación en ese colegio?

      El sargento mayor Daniel Hendrex (un veterano del ejército estadounidense con dos años de experiencia de combate en Iraq y autor del libro A Soldier’s Promise) me escribió después de que diera una clase sobre «la mente a prueba de balas» en la academia de sargentos mayores del ejército de Estados Unidos. Este veterano militar proporciona un ejemplo excelente de la teoría del

      Bigger Bang, cuando el cañón principal de calibre 120 mm del tanque Abrams fue empleado en la guerra en el interior de las ciudades en Iraq. (Cabe recordar que el cañón de 120 mm es descomunal en comparación con cualquier otra cosa empleada en el pasado. En comparación, el temido tanque alemán Tiger, que se empleó durante la segunda guerra mundial, llevaba un cañon principal de 88 mm.) En palabras del sargento mayor Daniel Hendrex:

      Quiero agradecerle el haber arrojado luz sobre la ciencia que hay detrás de lo que ya tenía por cierto. La teoría del Bigger Bang tiene para mí un gran mérito. Haber sido sargento primero del Tercer Regimiento de Caballería Armada en Al Anbar durante la invasión de Iraq me llevó a comprender la importancia de este concepto. A continuación sigue un extracto del informe que escribí tras nuestro primer despliegue:

      Empleo del cañón principal de 120 mm del tanque en operaciones militares en terreno urbano (mout en sus siglas en inglés): Ninguna emboscada o batalla duraba más de un par de minutos cuando se disparaba el cañón de 120 mm.

      Presencié la lucha continua (sin mucho éxito) del enemigo contra los Bradleys (con un cañón principal de 25 mm). Estos son armas mortíferas cuando se emplean como tanques, pero la insurgencia continuaba luchando. Creo que un disparo de un cañón principal de 120 mm de un tanque que se escucha y reverbera en los herméticos confines de una ciudad tiene un enorme efecto psicológico sobre la voluntad de luchar del enemigo. No recuerdo ni una batalla que durara más de cinco minutos cuando disponíamos del lujo de tener tanques. Incluso cuando no tenía tanques, mis hmmwv [vehículos tácticos con ruedas] estaban equipados con por lo menos dos AT-4 [cohetes antitanque]. Los AT-4 producían un

      efecto similar.

      El sargento mayor Daniel Hendrex prosigue diciendo que piensa que «la teoría del Bigger Bang es lo que define mis reflexiones sobre “la escalada de la fuerza” en mi informe tras la misión»:

      Escalada de la fuerza: el concepto más difícil de hacer entender a los soldados es enseñarles a no encontrarse en desventaja en caso de un ataque o emboscada. Si los soldados se ven atacados con AK-47 (fusiles de 7.62 mm) y solo pueden responder con una M-4/M-16 (5.56 mm), entonces están en una clara desventaja. Se ensalza al ejército de Estados Unidos por tener la fuerza tecnológica más avanzada y por desplegar el armamento pesado sobre la mesa, pero en el día a día oía y veía que nuestros soldados se ponían en situaciones de desventaja.

      Si el ataque es de una granada propulsada por cohete y sólo devuelves el fuego con metralletas, estás en una situación de desventaja. Se requiere una orden de mando para asegurarse de que a nuestros soldados se les dará la mejor oportunidad para sobrevivir y ganar cada enfrentamiento. Si te atacan con armas ligeras, la prioridad estriba en maximizar de forma inmediata las armas colectivas (M240B de 7.62 mm, M2 del calibre .50, MK19 de 40 mm). Si el fuego proviene de granadas propulsadas por cohete, entonces respondes con proyectiles heat de 120 mm o alguna otra arma apropiada (AT-4 o 25 mm). Una granada propulsada por cohete, un proyectil de gran potencia, exige la respuesta más hostil que puedas ofrecer. La mayoría de las granadas propulsadas por cohete se dispararon detrás de paredes de hormigón, o desde el interior de edificios; el fuego de las metralletas no te concede una gran probabilidad de terminar el enfrentamiento o de derrotar al enemigo.

      El


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