Chile: ¿más equitativo?. Claudio Sapelli

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Chile: ¿más equitativo? - Claudio Sapelli


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antecedentes sugieren también que se ha estabilizado del efecto cohorte sobre la desigualdad, es decir, que no cabría esperar reducciones adicionales en la desigualdad asociadas a este fenómeno.

      Es posible que esto pueda explicarse por la resiliencia de los retornos universitarios a pesar del aumento en la oferta relativa. Por cierto, esto puede estar influido a su vez por un creciente interés de los jóvenes por estudiar carreras técnicas y la alta selectividad que mantienen las universidades y carreras más prestigiosas del país. En todo caso, la importante caída observada en la desigualdad de las generaciones más jóvenes, en la medida que no se revierta, debiera gradualmente traducirse en una disminución de la desigualdad en el país. Así, los avances que hemos observado en los últimos años debieran continuar. Sin embargo, hay que reconocer que el autor es cauteloso toda vez que reconoce que las diferencias en desigualdad entre generaciones también parecen haberse acotado. Este fenómeno de mejora en la desigualdad, que se refuerza con los últimos antecedentes analizados por el autor, parece muy robusto porque no obedecen a un fenómeno específico que afecta a un grupo en particular sino que ocurre a lo largo de toda la distribución de ingresos. Así, los ingresos del trabajo aumentan más en la parte baja de la distribución que en la parte media y en esta última más que en la parte alta. Por tanto, hay una compresión general de los ingresos del trabajo que seguirá presionando la desigualdad hacia la baja.

      Frente a estos antecedentes sólidos el mundo político debería revisar su diagnóstico. Si la desigualdad está disminuyendo y ello ocurre sobre bases firmes, es difícil pensar que el enojo de la población se sustente en esta variable. Obviamente, que no es evidente tampoco que la población esté enojada. Enfrentar los desafíos que tiene el país en materia de desigualdad, pobreza y movilidad social e intergeneracional requiere buenos diagnósticos sobre estos asuntos. El libro que ha producido el profesor Sapelli es una contribución enorme en esta dimensión y debería ayudarnos a calibrar mejor las políticas públicas que necesitamos en esta etapa de nuestro desarrollo.

      CAPÍTULO 1

      INTRODUCCIÓN Y ESTADO DEL DEBATE

      Este trabajo propone una mirada fresca a la desigualdad de ingresos y a la movilidad social. El comienzo del tercer centenario de la historia de Chile parece el momento ideal para volver la vista al pasado, examinar el presente, reflexionar acerca de las causas y consecuencias del camino que se ha venido transitando en los últimos cien años, con el propósito de indagar qué nos depara el futuro en temas tan importantes como estos.

      ¿Nos encontramos en una sociedad con altas desigualdades y que entrega a las personas pocas probabilidades de moverse a través de las distintas clases sociales? ¿Estamos mejorando o empeorando con respecto al pasado? ¿Nos acercamos a una sociedad con cada vez más diferencias sociales? ¿O estamos más cerca de una sociedad más igualitaria? ¿Son las diferencias en ingreso necesariamente malas? Este libro responde estas y otras preguntas relacionadas.

      Las conclusiones y respuestas que se obtienen en cada uno de estos temas pueden ser en muchos casos poco evidentes a primera vista. Se dice que Chile es muy desigual, que esta situación solo ha empeorado con el pasar del tiempo y que este asunto no tiene remedio. Se dice que una persona que nace en una familia pobre permanecerá en esa situación durante toda su vida. Sin embargo, algunas de estas afirmaciones son cuestionables, y otras derechamente erróneas ya que no se apoyan en la evidencia empírica. A través de los distintos capítulos de este libro se explicarán las razones que están detrás de este aserto que, en una primera lectura, a algunos les puede sorprender.

      La particularidad de este tipo de datos radica en que, si bien no podemos distinguir con nombre y apellido a cada una de las personas que pertenecen a una cohorte, sabemos que, como grupo, han estado sometidas a experiencias diferentes a las de otras cohortes 10 años mayores o 10 años más jóvenes. Nosotros examinaremos las consecuencias de estas diferencias.

      Consideremos, por ejemplo, a un grupo de personas encuestadas en el año 1970. En esta encuesta hay individuos de todas las edades. Concentrémonos en aquellos que tienen 20 años. Ese es el conjunto de individuos que sabemos nació en el año 1950. Con los datos de esta encuesta podemos conocer la distribución de ingresos de “los nacidos en 1950”, observada cuando tenían 20 años.

      Supongamos ahora que tenemos otra encuesta realizada diez años más tarde, en 1980. En ella también hay un grupo de individuos nacidos en el año 1950, que a la fecha de la encuesta tienen 30 años. Si bien no sabemos si son exactamente las mismas personas —y probablemente no lo sean— sabemos que comparten una característica: son parte del grupo de “los nacidos en 1950”. La mayoría entró al colegio en 1956 y si llegaron a la educación terciaria, probablemente lo hicieron en 1968. Lo interesante es que podemos nuevamente calcular la distribución de ingresos para este grupo de los nacidos en 1950. En la encuesta de 1980 habrá un nuevo grupo de personas que tienen 20 años, nacidos en 1960, que podremos observar otra vez con 30 años en una encuesta tomada en 1990. Y así sucesivamente, podemos estudiar a las personas nacidas en un año determinado a medida que envejecen y comparar la evolución de la distribución del ingreso a lo largo de los años para diferentes cohortes.

      Supongamos, por ejemplo, que observamos que la cohorte nacida en 1960 tiene una distribución del ingreso más igualitaria que aquella nacida en 1950 (a la misma edad). Si eso es así y nos damos cuenta de que ello también sucede para los nacidos en 1970, y así sucesivamente, entonces podríamos afirmar que la distribución del ingreso está mejorando para los grupos más jóvenes. Algo que hubiera sido imposible de detectar mirando la distribución del ingreso para cada encuesta, donde aparecen mezcladas las personas de diferentes edades.

      El análisis de cohortes nos proporciona una visión novedosa que nos permite ver la evolución de variables en el largo plazo. Con esta metodología se obtienen conclusiones importantes y más informativas respecto de la dirección en que está transitando el país (y el éxito de la política pública) que un estudio de una encuesta en particular.

      Este libro muestra que el correcto uso de esta metodología nos permite arribar a una conclusión bastante más optimista respecto de la posición en la que se encuentra el Chile actual. Más positiva al menos que la conclusión a la que llegan otros, quienes sobre la base de una lectura errónea de la información, sostienen que Chile se encuentra en el peor de los mundos en cuanto a distribución del ingreso y movilidad social.

      El “peor de los mundos” es la visión que propone que Chile tiene un alto nivel de desigualdad —el cual no muestra tendencia a disminuir— y que es una sociedad poco móvil. Esta visión utiliza como respaldo dos observaciones. Primero, que la desigualdad del ingreso es muy elevada, cosa que es innegable. Mirado a través del prisma de este indicador tradicional, Chile tiene una de las tasas de desigualdad más altas del mundo. Sin embargo, esta visión no nos permite evaluar para dónde vamos, ni tampoco si la política pública, que muchas veces se centra en las cohortes más jóvenes, está funcionando o no. En este sentido el análisis de cohortes aporta una perspectiva mucho más relevante para la toma de decisiones. Y segundo, tenemos la tradicional explicación de que Chile es todavía una sociedad clasista, apuntalada por estudios de cuestionable metodología. Si bien es innegable que Chile fue una sociedad muy clasista, nos preguntamos ¿lo sigue siendo? ¿Podemos decir que las generaciones jóvenes viven la misma realidad que la que vivieron sus abuelos? Nuevamente estos trabajos no nos permiten formarnos una idea de hacia dónde nos estamos moviendo. El concepto de que Chile es hoy una sociedad tan clasista como lo era hace 40 años no puede ser hoy sostenido por nadie. ¿Cómo podemos visualizar esta evolución en los números de movilidad?


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