Etiopía. Varios

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Etiopía - Varios


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la paloma de pecho amarillo se encuentra principalmente en la región de Tigray. Los turacos enmascarados y cenicientos, reconocibles por su esponjosa cresta, a veces se hallan en bosques abiertos de acacias. El loro de frente amarilla y los inseparables de abisinia, de un verde fluorescente, son dos especies endémicas.

       Nombres como abejaruco gorgirrojo, de garganta blanca o escarlata, la amaranta senagalesa, el azulito carirrojo, la suimanga pechiescarlata o pechinaranja, o el pico de coral común dan una idea de la amplitud de la paleta de colores. Entre estas pinceladas de color abundan las coracias, los tejedores taveta y los picabueyes. El estornino metálico y el estronino soberbio brillan con matices que cambian según la luz, mientras que las viudas de Fischer, dominicanas y con collar de oro, impresionan con su cola desplegada en una especie de trenza majestuosa. Entre las cuatro especies de martín pescador, el martín pescador pío a menudo se puede ver flotando sobre los ríos, mientras que el alción senegalés, con su espalda azul eléctrico, vive más cerca de la linde del bosque. Por último, y sin duda lo más impresionante, mirlos cantores, mosqueros y colibríes (aquí llamados suimangas) muestran un arcoiris de colores en el corazón de los bosques e incluso en las poblaciones.

      Es imposible cansarse del encanto de este espectáculo en cambio constante.

      Flora

      Marcada por un fuerte endemismo, la flora etíope es de una diversidad extraordinaria pero aún poco conocida.

      Durante el período de floración, entre septiembre y octubre, verdaderas alfombras de flores amarillas cubren el campo. Las llamadas flores de Meskel (adey ababa, en amárico), de la familia de las margaritas, en honor de la fiesta de la Cruz que se celebra en esa época coincidiendo con el nuevo año etíope, son el símbolo de la flora etíope y anuncian el retorno de la estación seca y el tiempo de la cosecha. Algunas flores que crecen en las altas mesetas son comunes en otras zonas de climas templados, como la pimpinela escarlata, que es de color rojo o azul. Más arriba, en las montañas y especialmente extendida en la de Bale, el aloe vera, una pequeña planta con campanitas y la Knipholia foliosa, en forma de antorcha, muestran sus colores rojizos.

      Característica de las zonas habitadas a media altitud, la euphorbia, una especie de cactus con forma de candelabro, se utiliza a menudo a modo de valla alrededor de casas o campos.

      Las regiones montañosas se caracterizan por una vegetación de brezos de la familia Erica, salpicada de muchas flores endémicas y siemprevivas multicolores y dominada por lobelias gigantes.

      Particularmente densos en el sudoeste y en el macizo de Bale, los bosques cuentan con una gran diversidad de especies, entre las que destacan el ficus, el Cupressus, el Hagenia abyssinica, denominado cabotz, o el Juniperus. El imponente sicomoro o el tulípero de Gambia, reconocible por sus grandes flores anaranjadas, son también especies comunes. En las regiones más áridas, la acacia es el único árbol que resiste entre una vegetación arbustiva dominada por el Balatines aegyptica, o datilero del desierto, de espinas impresionantes.

      La aclimatación de muchas especies vegetales europeas convierte a Adís Abeba en una capital muy florida, dominada por el omnipresente eucalipto, otra especie introducida que ha proliferado rápidamente.

      El eucalipto

      En los últimos treinta años, cerca del 80 % de los bosques etíopes han sido talados para cubrir las necesidades de combustible y madera para la construcción. Se calcula que cada año se destruyen entre 150 000 y 200 000 hectáreas de bosque. La Agencia de Protección Ambiental (EPA) es la autoridad nacional responsable de la lucha contra la desertificación y la sequía. A finales del siglo XIX, se introdujeron eucaliptos de Australia y Madagascar para combatir la deforestación. Así, el eucalipto salvó la capital Adís Abeba que, sin él, se habría trasladado más al oeste, a Adís Alem. Sin embargo, estos árboles de crecimiento muy rápido han tenido un efecto negativo en el medio ambiente. No gustan a la fauna endémica y nada crece alrededor de sus raíces (debido a su gran consumo de agua), por lo que los bosques de eucalipto acrecentan el empobrecimiento del suelo. Hoy en día, y para garantizar un mejor equilibrio natural, la reforestación debe basarse en la diversidad de especies y promover, en particular, la recolonización de las especies autóctonas.

      Siete especies endémicas emblemáticas

       León de Abisinia. También conocido como león de Judá, este felino de melena negra, endémico de la región, es uno de los principales símbolos del país. El emperador Haile Selassie incluso lo convirtió en su emblema real. La herencia genética de los leones de Abisinia sigue siendo objeto de debate entre los científicos, pero para los etíopes no cabe duda de que es único. Hoy en día está amenazada por una destrucción programada de su hábitat natural, con la expansión de pueblos y cultivos. A falta de espacio, los habitantes suelen invadir el territorio de los parques nacionales y entran en conflicto con los leones. La presión demográfica ha provocado que en pocas décadas casi hayan desaparecido del mapa. Según un estudio de 2012, hay unos mil, agrupados en las zonas fronterizas con Sudán del Sur, Somalia y unos pocos en los parques nacionales de Somalia Central y Oriental. En el de Adís Abeba hay unos quince leones abisinios encerrados en pequeñas jaulas de hormigón... A unas decenas de kilómetros de la capital etíope, en los bosques circundantes, la fundación Born Free ha acogido a siete leones cazados por aldeanos o soldados y a menudo maltratados.

       Niala de montaña. Esta especie de antílope vive en altitudes superiores a los 3000 m y su hábitat se limita a las zonas alpinas de los macizos de Arsi y Bale.

       Zorro abisinio. También conocido como chacal rojo o lobo de Simien, vive en las regiones alpinas entre 3000 y 4500 m. Hoy en día es poco frecuente en el macizo del Simien y se encuentra con más facilidad en las montañas de Bale, especialmente en la meseta de Sanetti.

       Cabra montés. Esta especie de íbice, que está al borde de la extinción, sigue siendo el animal más amenazado de Etiopía. Se encuentra en las escarpadas y rocosas paredes del Simien.

       Babuino gelada. Poéticamente llamado « babuino de corazón sangrante » a causa de una mancha púrpura característica que ilumina su pecho de pelaje espeso. El gelada es un mono pacífico muy extendido por las tierras altas. Se encuentra muy fácilmente en Simien, donde hay una grupo de varias docenas de individuos.

       Búbalo de Swayne. Concentrada en regiones de sabanas boscosas y grandes llanuras, esta especie de antílope es relativamente rara y se puede hallar en los parques de Nechisar y Awash, donde se ha reintroducido, así como en los santuarios de Yabelo y Sankele.

       El asno salvaje. Confinado en las aisladas y áridas regiones de la depresión de Danakil, este asno, también llamado de Somalia, es difícil de observar incluso en el parque de Yangudi, creado para su conservación.

      Historia

      Los primeros etíopes

      Considerada la cuna de la humanidad hasta que nuevos descubrimientos en la cuenca del lago Chad revelaron restos anteriores, Etiopía sigue siendo uno de los asentamientos humanos más antiguos conocidos hasta la fecha.

      Puede que los primeros homínidos aparecieran hace entre tres y cuatro millones de años en el valle del Rift, concretamente a lo largo del río Awash, que entonces era una zona boscosa y rica en caza. En 1974,


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