El bullerengue colombiano entre el peinao y el despeluque. Martha Ospina Espitia

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El bullerengue colombiano entre el peinao y el despeluque - Martha Ospina Espitia


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las representaciones, resulta importante entender cómo sienten y actúan en su vida las personas y, para ello, hay que ver cuál es el significado que ponen en su universo, eso es, asumir

      el problema de la construcción de su realidad social, que viene de una producción colectiva y personal, a partir de la experiencia, para ver cuál es el sentido que le da a su universo de vida [a fin de] comprender el significado que la gente pone a su existencia cotidiana para dar sentido a su misma vida. (Jodelet 2002, 132)

      En el caso concreto de nuestro estudio de la práctica danzaria, la información que constituye la representación proviene del contacto directo y la experiencia sensible que tienen los sujetos del grupo estudiado con el bullerengue. Estos sujetos cuentan con recuerdos emotivos y conocimientos organizados acerca del acontecimiento de esta danza y, desde allí explican y direccionan las interacciones con el entorno de su práctica. Los diferentes tipos de su representación se dan por la variación en la calidad, cantidad y presión vivencial, según momentos, pertenencias grupales o ubicaciones sociales. El campo representacional o imagen proviene de la transformación de los diferentes contenidos mentales relacionados con las vivencias e interacciones del bullerengue. En él se organiza, delimita y jerarquiza el contenido de su representación y este, a su vez, se construye desde el marco cognitivo y la actitud u orientación sensible en términos de motivación, comportamiento, gusto, etc., que se tiene hacia esta práctica objeto de representación social.

      En el camino metodológico transitado, vemos cómo estudiar el bullerengue en cuanto performance que porta y reconfigura las representaciones socialmente constituidas, nos permite incluir los sujetos e interacciones que se suceden en él, definiendo la experiencia del aquí y ahora de su acontecer. También nos da la posibilidad de estudiarlo como vivencia que repite su estructura, al tiempo que teje expresiones novedosas en los intersticios que no pueden ser mecanizados, que emergen del molde permitiendo la puesta en escena de las subjetividades individuales y colectivas que se observan en la expresión sensible de las corporeidades. Acompañamos el percibir e interpretar la vivencia y observación de tal acontecimiento con el diseño de una guía para el análisis que mantuviese la intención de incluir la experiencia estética de un investigar que no solo detecta, sino que valora la presencia y el acontecer sensible que identifica al grupo social de los bullerengueros.

      El análisis de este acontecer implicó observar las interacciones sociales y las estrategias de carácter estético que se activan intencionalmente en los ámbitos bullerengueros generando las identidades que los caracterizan como colectivo, por lo que, respaldados en las Matrices para el estudio de la sensibilidad social de Katya Mandoki, diseñamos una guía para observar las intersensibilidades que se ponen en juego en la práctica del bullerengue. Esta artista e investigadora mexicana centra el inicio de su estudio de las prácticas estéticas e identidades sociales, en la forma como se ponen en juego estrategias estéticas (persuasión, seducción y negociación) para la construcción de las identidades. Al respecto afirma que

      toda puesta en identidad no solo informa al interlocutor respecto de con quién está tratando: también lo intenta persuadir, conmover incluso fortalecer o someter, para lo cual pone en juego estrategias estéticas […] procesos de índole estética que influyen de manera definitiva en sus actividades por los diversos espacios sociales [dado que] no hay conjunto social que no genere una estética. (Mandoki 2006b, 8)

      Las estrategias estéticas constituyen procesos de manipulación de las sensibilidades y, a la vez, “una verdadera tecnocracia de la sensibilidad, psico-ingenierías de la subjetividad y boyantes estéticas de la violencia [ante las cuales] nos encontramos en total indefensión conceptual” (Mandoki 2006b, 9). Por lo tanto, resulta importante evidenciar el papel que estos diseños estratégicos desempeñan en la generación de los rasgos y problemáticas centrales de la sociedad actual, dado que “entre las condiciones primordiales para la sobrevivencia física y mental del ser humano está su dignidad estética” (9).

      Para abordar tal problemática es evidente la importancia del aporte específico de lo estético, en la medida en que los aportes estrictamente científicos no permiten distinguir y comprender el lugar de los intercambios sensibles como elemento fundamental de todo intercambio y construcción social, “pues cada ser humano se vincula a sus semejantes desde su condición sensible”. Ocupándose de ello, Mandoki propone el modelo octádico que busca realizar esta observación y permite realizar simultáneamente los cuatro registros de la comunicación (corporal, sonoro, visual-espacial y verbal). Tal modelo busca “recuperar la complejidad y la riqueza de intercambios generalmente cercenados por el análisis de un solo registro, el verbal” (Mandoki 2006b, 10).

      El estudio de la estética, y más exactamente el estudio de la estética en la vida cotidiana que permite explorar la minuciosa red de intercambios sociales concretos, no reclama en Mandoki el lugar de ciencia, pues está totalmente ligado a la subjetividad, no solo como su objeto de estudio, sino como su lugar de enunciación y, más aún, de recepción y análisis:

      Mientras que el principio de verificabilidad de la ciencia exige que cualquier observador donde quiera que se encuentre, pueda corroborar un fenómeno bajo las mismas condiciones, en el estudio de la estética las observaciones dependen totalmente de la ubicación matricial del sujeto. (Mandoki 2006b, 10)

      Mandoki define la estética como el estudio de la condición de estesis, entendida como la sensibilidad o condición de abertura o permeabilidad del sujeto al contexto en que está inmerso. En su perspectiva, la condición de estesis estudia la abertura del sujeto en cuanto expuesta a la vida, no ya a la experiencia estética o la contemplación estética, sino a esa condición del ser vivo que consiste en estar abierto al mundo:

      Al estar expuesto a la vida y al entorno, el sujeto es atraído a ciertos elementos según su especie y capacidad (como el moho y las hormigas a las feromonas, los trepadores sociales al dinero, los fans a su celebrity) en procesos semioquímicos que involucran tanto significación como atracción, es decir, tanto semiosis como estesis. Se trata, pues, de la condición fundamental de todo ser viviente. (Mandoki 2006b, 12)

      El ser humano, en tal sentido, es un ser vivo con disposición para la receptividad o la percepción. El sujeto es estético por definición, puesto que en todos los casos es la fuente de cualquier experiencia. Mandoki entiende la estesis tal como la presenta Kant en la Crítica del juicio, como la dimensión subjetiva:

      El juicio del gusto no es, pues, un juicio de conocimiento; por lo tanto, no es lógico sino estético, entendiendo por esto aquel cuya base determinante no puede ser más que subjetiva. Si en un juicio […(las representaciones)…] son solamente referidas al sujeto (a su sentimiento), este juicio es entonces siempre estético. (Mandoki 2006b, 12)

      Ahora bien, sensibilidad, en la perspectiva de Mandoki, es la condición de receptividad, de porosidad, es decir, de membrana, de todo ser vivo:

      La membrana es ese contorno que conecta y separa a la vez a un sujeto con su mundo (Umwelt) […]. La porosidad de las membranas —de los seres y sus órganos—, los estímulos del medio ambiente, constituye la posibilidad de estesis o sensibilidad en los seres vivos antes, durante y después de desencadenar procesos de semiosis. (Mandoki 2006b, 13)

      Se trata, sin duda, de la semiosis de una condición corporal que, aplicada a lo vivo, puede convertirse en bioestética o en socioestética (campo de percepción humano), que puede analizarse neurológica, epistemológica o psicológicamente o, como lo hace Mandoki, centrarse en las consecuencias que su condición de estesis le impone al hombre como ser vulnerable y susceptible al placer y al dolor, apto para la fascinación y la repulsión en un contexto social (Mandoki 2006b, 13).

      En conclusión, la condición sensible se expresa permanentemente, dado que la sensibilidad se activa tanto en la realización de una acción como en la percepción (disfrute-empatía) de esta: sensibilidad e intersensibilidad. Por ello, es posible una socioestesis como estudio


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