Infierno - Divina comedia de Dante Alighieri. Alfonso López Quintás

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Infierno - Divina comedia de Dante Alighieri - Alfonso López Quintás


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p. 396.

      3 Purgatorio XXXII, v. 103.

      4 Cartas XIII, 39, 15, p. 816.

      5 Pablo VI, Carta apostólica Altissimi cantus, n. 17; traducción nuestra.

      6 Infierno I, v. 90.

      7 «Pro parte quam plurium civium civitatis Florentie desiderantium, tam pro se ipsis quam pro aliis civibus aspirare desiderantibus ad virtutes, quam etiam pro eorum posteris et descendentibus, instrui in libro Dantis, ex quo tam in fuga vitiorum quam in acquisitione virtutum quam in ornate eloquentie possunt etiam non gramatici informari, reverenter supplicatur vobis, dominis Prioribus Artium et Vexillifero Iustitie Populi et Comunis Florentie, quatenus dignemini opportune providere et facere solempniter reformari, quod vos, domini Priores Artium et Vexillifer Iustitie, possitis eligere unum valentem et sapientem virum, in huiusmodi poesie scientia bene doctum, pro eo tempore quo voletis, non maiore unius anni, ad legendum librum qui vulgariter appellatur El Dante, in civitate Florentie, omnibus audire volentibus, continuatis diebus non feriatis et per continuatas lectiones, ut in similibus fieri solet; et cum eo salario quo voletis non maiore centum florenorum auri pro anno predicto; et cum modis, formis, articulis et tenoribus de quibus vobis dominis Prioribus et Vexillifero videbitur convenire» (Archivo de Estado de Florencia, Provvisioni, LXII, cc. 95-99, transcrito en Dell’esilio di Dante. Discorso commemorativo del 27 gennaio 1302 letto al Circolo Filologico di Firenze il 17 gennaio 1881 da Isidoro del Lungo. Con documenti, Le Monnier, Florencia, 1881, pp. 164-165; traducción nuestra).

      NOTA DE FRANCO NEMBRINI

      Antes de afrontar un texto tan rico, pero a la vez tan lejano para nuestra sensibilidad en muchos aspectos como el de la Comedia, he introducido algunas observaciones que pueden ayudar al lector no especialista a entrar en el mundo de Dante de forma más consciente. En las siguientes páginas tenéis:

      • una nota escueta sobre la vida de Dante;

      • una breve introducción a la Edad Media y a la poética del deseo;

      • una exposición —mucho menos breve— de la Vida Nueva, o bien de la obra en la que Dante cuenta su historia de amor con Beatriz.

      El lector impaciente o ya informado puede saltarse estas páginas con tranquilidad y pasar directamente al diálogo con Dante; los más pacientes o curiosos puede que lo lean todo. Pero hay una parte que me permito señalar como esencial: la de la Vida Nueva. Porque, como veremos, la Divina comedia es hija por entero de la historia del amor de Dante por Beatriz y la obra juvenil del poeta es parte integrante de su obra maestra: una especie de «prólogo en la tierra» indispensable para comprender lo que sucede en el cielo.

      BREVE BIOGRAFÍA DE DANTE

      (1265-1321)

      Dante Alighieri nace en Florencia entre mediados de mayo y principios de junio de 1265. No sabemos el día exacto porque, por aquel entonces, no existía un organismo análogo a la oficina de registro civil que apuntara los nacimientos, y la primera fecha segura de la vida de la mayor parte de las personas era la de su bautizo. De Dante —diminutivo de Durante: «aquel que aguanta, que resiste»— solo sabemos que fue bautizado, junto a todos los nacidos durante el año anterior, el 26 de marzo de 1266 en el maravilloso baptisterio dedicado a San Juan, patrón de la ciudad.

      En esa época, Florencia es una de las ciudades más populares y ricas de Europa. Los comerciantes florentinos compran y venden telas, especias y demás por todo el mundo entonces conocido; los banqueros de la ciudad prestan dinero incluso a los reyes; la moneda de Florencia, el florín, se usa en Francia, Alemania, Inglaterra… Es verdad que no todos los florentinos son ricos, hay algunos pobres y muchos que simplemente se las apañan, pero, en general, la ciudad es próspera.

      Los habitantes se organizan en gremios según su oficio, en corporaciones llamadas «artes»: encontramos el arte de los comerciantes, de los médicos, de los herreros… El primer objetivo de las artes es favorecer y sostener el trabajo de sus miembros; sin embargo, su acción se extiende a todos los ámbitos de la vida: si un socio enferma y no puede trabajar, el arte le proporciona un dinero; cuando un socio muere, el arte se hace cargo de los gastos del funeral, etc.

      En tiempos de Dante, hay en total veintiún artes, de las cuales siete son mayores y catorce menores. Los miembros de las artes mayores mantienen también el control de la ciudad, pues son los que eligen a los seis priores que conforman el Gobierno y se mantienen en el cargo durante dos meses.

      Además de ricos, en Florencia también son muy religiosos, como lo son generalmente todos los hombres de la época. En la ciudad encontramos ciento dieciséis iglesias y, al menos, treinta monasterios, los documentos públicos se abren con la fórmula «en nombre de la Santísima Trinidad», cada corporación tiene su iglesia y su santo protector, los comerciantes hacen donaciones regulares a las iglesias, conventos, orfanatos y hospitales; además, gracias a la caridad cristiana, la riqueza de los más pudientes se encarga de aliviar al menos en parte la condición de los menesterosos.

      Además de ricos y religiosos, los florentinos también son muy litigiosos. La rivalidad entre las artes y las familias pudientes, entre los ricos y los pobres, entre los distintos barrios e incluso entre las órdenes religiosas es un elemento cotidiano de la vida ciudadana y no es raro que termine en una reyerta, una puñalada o hasta en una guerra.

      Así es la Florencia en la que Dante Alighieri viene al mundo: rica, religiosa y conflictiva.

      No se sabe prácticamente nada de su madre, Bella degli Abati. Solo sabemos que murió cuando Dante tenía alrededor de cinco o seis años. Su padre, Alighiero, se ocupaba de pequeños negocios y de préstamos de importe modesto: la familia de Dante no es ni rica ni pobre; es una de las muchas que conforman el laborioso y tenaz «pueblo llano» de la ciudad.

      Tampoco se sabe mucho de la infancia de Dante. Seguramente es un chico inteligente, curioso y que aprende con facilidad, aunque no sabemos el qué ni de quién. La única información al respecto nos la ofrece el propio Dante en la Comedia, cuando se encuentra con Brunetto Latini y escribe que todavía guarda «una querida y buena imagen paternal de vos cuando en el mundo una y otra vez me enseñabais cómo el hombre puede hacerse inmortal».1 Brunetto había sido uno de los hombres más cultos de la Florencia del tiempo y un verdadero maestro para Dante: un amigo mayor, un guía que enseña, ilustra, sugiere lecturas, anima y corrige los intentos literarios del joven.

      El único hecho de su infancia que Dante registra con precisión es el encuentro con Beatriz. En el pasado, muchos críticos sostenían que se trataba de una reconstrucción a posteriori; en cambio, hoy en día, como veremos mejor leyendo la Vida Nueva, los expertos están convencidos de que se trata de un hecho real, histórico. Con nueve años, Dante está participando como todos los florentinos en las fiestas de Calendimaggio —los Mayos— por la llegada de la primavera, cuando se queda de piedra al ver a una niña unos meses más joven que él: Beatriz, hija de Folco Portinari, uno de los hombres más destacados de la ciudad. Dante no dice nada más de ese encuentro, solo que su corazón «comenzó a latir con tal fuerza» 2 que el temblor se le extendió por todo el cuerpo.

      Desde entonces, aprovecha cualquier ocasión para volver a verla. No es fácil, ya que una chica de buena familia, como es Beatriz, nunca sale de casa sola, sobre todo si está prometida como esposa a uno de los banqueros más ricos de la ciudad. En aquel tiempo era normal que los matrimonios se concertaran cuando los esposos no eran más que unos niños, tanto es así que el propio Dante, con doce años, fue prometido oficialmente con otra chica, Gemma Donati. Así que Dante solo puede ver a Beatriz en la iglesia. Sabe dónde va a misa y acude allí para verla, con discreción, sin que nadie se dé cuenta.

      Pero pasan nueve años hasta que su mirada vuelve a cruzarse con la de Beatriz. Está caminando por la calle y, de repente, la ve venir hacia él por el otro lado de la calle, escoltada por dos ancianas damas de compañía. Él, confundido, se pega a la pared,


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