E-Pack HQN Sherryl Woods 3. Sherryl Woods

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E-Pack HQN Sherryl Woods 3 - Sherryl Woods


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estará deseando venir ahora que ya estás aquí.

      –No podrá venir hasta mañana. B.J. le pidió permiso para que un amiguito suyo se quedara a dormir en su casa, y Boone le dijo que sí porque aún no sabía que yo iba a llegar hoy.

      –Yo puedo ir a cuidar de los niños si quieres, o tú misma podrías ir a echarle una mano con ellos.

      –No, acordamos que sería mejor que B.J. no nos viera juntos demasiado a menudo, y seguro que el niño se huele que pasa algo si ve que su padre se va de la casa aunque sea por una hora.

      –Supongo que vais con tanto cuidado con B.J. por si las cosas no funcionan entre vosotros, ¿no? Tiene sentido, pero ¿cómo lo llevas?

      –La verdad es que no muy bien –admitió Emily–, pero no quiero que B.J. acabe pasándolo mal; en fin, Boone llevará al otro niño a su casa lo antes posible mañana, y después pasará por aquí a verme antes de irse con B.J. a comprar las cosas para la vuelta al cole.

      –¿No vas a ir con ellos?

      –No –intentó mantenerse inexpresiva, pero no pudo ocultar del todo lo dolida que estaba por ese tema.

      –Emily, eso no me parece bien.

      –Boone es el padre, así que es él quien pone las reglas; además, después de ver cómo reaccionó Jodie Farmer cuando una de sus amigas nos vio cenando juntos, entiendo que sea tan cauto.

      –¿Ah, sí? Pues a mí me parece que uno de vosotros dos piensa que estáis obrando mal, o que no quiere herir susceptibilidades por si lo vuestro no funciona. ¿Eres tú?

      –No –admitió, consciente de que su hermana tenía razón.

      No se sentía cómoda con aquella situación, pero estaba decidida a ser comprensiva de momento. Sabía que la actitud de Boone no se debía tan solo a que quisiera proteger a B.J., también tenía mucho que ver con lo traicionado y abandonado que se había sentido cuando ella se había ido años atrás; lo quisiera admitir o no, estaba en guardia, y las amenazas de los Farmer le hacían ser incluso más cauto.

      Samantha, por su parte, no estaba dispuesta a mostrarse comprensiva, y le aconsejó con firmeza:

      –Tienes que cambiar las reglas; tal y como están, no son justas para nadie, incluyéndote a ti. A estas alturas de la vida no tienes por qué verte a escondidas con el hombre al que amas, y Boone no debería pedirte algo así.

      –Sí, tienes razón. Pensé que era demasiado pronto para darle mayor importancia al asunto, pero voy a hablarlo con él. Tiene que haber una opción mejor –por desgracia, la verdad era que no se le ocurría ninguna, ya que la sombra del pasado parecía oscurecer el presente.

      Boone estaba frustradísimo por tener que malgastar una de las noches que Emily iba a pasar allí, que seguro que eran muy pocas, pero no se le había ocurrido ninguna alternativa. La madre de Alex habría estado dispuesta a llevarse a los niños a su casa, pero últimamente ya le había pedido demasiados favores. La invitación estaba hecha, no podía echarse atrás; además, seguro que ella ya tenía otros planes. Kim era madre soltera, así que debía de estar deseando tener una vida social que no incluyera a dos revoltosos de ocho años.

      Los revoltosos en cuestión estaban jugando con el videojuego en el piso de arriba, así que aprovechó para ir a la cocina y llamar a Emily al móvil.

      –Hola –la saludó.

      –Hola.

      Boone sintió que le daba un brinco el corazón al oír su voz.

      –¿Ha ido bien el viaje?

      –Sí, los vuelos sin contratiempos y había poco tráfico en la carretera.

      –Me gustaría haber podido estar en casa de Cora Jane cuando has llegado.

      –Podrías haber estado.

      Él se sorprendió al notar cierto tono acusador en su voz.

      –B.J. quería que su amigo se quedara a dormir aquí, ya te lo expliqué.

      –Sí, pero he estado dándole vueltas al asunto. ¿Tan horrible habría sido que les trajeras aquí un par de horas? Podríamos haber preparado unas hamburguesas, o lo que fuera. B.J. no habría notado nada fuera de lo normal.

      –Puede que no, pero no quería correr ese riesgo.

      –¿Porque B.J. es muy intuitivo, o porque no quieres que Jodie se entere? –le preguntó ella, con cierta amargura.

      –Ambas cosas –admitió, desconcertado por su actitud–. Creía que lo entendías, ¿se puede saber qué es lo que ha cambiado? ¿Te ha dicho alguien alguna cosa que te haya sentado mal?, ¿ha hecho Cora Jane algún comentario?

      –No se trata de lo que piensen los demás, soy yo la que se siente frustrada. He hecho un largo viaje para venir a verte, solo voy a pasar unos cuantos días aquí, y vamos a pasar juntos… ¿qué?, ¿un par de horas como mucho? Esto no va a funcionar si seguimos así, no podemos asentar una relación sobre esos cimientos.

      –Yo estoy tan frustrado como tú, cielo, créeme. Lo de que Alex se quedara a dormir aquí surgió antes de que me dijeras cuándo ibas a venir, pero la próxima vez no dejaré que nada interfiera en nuestros planes. Organizaré alguna actividad para B.J., y tú y yo podremos apurar hasta el último minuto juntos. Sabes que lo deseo tanto como tú, ¿verdad?

      –Sí, por supuesto.

      –Ven a comprar mañana con nosotros, te apetecía hacerlo –le ofreció, de forma impulsiva.

      –Me dijiste que no era buena idea –le contestó ella, sorprendida.

      –Puede que no lo sea, pero nadie va a pensar mal si nos ve comprando material escolar o comiendo juntos.

      –¿Estás seguro?

      –Sí –afirmó, sin darse tiempo a poder cambiar de opinión.

      No podía permitir que la hostilidad de Jodie gobernara su vida. Si se enteraba de que estaba con Emily, pues que se enterara; en cualquier caso, iba a tener que acostumbrarse a la idea tarde o temprano, así que lo mejor era que empezara a estar mentalizada cuanto antes.

      Enterarse de que él había salido de compras con Emily iba a enfurecerla, pero su reacción sería mucho peor al saber que B.J. les había acompañado; aun así, el padre era él, y una salida de compras era algo del todo inocuo.

      –Pasaremos a por ti a las diez, en cuanto dejemos a Alex en su casa. ¿Qué te parece si pasamos todo el día fuera?

      –¿Un día entero de compras? –le preguntó ella, con una carcajada–. Cielo, ahora sí que empezamos a entendernos.

      Boone tuvo la sensación de que acababa de buscarse unos cuantos problemas con aquella invitación… y, probablemente, el desgaste que iba a tener su tarjeta de crédito era el menor de todos ellos.

      B.J. cruzó el jardín a la carrera al ver a Emily, y la abrazó con fuerza antes de exclamar con entusiasmo:

      –¡Has vuelto! ¡Papá, mira quién está aquí!

      –Ya lo sabía, he pensado que querrías pasar a verla y saludarla –le contestó él, sonriente.

      –¿Vas a quedarte para siempre, Emily?

      –Solo un par de días –le contestó ella, mientras le abrazaba con fuerza–. A ver, apártate un poco para que te vea bien. ¡Me parece que has crecido unos tres centímetros desde la última vez que te vi!

      –Papá dice que este verano he crecido cinco centímetros como mínimo, todos los pantalones del cole me quedan cortos.

      –Pues tienes que comprarte otros. ¿Estás listo para comprar un montón de cosas?

      El entusiasmo del niño se acrecentó, y le preguntó esperanzado:

      –¿Tú también vienes?

      –Sí


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