Hacia una dialéctica entre individuo y cultura en la construcción de conocimientos sociales. José Antonio Castorina
Читать онлайн книгу.epistemológica para el abordaje de la construcción del sujeto y el objeto de conocimiento (referida tanto a la construcción infantil del conocimiento sobre el mundo social, como a la construcción de conocimiento por parte de los grupos sociales y de la ciencia); y la adopción de un marco epistémico relacional o dialéctico en la delimitación de las unidades de análisis, en la metodología para abordarlas y en la elaboración de una teoría explicativa de la formación de nuevos conocimientos.
Respecto de la perspectiva epistemológica constructivista (de difícil caracterización dada la diversidad de corrientes que históricamente se reclaman como tales) la corriente piagetiana, que ha presidido las investigaciones de este equipo, se centra en la relación constitutiva entre el sujeto y el objeto de conocimiento, entendidos como dos polos indisociables de las actividades que se realizan sobre el mundo. En el desarrollo de los conocimientos, las organizaciones producidas en las interacciones entre ellos no están contenidas en las organizaciones anteriores; es decir, son novedosas. Así, las tesis constructivistas se han elaborado en un intento de superar las dicotomías clásicas en el estudio de los conocimientos: sujeto-objeto; individuo-sociedad; teoría y observable; a priori y a posteriori, hechos y valores, etc. En otras palabras, tales tesis constituyen el lado epistemológico (como contracara del ontológico) de una concepción del mundo dialéctica o relacional, en oposición a una concepción basada en el marco epistémico de la escisión, que ha orientado buena parte de los estudios clásicos del desarrollo de los conocimientos sociales (Castorina, 2007b). El análisis de las interrelaciones, conflictos y articulaciones de los componentes que intervienen en los procesos de construcción del conocimiento para superar tales dicotomías, o la búsqueda de un trasfondo meta-teórico, han orientado explícitamente las investigaciones de este equipo. Dicho de otro modo, el planteo mismo de los problemas de investigación (cada vez más centrados en cómo se vinculan individuo y cultura en el desarrollo de los conocimientos sociales), la elección de las unidades de análisis (las interdependencias dinámicas entre las prácticas sociales y la construcción individual de conocimiento) o los métodos de indagación (e. g. entrevistas clínicas, etnografía). Justamente, la intervención de un marco dialéctico hace compatibles –en su diversidad– a la teoría de las representaciones sociales y la psicología genética, ambas reconsideradas y revisadas, o a esta última y a la antropología social. Por eso, por ejemplo, al investigar la construcción de ideas de los adolescentes sobre su derecho a la intimidad es pertinente el estudio de las prácticas institucionales; o estudiar cómo la ontogénesis de las representaciones sociales de la justicia es posibilitada por aquello que los grupos sociales constituyen como “realidad”, o indagar cómo las prácticas de los niños, niñas y adolescentes intervienen en el modo en el que piensan la política, a partir de sus experiencias con ella.
Es importante aclarar que poner en primer plano las condiciones contextuales de construcción del conocimiento y la apropiación de representaciones sociales no implica dejar de lado los procesos constructivos que tienen lugar a nivel individual, es decir, no supone abandonar el carácter activo del sujeto en dicho proceso, otra de las tesis centrales de la teoría piagetiana. En trabajos previos de este equipo (Barreiro y Castorina, 2018; Horn, 2019) se analizó cómo la génesis de las ideas sobre la justicia, el derecho a la intimidad, el género o el presidente, requiere la reconstrucción por parte de los individuos de estructuras de significados colectivos que se expresan en la prácticas y contextos sociales de los que estos participan. A los fines de esclarecer ese proceso, recurrimos a la propuesta de Jean Piaget (1980/1996, 1975/1990) sobre las inferencias dialécticas –inferencias que no reiteran las premisas en la conclusión– y dan lugar a la construcción de nuevos significados. Tales inferencias corresponden al mecanismo de equilibración (Piaget, 1975/1990) que explica las transformaciones de los conocimientos por la actividad cognoscitiva de los individuos con los objetos de conocimiento. Específicamente, planteamos que las inferencias dialécticas resultan instrumentos cognitivos que podrían explicar las transformaciones de los conocimientos colectivos durante su apropiación por parte de los individuos y, serían una herramienta teórica fructífera para que los investigadores puedan avanzar en el esclarecimiento del proceso ontegénetico de los conocimientos sobre el mundo social.
Por otra parte, como ya hemos planteado en producciones anteriores de este equipo (e. g. Castorina, 2005, 2010; Castorina y Barreiro, 2014), el modo en el que delimitamos e indagamos las condiciones culturales de la construcción individual de los conocimientos sociales, nos ha llevado a un procesos de apertura del programa de investigación de la psicología genética a la filosofía, la psicología social y la antropología social, que posibilitó el desarrollo de investigaciones conjuntas. Tal apertura supone la explicitación de los marcos epistémicos comunes junto con la articulación de sus perspectivas conceptuales y procedimientos metodológicos, asumiendo críticamente las contribuciones mutuas para, a su vez, consolidar el propio programa de investigación constructivista. Así, el trabajo colaborativo con otras disciplinas nos ha llevado a transformar el propio proceso de investigación, considerado como una totalidad dinámica en la que interactúan tanto el marco epistémico y las teorías que se van elaborando, junto con los métodos y los fenómenos construidos, articulados por la creatividad de los investigadores. Un auténtico ciclo metodológico, al decir de Valsiner (2012). En contra de las posiciones positivistas que atribuyen a los métodos por sí solos el logro del conocimiento, en nuestro programa de investigación se pone de manifiesto la concepción de una interacción entre la construcción teórica, la invención creativa de los individuos y la verificación empírica. Cualquiera de ellos puede cambiar, por virtud de sus conexiones, no sólo las teorías al ser falsadas por los hechos o por controversias con otras, o los métodos ante los requerimientos de los nuevos problemas, sino también los marcos epistémicos. En nuestro caso el marco epistémico dialéctico se “dialectizó”, valga la expresión, ya que se diversificaron y complejizaron las relaciones básicas, por ejemplo, al pasar progresivamente del estudio de la interacción dual entre sujeto y objeto a relaciones ternarias entre sujeto-objeto-otro.
De esta manera, para producir las elaboraciones teóricas y los estudios empíricos que se presentan en este libro, ha sido crucial la reflexión meta-teórica o epistemológica sobre la caracterización de las teorías, la elección metodológica, y la explicitación de un marco epistémico dialéctico que puede justificar el diálogo in vivo entre diferentes disciplinas. Más aún, la originalidad de los trabajos reunidos en esta obra reside, en gran medida, en el intento de articular las reflexiones meta-teóricas con los otros niveles de investigación: la realización de estudios empíricos y la elaboración de teoría sobre el proceso de construcción colectiva y de apropiación individual del conocimiento social. En la mayor parte de los capítulos de este libro puede encontrarse un testimonio de tal esfuerzo al plantear, o sugerir, una revisión de las unidades de análisis: ya sea en términos de la incorporación del contexto a las indagaciones cruzadas entre psicología del desarrollo y antropología, o en la investigación sobre el derecho a la intimidad en adolescentes; ya sea en una aproximación a una unidad ternaria y dinámica –específica para cada investigación– compuesta por un sujeto social, objeto de conocimiento y alter (individuas, grupos, o prácticas normativas con adolescentes en escuelas). Así, a lo largo del despliegue de nuestro programa de investigación fuimos abandonando progresivamente al sujeto epistémico propio de la tradición piagetiana clásica en pos de un sujeto psicosocial, constituido por su participación en prácticas sociales donde las relaciones entre el sujeto y el otro, expresadas en creencias y prácticas colectivas, juegan un rol constructivo. Esta ha sido quizás la más significativa revisión del programa clásico de investigación constructivista de los conocimientos sociales, una revisión de una de sus tesis nucleares, que a su vez ha posibilitado la investigación colaborativa con otras disciplinas. Cabe mencionar que esta apertura fue posible debido a la multidisciplinariedad de los integrantes de este equipo de investigación, que provienen de distintos campos de las ciencias sociales: psicólogos y psicólogas del desarrollo, sociólogos y sociólogas, filósofos, antropólogas, psicólogas sociales y licenciadas en ciencias de la educación.
Además, gracias al diálogo entre diferentes enfoques disciplinares pudimos avanzar en la delimitación y comprensión del “carácter social” del conocimiento, una tesis que para nosotros está lejos de ser obvia –como parece serlo para muchos investigadores e investigadoras– sino que es un problema