Mi camino: El camino de las nubes blancas. Osho
Читать онлайн книгу.una nube blanca esto no es posible. Con tu ego puedes ver la nube blanca, puedes pensar en ella pero los misterios no estarán abiertos. Las puertas permanecerán cerradas. Permanecerás en una noche oscura. Si tu ego desaparece, te habrás convertido en la nube blanca.
El Zen posee una de las más antiguas tradiciones de la pintura. Un maestro Zen tenía un discípulo que estaba aprendiendo a pintar y a través de la pintura, por supuesto, aprendía a meditar. El discípulo estaba obsesionado por los bambúes; continuamente dibujaba y pintaba bambúes. Se dice que el maestro le dijo a su discípulo: “A menos que te conviertas en un bambú, nada sucederá”.
Durante diez años, el discípulo estuvo dibujando bambúes. Se había vuelto tan eficiente, que hasta con los ojos cerrados en una noche oscura y sin luz, podía dibujar bambúes. Y sus bambúes eran perfectos y muy vivos.
Sin embargo, el maestro no estaba de acuerdo. Y dijo: “No, a menos que te conviertas en un bambú, ¿cómo puedes dibujarlo? Sigues estando separado, sigues siendo un espectador, sigues siendo un concurrente. Por lo tanto, podrás haber conocido al bambú desde afuera, pero eso es la periferia y no el alma del bambú. A menos que te conviertas en uno, a menos que te conviertas en un bambú, ¿cómo puedes conocerlo desde adentro?”
El discípulo lidió durante diez años, pero el maestro no estaba de acuerdo. Así que el discípulo desapareció en el bosque, en un bosque de bambú. Durante tres años no se supo nada de él. Entonces comenzó a esparcirse la noticia de que se había convertido en un bambú: “Ahora ya no dibuja. Vive con los bambúes, permanece de pie con los bambúes. Los vientos soplan, los bambúes bailan, él también baila”.
El maestro fue a averiguar. Y realmente el discípulo se había convertido en un bambú. El maestro dijo: “Ahora olvida todo acerca del bambú”. Entonces el discípulo dijo: “Pero tú me dijiste que me convirtiera en el bambú y me he convertido en él”. El maestro respondió: “Ahora olvida también esto porque ahora esta es la única barrera. En algún lugar en lo más profundo aún sigues estando separado y recordando que te has convertido en el bambú. Así que todavía no eres un bambú perfecto porque un bambú no recordaría esto. Así que olvídalo”.
Durante diez años no se habló de los bambúes. Entonces un día, el maestro llamó al discípulo y le dijo: “Ahora puedes dibujar. Primero conviértete en los bambúes, luego olvida a los bambúes de modo que te conviertas en un bambú tan perfecto que el dibujo no sea un dibujo sino un bulto”.
Yo no tengo ninguna relación con las nubes blancas. Yo soy una nube blanca. Me gustaría también que vosotros fueseis nubes blancas, que no estén relacionados. Basta de tal relación, ya has sufrido suficiente. Durante muchas, muchas vidas te has relacionado con esto o con aquello y ya has sufrido suficiente, más que suficiente. Has sufrido más de lo que mereces. El sufrimiento se ha centrado en el equívoco concepto de la relación. El equívoco concepto es: debes ser tú mismo y luego relacionarte. Entonces ahí está la tensión, el conflicto, la violencia, la agresión y le sigue todo el infierno.
Sartre dice que el otro es el infierno. Pero en realidad, el otro no es el infierno: el otro es “el otro” porque tú eres el ego. Si no eres nada más, el otro ha desaparecido. Siempre que esto sucede —entre un hombre y un árbol, entre un hombre y una nube, entre un hombre y una mujer o entre un hombre y una roca— siempre que tú no seas, el infierno desaparecerá. De pronto te has transfigurado, has entrado al paraíso.
La Antigua historia bíblica es hermosa: Adán y Eva fueron arrojados del Jardín del Edén por haberse comido un fruto prohibido, el fruto del árbol del conocimiento. Esta es una de las parábolas más maravillosas que se hayan concebido. ¿Por qué estaba prohibido el fruto del árbol del conocimiento?, porque desde el momento en que el conocimiento se presenta, el ego está ahí. Desde el momento en que sabes que existes, has caído. Este es el pecado original.
Nadie arrojó a Adán y a Eva del paraíso. Desde el momento en que se hicieron conscientes de que existían, el Jardín del Edén desapareció. Para esos ojos que están llenos de ego, el Jardín no puede existir. No es que hayan sido arrojados del Jardín: el Jardín está aquí y ahora, sólo que está a tu lado. Siempre te ha estado siguiendo adondequiera que vayas, pero no puedes verlo. Si el ego no está ahí, vuelves a entrar y el Jardín es revelado. Nunca has salido de él.
Intenta esto: sentado bajo un árbol, olvídate de ti mismo. Permite que sólo el árbol esté ahí. Esto le sucedió a Buda bajo el árbol bodhi. El no existía y, en ese momento, todo sucedió. Sólo el árbol bodhi estaba ahí.
Quizás no te habías percatado de que durante quinientos años después de Buda, su estatua no fue erigida ni su imagen fue pintada. Durante quinientos años seguidos, siempre que se erigía un templo budista, sólo la imagen del árbol bodhi estaba ahí. Era algo hermoso, porque en ese momento cuando Gautam Siddhartha se convirtió en Buda, él no estaba ahí, sólo el árbol. Había desaparecido por un momento, sólo el árbol estaba ahí.
Busca los momentos en que no existas y esos serán los momentos en que por primera vez existirás realmente.
Así que yo soy la nube blanca y todo el esfuerzo es hacerlos también nubes blancas desplazándose en el cielo. Sin un lugar adónde ir, sin venir de ningún lugar, sólo estando aquí en este preciso momento, perfectos. Yo no les formo ningún ideal, no les enseño ningún deber. No les digo que sean esto o que se conviertan en aquello. Toda mi enseñanza es simplemente esto: cualquier cosa que seas, acéptala tan completamente que no quede nada por lograr y te convertirás en una nube blanca.
¿ES VERDAD QUE PARA ABRIRSE PASO REALMENTE, PARA VOLVERSE TOTALMENTE PRESENTES, PARA CONVERTIRNOS EN UNA NUBE BLANCA, DEBEMOS VIVIR A TRAVÉS DE TODOS NUESTROS SUEÑOS, TODAS NUESTRA FANTASÍAS? ¿Y CÓMO PUEDE ESA REALIDAD SER TAN REAL EN RESPUESTA A LAS CALLES DE LA CIUDAD COMO LO SERÍA EN EL JARDÍN DEL EDÉN, EN EL CORAZÓN DE LA NATURALEZA?
La cuestión no es si uno tiene que vivir o no a través de todos los sueños y las fantasías. Estás viviendo en ellos. Ya estás en ellos. Y no es una cuestión de elección —no puedes elegir—. ¿Puedes elegir? ¿Puedes dejar caer tus sueños? ¿Puedes dejar caer tus fantasías? Si intentas dejar caer tus sueños, tendrás que reemplazarlos por otros sueños. Si intentas cambiar tus fantasías, éstas se transformarán en otro tipo de fantasía, pero seguirán siendo sueños y fantasías.
¿Entonces qué se debe hacer? Aceptarlos. ¿Por qué estar en contra de ellos? Este árbol tiene flores rojas, ese árbol tiene flores amarillas. Entonces está bien. Tienes ciertos sueños: sueños amarillos. Alguien más tiene otros sueños: sueños azules, sueños rojos. Entonces está bien. ¿Por qué luchar en contra de los sueños, por qué tratar de cambiarlos? Si tratas de cambiarlos, crees en ellos demasiado. Tú no crees que son sueños, crees que son reales y que cambiarlos sería importante. Si los sueños son sueños, ¿por qué no aceptarlos?
Desde el momento en que los aceptes, desaparecerán. Este es el secreto. Desde el momento en que los aceptes, desaparecerán, porque la mente soñadora existe a través del rechazo. El fenómeno mismo de una mente soñadora es el rechazo.
Has estado rechazando muchas cosas, por eso es que aparecen en tus sueños. Caminas por una calle, observas a una hermosa mujer o a un hombre. El deseo surge. De repente, lo dejas caer: ¡eso está mal! Lo rechazas. ¡La tradición, la cultura, la sociedad y la moralidad dicen que esto no es bueno!
Puedes ver una hermosa flor y no hay nada malo en eso. Pero cuando ves un hermoso rostro, de inmediato algo sale mal, lo rechazas. Ahora este rostro se convertirá en sueño. Lo rechazado se transforma en sueño. Ahora este rostro te perseguirá. Ahora, por la noche, este rostro se acercará a ti, ahora este cuerpo estará flotando a tu alrededor.
El deseo que has rechazado se convertirá en un sueño. Los deseos que has reprimido se convertirán en sueños y fantasías. Entonces, ¿cómo crear un sueño? El secreto es rechazar. Mientras