Mi camino: El camino de las nubes blancas. Osho

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Mi camino: El camino de las nubes blancas - Osho


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no lo estáis.

      Yo no estoy, y si por un solo momento tampoco vosotros estáis ahí, se llevará a cabo una unión: entonces dos vacíos se unen. Recordad que sólo dos vacíos se pueden unir, no existe la posibilidad de otra unión. Siempre que tengáis una unión, significará la fusión de dos vacíos.

      El ego es muy sólido, demasiado sustancial para poder fusionarse. Por lo tanto, podéis luchar, chocar pero no podéis uniros. Podéis tocaros pero nunca estaréis juntos. Podéis uniros y, aun así, no estar unidos. Podéis tocaros mutuamente y, aun así, permanecer sin tocarse. Vuestro vacío seguirá siendo una tierra virgen que no ha sido penetrada.

      Pero cuando el ego no está ahí, cuando no estás sintiendo mucho al Yo, cuando no estás pensando en ti mismo en absoluto, cuando no hay un interés personal, a eso, Buda le llama anatta: el no egoísmo. Buda fue muy mal interpretado. En la India, la gente hablaba de atman: el yo, el yo supremo. Todos buscaban al yo supremo, cómo convertirse en el yo absoluto. Y entonces Buda viene y dice: “No existe un yo que deba ser alcanzado; más bien, por favor, sé un no-yo”. Sus enseñanzas no podían ser aceptadas y Buda fue expulsado de este país. No fue aceptado en ninguna otra parte. Un Buda siempre es expulsado. A dondequiera que vaya será expulsado porque te golpea tan profundamente, que no puedes tolerarlo. Él dice que no existes.

      Cuando estás desolado, cuando sólo existe un vacío, sucede la unión. Cualquier persona capaz de estar desolada, se fusionará. Y esta es la única manera de volverse uno con la existencia. Podéis llamarlo amor, podéis llamarlo oración, podéis llamarlo meditación o cualquier cosa que queráis.

      Estáis aquí porque la vida ha sucedido de esa manera. Yo estoy aquí porque así es como la vida me ha sucedido.

      Y esta posibilidad de estar cerca de mí se puede usar, se puede desperdiciar, se puede dejar perder por completo. Si falláis, entonces tampoco será la primera vez. Muchas veces habéis estado conmigo. Quizás no haya sido exactamente conmigo; muchas veces estuvisteis con un Buda, y eso era estar conmigo. Muchas veces estuvisteis con un jina, con un Mahavira y, eso, era estar conmigo. Muchas veces estuvisteis alrededor de Jesús, de Moisés o de Lao Tsé, eso, era estar conmigo. Un Lao Tsé o un Buda no pueden definirse de ninguna manera; son dos vacíos y dos vacíos no tienen cualidades qué comparar. Quizás habéis estado con un Lao Tsé y yo digo que estuvisteis conmigo porque no hay nada qué comparar. Un Lao Tsé es un vacío. Dos vacíos son exactamente lo mismo, no podéis hacer ninguna comparación. Sin embargo, habéis fallado. Habéis estado fallando muchas veces. Podéis fallar nuevamente.

      Y recordad que sois sabios, inteligentes, calculadores. Aunque falléis, fallaréis muy sabiamente. Lo racionalizaréis. Diréis que no había nada qué ganar. O buscaréis argumentos que oculten el hecho. Si os volvéis alerta a esta posibilidad de fallar, entonces la unión se vuelve posible de inmediato. Y digo de inmediato, no hay necesidad de posponerla.

      Y esto es algo significativo, que la vida ha sucedido de tal manera, que vosotros estáis aquí. Hay millones ahí y la vida no ha sucedido de tal manera. Vosotros sois afortunados, pero no hagáis de eso un alimento para el ego, porque si vuestro ego saca algún provecho de eso y se vuelve más fuerte, os habréis perdido de esa fortuna. Vosotros sois afortunados pero esa posibilidad sigue abierta. Podéis crecer en su interior o podéis salir de ella. Y esto es algo extraño, extraño por muchas razones.

      Primero, es muy difícil sentirse atraído hacia una persona que está desolada —muy difícil porque el vacío no es una fuerza tan magnética—. Os sentís atraídos hacia un hombre que “tiene” algo. ¿Por qué nos sentimos atraídos hacia un hombre que tiene algo?, porque tenemos deseos. También nosotros queremos obtener algo. Os sentís atraídos hacia un político que tiene poder porque estáis orientados hacia el poder, deseáis el poder. Entonces cualquiera que lo tenga se convierte en el ídolo, en el héroe. Os sentís atraídos hacia una persona que tiene muchas riquezas. Como sois pobres, en el fondo anheláis las riquezas. Entonces cualquiera que las tenga se convierte en el ideal. ¿Pero por qué debería uno sentirse atraído hacia una persona que no tiene nada?

      Esto es una suerte, una rara posibilidad. Algunas veces la vida sucede de tal manera, que os sentís atraídos hacia una persona que no tiene nada, que está vacía. No obtendréis nada de ella, más bien todo se perderá con ella. Es una apuesta. Por lo tanto, sois jugadores —por eso es que estáis aquí—. Y a menos que apostéis todo, perderéis, porque esta apuesta no puede ser parcial —las partes no pueden aceptarse—. Ésa no es la regla de este juego.

      Entonces, no vaciléis, apostad todo lo que tengáis. Es algo peligroso y arriesgado. Por eso digo que es extraño sentirse atraído hacia un Buda o hacia un Jesús. Muy pocos se ven atraídos. Vosotros conocéis a Jesús... muy pocos, sólo doce discípulos. Y hombres muy comunes: algunos son pescadores, algunos son carpinteros, algunos son granjeros —no son importantes de ninguna manera—, tan sólo son gente común. ¿Por qué esa gente tan común se siente atraída hacia Buda o Jesús? El ser común es una cualidad muy poco común porque aquellos que no son comunes persiguen un viaje hacia el ego: riquezas, poder, estatus. Un granjero, un pescador, un carpintero —personas insignificantes, totalmente ordinarias, que no buscan beneficio alguno— se ven atraídos hacia Jesús.

      Ser común es algo poco frecuente; ser absolutamente ordinario es algo realmente extraordinario. Se sabe que los maestros Zen decían continuamente: “Vuélvete ordinario y entonces te convertirás en algo extraordinario”. Todo ser ordinario está tratando de ser extraordinario: eso es lo común. Tan sólo sigue siendo ordinario. Eso significa que no debes buscar algo, no debes buscar ningún logro ni debes, de ninguna manera, estar orientado hacia una meta sino vivir momento tras momento, desplazándote. Eso es lo que yo os estaba diciendo: desplazándonos como una nube blanca.

      Vuestra presencia aquí es algo extraordinario también por otras razones... porque la mente humana siempre le teme a la muerte. Se aferra a la vida, existe ahí un anhelo por la vida.

      Aun en la miseria, ésta se aferra a la vida —un profundo temor a la muerte—. Y cuando alguien viene a mí, viene en realidad a morir, viene a disolverse. ¡Seré un abismo para él, un abismo sin fondo en el cual caerá y caerá y caerá sin llegar a ningún lugar! Si miráis dentro de mí, os sentiréis mareados. Si miráis fijamente a mis ojos, veréis el abismo y, entonces, el temor os atrapará, el caer y caer... Tan sólo imaginad una hoja cayendo dentro de un abismo, y el abismo es infinito y no tiene fondo, de modo que no puede llegar a ningún lugar, tan sólo puede desaparecer; cayendo, cayendo, cayendo, desaparecerá.

      El viaje religioso comienza pero nunca termina. Vosotros venís a mí, caéis en mí, desaparecéis y nunca llegáis a ninguna parte. Sin embargo, esa desaparición es la satisfacción. Ninguna otra satisfacción se ha conocido jamás, no existe ninguna otra satisfacción. ¡La satisfacción de la desaparición total! Así como una gota de rocío desaparece por la mañana cuando el sol aparece, o así como en la noche arde una lámpara terrenal, el viento entra y la flama se extingue y la oscuridad... La flama ha desaparecido y no podéis encontrarla por ninguna parte, de la misma manera vosotros desaparecéis.

      Es poco frecuente buscar el suicidio: ¡Esto es el suicidio, el verdadero suicidio! Podéis matar al cuerpo en cualquier parte, pero no podéis matar al Yo en cualquier parte. Aquí estaréis listos para el suicidio final: para matar al Yo.

      Mas no hagáis de cada una de estas cosas una explicación, pues no lo son. Siempre he estado en contra de las explicaciones. Si por todo esto os volvéis más misteriosos, si por todo esto os volvéis más imprecisos, entonces hasta ahora todo va bien. Si vuestra mente se hace humo y no sabéis qué es qué, entonces esa es la mejor situación.

      AL IGUAL QUE TODAS LAS NUBES, LAS NUBES BLANCAS SON DIRIGIDAS POR EL VIENTO. ¿CUÁL ES LA DIRECCIÓN ACTUAL DEL VIENTO? ¿EXISTEN EN ESTA ÉPOCA ALGUNAS POTENCIALIDADES ESPECIALES?

      Las nubes blancas no son dirigidas por el viento. El fenómeno de dirección existe sólo


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