Mi camino: El camino de las nubes blancas. Osho

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Mi camino: El camino de las nubes blancas - Osho


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no hay resistencia. Si no hay voluntad por parte de la nube, entonces el viento no puede dirigirla.

      Podéis dirigir sólo cuando alguien no está listo para flotar, para relajarse, para dejarse llevar. Sin embargo, el fenómeno de la nube significa que es el dejarse llevar en sí. Si el viento dice hacia el este, la nube está lista; ya está moviéndose hacia el este. No ha habido un solo pensamiento hacia el ‘no’, no ha habido una sola negación. Si la nube se estaba moviendo hacia el oeste y el viento comienza a soplar hacia el este, la nube se mueve hacia el este. El viento no está dirigiendo, la dirección es necesaria sólo cuando alguien está en contra.

      La gente viene a mí y dice: “Dirígenos”, y sé lo que están diciendo. “Guíanos” y sé lo que están diciendo. No están listos, de lo contrario, ¿cuál sería la necesidad de ser dirigidos y de ser guiados? Ya es suficiente con que estéis aquí conmigo para que todo suceda. El viento sopla hacia el este y comenzáis a flotar hacia el este. Sin embargo, vosotros decís “guíanos”, decís “dirígenos”. Estáis diciendo que estáis en contra, tenéis una negación, tenéis un rechazo; lucharéis. Y si no hay voluntad por parte de la nube, ¿cómo podéis hacer una comparación, cuál es la nube y cuál el viento? El límite existe con la voluntad.

      Recordad esto, pues esto habrá de convertirse en vuestro principal pensamiento: el límite entre tú y yo existe debido a tu voluntad. Tú estás ahí, rodeado por una voluntad. Entonces yo aparezco y surge un conflicto. Una nube no tiene voluntad, entonces ¿dónde está el límite? ¿Dónde termina la nube y dónde comienza el viento? El viento y la nube son uno. La nube forma parte del viento; el viento forma parte de la nube. El fenómeno es uno solo, sin divisiones.

      Y el viento sigue soplando en todas direcciones. Así que el problema no está en elegir la dirección; el problema está en cómo convertirse en la nube. El viento sigue soplando en todas direcciones. Se mueve, cambia. Siempre está corriendo de una esquina a otra. En realidad no hay una dirección. No hay un mapa; todo es algo inexplorado. No hay nadie que lo guíe y diga: Ahora ve hacia el este, ahora ve hacia el oeste.

      Toda la existencia lo ‘perturba’. Es una existencia ondulante, todas las direcciones le pertenecen. Y cuando digo todas las direcciones, me refiero a las buenas y a las malas, a las morales y a las inmorales. Cuando digo todas las direcciones, me refiero a todas. El viento está soplando en todas direcciones. Así ha sido siempre.

      Entonces, recordad: no ha habido una época específicamente religiosa ni una época antirreligiosa, no puede haberla. La gente piensa así porque esto les da la posibilidad de viajar hacia el ego. En la India, la gente cree que en la antigüedad había en la tierra una época religiosa y que, ahora, todo se ha corrompido, que esta es la época más oscura. Todo esto es una tontería. Ninguna época es religiosa o antirreligiosa. A la religiosidad no le importa el tiempo sino las cualidades de la mente.

      Así que no es una cuestión de si la nube va hacia el este, entonces será religiosa y, si va hacia el oeste, será antirreligiosa. No. Si la nube carece de voluntad, ésta será religiosa dondequiera que vaya. Y si la nube posee voluntad, entonces será irreligiosa dondequiera que vaya. Y existen los dos tipos de nubes: muy pocas son las que carecen de voluntad, millones poseen voluntad, proyectos, deseos e ideas. Luchan contra el viento. Mientras más luchan, más angustia se origina. Y la lucha no lleva a ninguna parte porque nada puede hacerse. Ya sea que luches o no, el viento irá hacia el este y tú tendrás que ir hacia el este. Sólo podrás tener cierta noción de que has estado luchando y de que eres un gran guerrero, eso es todo.

      Aquél que comprende deja de luchar. Ni siquiera está tratando de nadar, simplemente se deja llevar por la corriente. Esta corriente la utiliza como vehículo; se vuelve uno con ella y se mueve con ella. A esto yo le llamo entregarse y a esto las sagradas escrituras llamaron la actitud del devoto. Entregado no existes. Entonces dondequiera que el viento te dirija, irás. No tienes ninguna voluntad propia. Así ha sido siempre.

      En el pasado había Budas, nubes blancas que flotaban; en la actualidad hay Budas, nubes blancas que flotan. En el pasado había furiosas nubes negras llenas de voluntad, deseo, futuro; hoy también están ahí. Con voluntad y deseo eres una nube negra, pesada. Sin voluntad, sin deseo, eres una nube blanca, ligera. Y la posibilidad de que existan ambas está siempre abierta. De ti depende dejarte llevar o no.

      No pienses en el tiempo o la época. El tiempo y la época simplemente no son importantes. Si te permites estar vacío, esta será la época dorada. Si permite que el deseo te llene demasiado, esta será la época más oscura que exista, el Kali Yuga. Tú eres el creador del tiempo y la época que te rodean. Tú vives en tu propia época y en tu propio tiempo.

      Recuerda que no somos contemporáneos de esa manera. Una persona como Jesús es alguien del pasado; puede sólo estar aquí pero es alguien del pasado. Vive tan eternamente, que no puedes decir que es actual. Vive tan plenamente, que no puedes decir que pertenece a una fracción de tiempo. Él no forma parte del mundo de costumbres que vienen y van. Al vivir con lo absoluto, te vuelves absoluto. Al vivir con lo eterno, te vuelves eterno. Al vivir con lo infinito, te vuelves infinito.

      Sin embargo, la pregunta también es acertada en otro sentido. En todo el mundo la gente tiene la sensación de que se aproxima cierta época, cierto tiempo, cierto clímax, cierto punto culminante —algo va a explotar—, como si estuviésemos alcanzando un punto específico en la evolución de la humanidad. Sin embargo, me gustaría decirte que esto es, de nuevo, el viaje del ego hacia esa época. En toda época se piensa así: “Algo está llegando a un clímax con nosotros; estamos aquí, algo especial sucederá en la Tierra”. ¡Así ha sido siempre!

      Se sabe que cuando Adán y Eva fueron expulsados del jardín del Edén, Adán le dijo a Eva mientras atravesaban por la puerta: “Estamos atravesando por la mayor transformación que se haya conocido en la historia”. El primer hombre que dice y piensa: “La mayor transformación...”

      En cada época se piensa que las cosas están alcanzando un punto culminante, un punto definitivo, un punto omega en donde todo hará explosión y surgirá un nuevo ser. Sin embargo, éstos son esperanzas y viajes del ego que no son muy significativos. Vosotros estaréis aquí durante algunos años; después habrá otros y pensarán lo mismo. El punto culminante se alcanza no con la época sino con el ser individual. Se alcanza el clímax pero se alcanza de manera consciente y no a través de una inconsciencia colectiva.

      Te puedes convertir en una persona religiosa. Y el tiempo es bueno, el tiempo siempre será bueno. No pienses demasiado en los demás porque esto podría ser sólo un escape de ti mismo. No pienses en la época y no pienses en la humanidad, porque la mente es tan ingeniosa, la mente humana es tan astuta, que no sabes...

      He estado leyendo la carta de un amigo y dice que quedó muy decepcionado de sus relaciones amorosas, que siempre que se enamoraba era tanta la aflicción, que dejó de amar a una persona y comenzó a amar a toda la humanidad. Ahora bien, es fácil amar a toda la humanidad, no hay ningún problema. Amar a una persona es muy, muy difícil; puede ser el infierno mismo. Puede ser el infierno mismo porque puede convertirse en el paraíso.

      Seguimos evitando. La gente comienza a pensar en los demás sólo para evitar pensar en sí misma. Comienza a pensar en la época, en el tiempo, en los planetas y en lo que le sucederá a la conciencia humana sólo para evitar enfrentarse con problema básico: ¿Qué le sucederá a mi conciencia?

      Vuestra conciencia debe ser el objetivo.

      Todo tiempo es bueno, todos los tiempos son buenos para eso.

      Suficiente por hoy.

      Capítulo 3 · ¿Desdichado o extático?

      UNA VEZ NOS CONTASTE DE UN ANCIANO QUE TENÍA MÁS DE CIEN AÑOS DE EDAD. UN DÍA, EN SU CUMPLEAÑOS, LE PREGUNTARON POR QUÉ SIEMPRE ESTABA CONTENTO. Y ÉL RESPONDIÓ: “CADA MAÑANA, AL DESPERTAR, PUEDO ELEGIR ENTRE ESTAR CONTENTO O AFLIGIDO, Y YO ELIJO ESTAR CONTENTO”. ¿CÓMO ES QUE, POR LO GENERAL,


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