Sigmund Freud: Obras Completas. Sigmund Freud

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Sigmund Freud: Obras Completas - Sigmund Freud


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para la noción popular, etc. No puedo sino asociarme plenamente en este punto a la opinión que Janet ha expuesto en los últimos números de los Archivos de Neurología. Las parálisis histéricas la demuestran tan bien como las anestesias y los síntomas psíquicos.

      INTENTARÉ, por último, exponer cómo podría ser la lesión causa de las parálisis histéricas. No quiere esto decir que vaya a mostrar cómo de hecho es tal lesión. Trátase tan sólo de indicar la trayectoria mental, susceptible de conducir a una concepción que no contraiga las propiedades de la parálisis histérica, en cuanto difiere de la parálisis orgánica cerebral.

      Tomaremos los términos «lesión funcional o dinámica» en su sentido propio de «alteración de una función o de un dinamismo», o alteración de una propiedad funcional. Una tal alteración sería, por ejemplo, la disminución de la excitabilidad o de una cualidad fisiológica, que en estado normal permanecen constantes o varían dentro de límites determinados.

      Se nos dirá quizá que nada nos impide considerar la alteración funcional como uno de los aspectos de la alteración orgánica. Así, una anemia pasajera del tejido nervioso disminuirá su excitabilidad.

      Mas, por nuestra parte, intentaremos demostrar que puede haber alteración funcional sin lesión orgánica concomitante, o, por lo menos, sin lesión reconocible, aun por medio del más sutil análisis. O dicho de otro modo: intentaremos dar un ejemplo apropiado de una alteración funcional primitiva. No pedimos para hacerlo más que el permiso de pasar al terreno de la Psicología, imposible de eludir cuando de la histeria se trata.

      Con Janet, afirmamos que en las parálisis histéricas, como en las anestesias, es la concepción vulgar, popular, de los órganos y del cuerpo en general la que entra en juego. Esta concepción no se funda en un conocimiento profundo de la anatomía nerviosa, sino en nuestras percepciones táctiles y, sobre todo, visuales. Si tal concepción es la que determina los caracteres de la parálisis histérica, esta última deberá mostrarse ignorante de toda noción de la anatomía del sistema nervioso e independiente de ella. La lesión de la parálisis histérica será, pues, una alteración, por ejemplo, de la concepción o idea del brazo. Pero, ¿de qué clase es esta alteración para producir la parálisis?

      Considerada psicológicamente, la parálisis del brazo consiste en que la concepción del brazo queda imposibilitada de entrar en asociación con las demás ideas que constituyen el yo, del cual el cuerpo del individuo forma una parte importante. La lesión sería, pues, la abolición de la accesibilidad asociativa de la concepción del brazo. El brazo se comporta como si no existiese para el juego de las asociaciones. Seguramente, si las condiciones materiales que corresponden a la concepción del brazo se encuentran profundamente alteradas, tal concepción se perderá también, pero habremos de demostrar que puede ser inaccesible sin hallarse destruida y sin que su substrato material (el tejido nervioso de la región correspondiente de la corteza) se halle lesionado.

      Comenzaremos por algunos ejemplos tomados de la vida social. Conocida es la historia cómica del súbdito entusiasta que juró no volver a lavarse la mano que su rey se había dignado estrechar. La relación de su mano con la idea del rey parece tan importante a la vista psíquica del individuo, que él mismo rehúsa hacerla entrar en otras relaciones. Al mismo impulso obedecemos nosotros cuando rompemos la copa en la que hemos bebido a la salud de unos recién casados. Asimismo las antiguas tribus salvajes, que con el cadáver de su jefe quemaban su caballo, sus armas e incluso sus mujeres, obedecían a esta idea de que nadie debía tocarlos después de él. El motivo de todos estos actos es bien transparente. El valor afectivo que atribuimos a la primera asociación de un objeto nos impide hacerlo entrar en una nueva asociación con otros, y de este modo hace inaccesible a la asociación la idea de tal objeto.

      En los dominios de la psicología de las concepciones sucede algo idéntico. Si la concepción del brazo ha entrado en una asociación de un gran valor afectivo, será inaccesible al libre juego de las demás asociaciones. El brazo quedará paralizado en proporción a la persistencia de dicho valor afectivo o de su disminución por medios psíquicos apropiados. Tal es la solución del problema que antes planteamos, pues en todos los casos de parálisis histérica se comprueba que el órgano paralizado o la función abolida se hallan en una asociación subconsciente, provista de un gran valor afectivo, y se puede demostrar que el brazo queda libre en cuanto dicho valor afectivo es hecho desaparecer. En este punto, la concepción del brazo existe en el substrato material, pero no es accesible a los impulsos y asociaciones conscientes, porque toda su afinidad asociativa se halla integrada en una asociación subconsciente con el recuerdo del suceso traumático que ha producido la parálisis.

      Charcot ha sido el primero en enseñarnos que para la explicación de la neurosis histérica es preciso recurrir a la Psicología. En nuestra Memoria preliminar sobre el mecanismo psíquico de los fenómenos histéricos hemos seguido Breuer y yo su ejemplo. En esta Memoria demostramos que los síntomas permanentes de la histeria llamada no traumática se explican (excepción hecha de los estigmas) por el mismo mecanismo que Charcot ha reconocido en las parálisis traumáticas. Pero exponemos también la razón por la cual estos síntomas persisten y pueden ser curados por medio de un procedimiento especial de psicoterapia hipnótica. Todo suceso, toda impresión psíquica, se hallan provistos de un cierto valor afectivo, del cual se libertó el yo, bien por medio de una reacción motriz, bien mediante una labor psíquica asociativa. Si el individuo no puede o no quiere poner en práctica estos medios, el recuerdo de la impresión de que se trate adquirirá la importancia de un trauma y se constituirá en causa de síntomas permanentes de histeria. La imposibilidad de la eliminación se impone cuando la impresión permanece en lo subconsciente. Esta es la teoría a la que hemos dado el nombre de «derivación por reacción de los incrementos de estímulo».

      En resumen: de acuerdo con la opinión general que sobre la histeria hemos formado, según las enseñanzas de Charcot, hemos de aceptar que la lesión existente en las parálisis histéricas no consiste sino en la inaccesibilidad de la concepción del órgano o de la función para las asociaciones del yo consciente; que esta alteración, puramente funcional (con integridad de la concepción misma), es causada por la permanencia de esta concepción en una asociación subconsciente con el recuerdo del trauma, y que esta concepción no se liberta y hace accesible en tanto que el valor afectivo del trauma psíquico no ha sido eliminado por medio de la reacción motriz adecuada o del trabajo psíquico consciente. De todos modos, aunque este mecanismo no tenga afecto y sea siempre necesaria para la parálisis histérica una idea autosugestiva directa, como en los casos traumáticos de Charcot, habremos conseguido mostrar de qué naturaleza debería ser en la parálisis histérica la lesión, o más bien la alteración, para explicar sus diferencias con la parálisis orgánica cerebral.

      R

       «Quelques considérations pour une étude comparative des paralysies motrices organiques et hystériques», en francés el original. [Anch. Neurol., 26 (77), 29-43.]

      Haremos observar, de pasada, que aquel importante carácter de la parálisis de la pierna, que Charcot hizo resaltar después de Todd, esto es, el de que el histérico arrastra la pierna como una masa inerte en lugar de ejecutar la circunducción con la cadera que realiza el hemipléjico ordinario, se explica fácilmente por la propiedad antes mencionada de la neurosis. En la hemiplejía orgánica, la parte central de la extremidad se halla siempre algo indemne; el enfermo puede mover la cadera y utiliza esta posibilidad para aquel movimiento de circunducción que hace avanzar la pierna. En la histeria, la parte central (la cadera) no goza de este privilegio; su parálisis es tan completa como la de la parte periférica y, en consecuencia, la pierna tiene que ser arrastrada en su totalidad.

      Véase Estudios sobre la histeria, en estas Obras Completas.

      Y ALGUNAS OBSERVACIONES SOBRE LA GÉNESIS DE SÍNTOMAS HISTÉRICOS POR «VOLUNTAD CONTRARIA»

      1892-1893

      ME decido a publicar aquí la


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