Decadencia. Adrian Andrade
Читать онлайн книгу.ayúdame como yo te ayudado, confía en mí como yo he confiado en ti. Lo menos que quiero es lastimarte, tú lo sabes.
Elder notó la honestidad en Finch y decidió revelarle lo poco que sabía.
—Sólo recuerdo a varias personas uniformadas comentando sobre un efe eme, mmm no me acuerdo cual era la otra consonante.
—¿Equis?
—Sí, un FMX. Estaban hablando de un FMX extraviado.
—¡Mentiroso! —confesó.
Elder se mantuvo confuso ante la interrupción.
—Perdón, me refería a… —se contuvo de revelar el nombre ante la cámara—. Cuéntame todo lo que sabes, necesito saberlo.
—¿Y Hanna?
—Te prometo que ella estará bien, no la delataré si me dices lo que necesito saber.
—Está bien.
Sin tener alternativa, Elder cedió.
* * *
Finch corrió al pasillo para rencontrarse con Berger. El doctor estaba aislado revisando un análisis afuera de su oficina cuando Finch le cayó de sorpresa cerciorándose de que no estuviera otro individuo cerca para percatarse de su eexplosiva ansiedad.
—¡Por qué me mintió sobre el rescate en la isla Paoha!
—En ningún momento le mentí Dr. Finch —susurró con delicadeza—. Sólo no lo mencioné.
—¡Sabía que la descarga fue mandada desde la isla de Paoha y ahora que lo pienso, el misil era un FMX, su especialidad si no me equivoco!
—No se lo tome personal, sólo buscaba obtener su apoyo legal en un futuro como este.
—Quería asustarme para conseguir mi aprobación.
—No sé cuál sea su problema, aquí entre nos, el misil vino de abajo pero los componentes del FMX vinieron de arriba, por alguna razón querían robarse al humanoide.
—Elder —corrigió Finch.
—¡Como sea! Admito querer asustarlo pero es porque ha optado por comportarse como un hombre sensible. Últimamente ha tirado a la basura el profesionalismo que lo caracterizaba.
—Explíquese —exigió Finch.
—Su sensibilidad hacia el humanoide está poniendo en riesgo no sólo mi futuro sino el futuro de todos los que trabajamos en el Sector Cero, incluso el suyo.
—¿Qué es lo que necesita?
—El Coronel requiere de su opinión profesional.
—Quiere que consiga la autorización para matar a Elder.
—Dicho un poco brusco, pero muy cierto.
—No estoy convencido.
—De nuevo esa sensibilidad.
—¡No estoy sensible!
—Usted y yo fuimos testigos de la evidencia, le ruego no me haga volver a recordarle sobre el ataque que sufrimos en el Mono Lake, especialmente usted que estuvo a punto de perder la vida si no fuera por la Dra. Menard y su humilde servidor. Por lo que a mí respecta, el propio humanoide como quieras llamarle pudo haber montado esa escena, conocemos sus cromosomas, no podemos darnos el lujo de subestimarlo ¿En verdad desea ponernos en riesgo?
—No —agachó la cabeza.
—¿Entonces?
—Iré con el Coronel y regresaré con el documento firmado.
—¡Excelente! —festejó Berger—. El transporte lo espera.
Escondida en el rincón se encontraba Hanna quien había escuchado toda la conversación. En cuanto los dos doctores se dispersaron, ella subió por las escaleras para reunirse con un compañero en la cafetería. De lo contrario, esta persona empezaría a sospechar y comenzaría a preguntar por ella creando una atmosfera de atención e interés general que podría llegar a oídos de Berger.
Siendo lo anterior una fatalidad dado los meses invertidos para situarse en la posición en donde radicaba. El recorrido no había sido fácil para que un hombre se lo echara a perder. Dicho eso, aún podía disfrutar de la compañía siempre y cuando no interfiriera en sus asuntos.
VI
El Black-Ghost maniobraba ciegamente bajo la tormenta imprevista, su punto de destino era Stonewall Valley en Oregón, lugar donde se encontraba la Central Norte. La entrada no estaba permitida a invitados de los integrantes debido al secreto de sus identidades e instalaciones.
Rosa estuvo presionando la palanca de control ante la presión del intenso clima. La mayoría de la tripulación se encontraba acostumbrada a volar en las tormentas. Nadie subestimaba las capacidades de la piloto ya que era su especialidad navegar bajo situaciones críticas.
El radar de la consola comenzó a detectar una anomalía. Rosa desvió su vista del camino e interpretó los datos. Tras comprender el fenómeno, llamó a la Teniente para informarle de la situación. Naomi se levantó de los asientos traseros en donde se había acostado a descansar y acudió con Rosa para averiguar el llamado.
Karl, Sam y Adam se acercaron también para escuchar la notificación que tenía preocupada a la joven mexicana.
—Teniente, si el radar no se equivoca, parece indicar que un tornado viene hacia nosotros.
Los muchachos comenzaron a reírse. Naomi se mantuvo seria, intentaba retroceder en el tiempo para buscar los cabos sueltos.
—Debe tratarse de un error —comentó Karl— un tornado así nomás ¡por favor!
—No es cualquier tornado —informó Adam al conectar su laptop con el radar del helicóptero— este vehículo lo está atrayendo.
—Tal parece nuestra invisibilidad no sirve con la lluvia —expresó Sam.
—¿Es acaso posible? —dijo Karl con asombro— ¡La madre naturaleza decidió destruirnos así nomás!
—Te equivocas —reiteró Adam—, no es un fenómeno natural sino artificial.
—No comprendo —renegó Karl.
—Un arma climatológica —reveló Naomi—. Obviamente nos olvidamos de algo durante la cacería. Rosa desconéctanos del modo invisible e incrementa la velocidad.
—Pero no entiendo, le prendimos fuego a cada cadáver e incluso a la nave —protestó Karl.
—Además, nunca hemos dejado un detalle sin cuestionar, cometer errores no es parte de nosotros —certificó Sam.
—Adam —llamó la Teniente ignorando las excusas—, comentaste que tres de los cuatro compartimentos de escape fueron liberados durante la caída de la nave ilegal.
—Exacto —confirmó Adam.
—¿A qué quiere llegar Teniente? —Interrumpió Karl.
—Matamos a tres de tres compartimentos expulsados con excepción de un cuarto que nunca se nos ocurrió verificar.
—¡La nave fue consumida por el fuego, no pudo haber sobrevivido bajo esas condiciones y más si el humanoide o humaliedroide se encontraba contenido! —Reclamó Karl.
—No si se trata de Executor.
—El mensajero sólo lo mencionó para asustarnos —intervino Sam—. Además mencionó que estaba buscando la manera de cruzar el Sensor.
—¡No insinúo eso! —exclamó Naomi—. Explícitamente afirmó que el fin había llegado, que él destrozara en días todo lo que nosotros retrasamos durante años. Estaba hablando en presente.
—Y terminó diciendo el nombre de Executor —completó Adam.
—¡Dios