Gerencia de programas sociales. Enrique Vásquez H.

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Gerencia de programas sociales - Enrique Vásquez H.


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en las empresas para que pudieran realizar prácticas laborales. Estos espacios de instrucción eran seleccionados mediante convocatorias constantes realizadas por el programa y solían ser principalmente universidades (MTPE & BID, 2004, p. 8; MTPE, 2015a).

      Respecto al trabajo en conjunto con las compañías y negocios, Pedro Taqueda, jefe de planificación, monitoreo y evaluación del programa al año 2016, sostuvo lo siguiente:

      Las capacitaciones desarrolladas por Jóvenes Productivos [habían] dependido de qué es lo que [demandaba] el mercado, por lo mismo, se utilizó la información obtenida por la Dirección de Investigación Socioeconómica Laboral (Disel), que [señalaba] qué tipos de trabajo se [habían] estado buscando y en dónde [...]. (Taqueda, 2016)

      Sobre la base de esta información, el arreglo institucional desarrolló acercamientos empresariales a partir de los cuales las empresas indicaban qué tipos de trabajadores necesitaban y para qué fechas. Todo esto se realizaba a través del personal del programa en las unidades territoriales, a quienes se denominaba «gestores empresariales» y eran finalmente el vínculo entre el Estado y las empresas (Taqueda, 2016).

      En el ámbito internacional, la iniciativa argentina se enfocó en promover la relación del programa con diversas instituciones educativas, de manera similar a la propuesta nacional. Esto con el objetivo de garantizar la eficiente oferta de capacitaciones a los usuarios (MTEySS, s. f. [a], pp. 12-13). Mientras tanto, la información respecto a los convenios y/o mecanismos de articulación para los distintos programas analizados fue escasa.

      La propuesta nacional para combatir el desempleo juvenil estaba en contacto permanente con las instituciones que brindaban los servicios de capacitación, así como con las empresas que se encontraban en busca de trabajadores. Se espera que este accionar continúe y se pueda reforzar también el apoyo con distintos programas sociales con el objetivo de potenciar la calidad de los servicios brindados para todos los usuarios.

      La articulación del programa Jóvenes Productivos también era evidente a nivel macrooperativo dentro del Estado. Por un lado, la articulación horizontal del programa con otros sectores de la administración pública, como salud, inclusión social y mujer, se traducía en compartir información para complementar las intervenciones. Por el lado de la articulación vertical, el programa tenía que coordinar estrechamente con los Gobiernos subnacionales a fin de poder estimar la demanda efectiva laboral y la oferta de capacitación acorde con los requerimientos del sector empresarial. Ciertamente, resultaba más retador intervenir en aquellas regiones y locaciones con mayores niveles de pobreza.

      1.7 Conclusiones

      El desempleo juvenil de los más pobres en el Perú siempre ha representado un problema latente, tanto en épocas de crisis como de bonanza económica. Por ello, desde la década de 1990, el Estado institucionalizó un esfuerzo focalizado en aquellos jóvenes pobres que buscaban trabajo a pesar de contar con educación secundaria completa. El quehacer de Projoven, en un inicio, y de Jóvenes Productivos, posteriormente, buscó experimentar con dos líneas de acción: una que buscaba colocar a capacitados en empresas potencialmente empleadoras y otra que incentivaba el emprendimiento para generar una fuente de ingreso independiente. A pesar de los esfuerzos institucionales, los jóvenes solían pasar largos períodos sin lograr realizar una transición completa de la escuela al trabajo.

      El accionar del programa Jóvenes Productivos se desarrolló en sintonía con lo que otros países iban experimentando en paralelo. Había un afán de aumentar la empleabilidad y fomentar la inserción en el mercado laboral formal de los jóvenes de 15 a 29 años de escasos recursos económicos y/o en situación de vulnerabilidad de las familias más pobres. A la vista de experiencias internacionales, se pueden rescatar diversas prácticas que podrían enriquecer el accionar nacional. En lo que se refiere a la identificación de beneficiarios, se podría reconocer también a personas con trabajos informales que reciben una remuneración menor que la mínima vital, como se hacía en Argentina y México. En cuanto a la provisión del servicio, se podrían implementar estrategias de becas que sirvan de incentivos para los usuarios, como en México.

      El programa Jóvenes Productivos, además, está articulado con diversas empresas para poder conocer las demandas del mercado y orientar sus capacitaciones en dicha línea. Asimismo, trabaja con entidades capacitadoras. Por otra parte, en relación con el monitoreo, este se basa en el uso de indicadores de calidad y objetivos. Sin embargo, se debe promover la realización de evaluaciones de impacto que puedan cuantificar los resultados obtenidos por el programa, un ejercicio necesario para capitalizar el aprendizaje institucional. En resumen, la experiencia nacional ha venido teniendo logros a lo largo de los años respecto a la reducción del desempleo en las personas jóvenes de bajos recursos. Es necesario reforzar esta iniciativa con la finalidad de que se pueda lograr atender de una mejor manera a una mayor cantidad de usuarios.

      1 Mroz y Savage sostuvieron que la falta de trabajo aumentaba la probabilidad de que la persona afectada recibiera capacitaciones y un mayor adiestramiento en el futuro. No obstante, a pesar de esto, los impactos en los ingresos no lograban ser mitigados. Por ello, concluyeron que los jóvenes no lograban recuperarse enteramente de las consecuencias negativas que implicaba el desempleo en sus ingresos futuros (Mroz & Savage, 2006).

      2 Fougère et al. analizaron la relación entre el desempleo juvenil y las tasas de criminalidad. Hallaron que los jóvenes desempleados (y no los jóvenes per se) tenían un impacto positivo y robusto sobre los crímenes de propiedad y delitos relacionados con drogas (Fougère, Kramarz, & Pouget, 2009).

      3 Para aquellos jóvenes que no buscan trabajo y se dedican a los quehaceres del hogar, su probabilidad estimada de continuar en esa posición es del 33% y su probabilidad de convertirse en ninis es del 49% (Alcázar et al., 2018).

      4 Mediante el Decreto 004-2015-TR, se cambió la denominación del programa de «Jóvenes a la Obra» a «Jóvenes Productivos».

      5 Es importante resaltar la existencia de otro programa llamado Impulsa Perú, que se enfocaba en atender a aquellas personas que también se encontraban subempleadas. Sin embargo, solo operaba con aquellos ciudadanos mayores de 30 años que presentaban problemas con la reducción de sus ingresos (MTPE, 2017b).

      6 Conversión de pesos argentinos a dólares PPP para el año 2015.

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