Martí de Viciana: Libro tercero de la Crónica de la ínclita y coronada ciudad de Valencia y de su reino. Rafael Martí de Viciana
Читать онлайн книгу.en las guerras de Castilla contra don Pedro el Cruel le havía muy bien servido. Y este don Juan Remírez de Arellano pretendía que sus servicios fueron mayores que los de los otros cavalleros, lo que no pudo sofrir de oírlo el vezconde de Roda, que sentía lo contrario, y por ello respondió:
— Vós, siendo camarero del rey, tratastes con el infante de Mallorca que hiziesse guerra al rey. Y hos lo provaré en campo que fue assí.
Y el Arellano respondió que se lo defendería. Entonces, ||7 el rey de Aragón mandó al don Juan Remírez de Arellano que dentro de noventa días bolviesse de su viaje, que iva a la sazón para Castilla en el reino de Aragón, para responder en campo de batalla al vezconde de Roda por su disculpa, sino que procedería contra él por orden devido, pues que era su camarero mayor y heredado en el su reino de Aragón. Y el don Juan Remírez de Arellano, tomada licencia del rey de Aragón, púsose en camino para Castilla. Y quando llegó al rey don Enrique de Castilla, diole parte del desafío. Entonces, el rey de CastilIa, por escusar al don Juan Remírez de Arellano de la batalla, embió un cavallero suyo al rey de Aragón con cartas de crehencia. Y el cavallero llegó a Barcelona, donde a la sazón estava el rey de Aragón, al qual dio las cartas, y de palabra dixo assí:
— Señor, el rey de Castilla, mi amo, hos saluda y embía esta carta en crehencia mía, la qual explicaré en secreto, o en vuestro consejo y quando mandaredes.
El rey le mandó asignar para el segundo día. Y el rey mandó llamar a los de su consejo, y estando presentes la reina, su muger, el conde de Urgel, el conde de Ampurias y el obispo de Valencia, que todos estos eran primos hermanos y sobrinos del rey, y el conde de Cardona y don Lope Ferrández de Luna, arçobispo de Çaragoça, y muchos otros cavalleros, y con licencia del rey de Aragón, el cavallero de Castilla dixo esto que se sigue:
— Señor, mi amo, el rey de Castilla, vos haze saber que don Juan Remírez de Arellano le dixo que, passando por vuestro reino y en vuestra presencia, el vezconde de Roda lo reptó, diziéndole que él, siendo vuestro camarero, que havía sido en consejo en que el infante de Mallorca, vuestro enemigo, entrasse con gente de guerra por vuestro reino ha vos hazer guerra, sobre lo qual el dicho don Juan Remírez se lo puso a las manos para se || combatir con él sobre esta acusación. E que vós, señor, le distes plazo e término de noventa días, dentro los quales el dicho don Juan Remírez se adereça de armas y cavallos para venir a la jornada a defender su fama y verdad. E sed cierto, señor, que para el día asignado, él será en campo. Pero, señor, el rey dize que bien sabéis que don Juan Remírez es leal cavallero, y sirvió a vós y ha él muy bien en las guerras que huvistes con el rey don Pedro de Castilla. E que, por ende a él le desplaze mucho en estremo porque fue assí reptado en vuestro reino, en vuestra corte y en vuestra presencia. E por tanto, vos ruega que mandéis cessar este riepto y que don Juan Ramírez sea vuestro servidor leal, como siempre lo fue, porque vós, señor, podéis creer bien que don Juan Remírez nunca tal cosa hizo, y que esto no es otra cosa sino por algunos ordenada que quieren mal al don Juan Remírez.
El rey de Aragón le respondió que no mandaría cessar el riepto, e que si don Juan Remírez no acudía al plaço, que proseguiría contra él, según por fueros y derechos de Aragón hallaría que se deviesse proceder.Y el cavallero respondió:
— Señor, pues que vuestra alteza manda que el riepto no cesse y que don Juan Remírez venga a mantener su campo, mi amo, el rey de Castilla, dize que pues queréis favorescer al vezconde de Roda, que él no puede escusar de ayudar a don Juan Remírez de Arellano, mayormente en guardar su fama, e que él le embiará para el día y campo aplazado a mantener su verdad, pero porque don Juan Remírez sea seguro en el dicho campo, que para aquel día él embiará acá el su pendón con trez mil lanças de cavalleros y escuderos, para que tengan el campo seguro a don Juan Remírez de Arellano.
E como el rey de Aragón le oyó, respondió con algún enojo diziendo:
— Pues que assí lo quiere el rey don Enrique de Castilla, la guerra es cierta entre él y mí.
El castellano respondió: ||7v
— Señor, el rey, mi amo, es vuestro amigo. Y en quanto a lo que toca a su parte no será guerra, ni entiende otra cosa hazer, sino lo que he dicho.
E los del consejo y ayuntamiento dixeron al rey que acordase sobre ello para en otra hora responder. Entonces salióse el cavallero castellano y el rey trató con los de su consejo del negocio. E como desseavan servir al rey don Enrique el conde de Ampurias, el obispo de Valencia, el conde de Pradas, hermano del marqués de Villena, y el arçobispo de Çaragoça, todos estos señores dixeron al rey que sería bien que fuesse amigo del rey don Enrique, considerando las muchas buenas obras que le havía hecho en la defensión de los reinos de Aragón y de Valencia contra el rey don Pedro de Castilla; e que no devía dar lugar a que entrassen en guerra los reyes y reinos. E concluhido esto en el consejo real, el rey mandó al don Francisco de Perillós, vezconde de Roda, que pues bien honrado quedava dello, que se dexasse de proseguir el riepto. E dio por quito a don Joan Ramírez de Arellano y los reyes continuaron su buena paz y amistad como denantes la tenían.
De manera que toda la vida del don Francisco de Perillós, vezconde de Roda, fue una valerosa peregrinación, ganando favores, honores y ricas haziendas y dexándonos fama gloriosa. E a la postre, ya cansado de días y trabajos, murió, dexando tres hijos y una hija, que fueron estos que se siguen: doña Brunisén, que casó con don Aimarich de Centelles; don Remón de Perillós, primogénito, vezconde de Roda y señor de las varonías de Seret y de Millás; don Francisco de Perillós, segundogénito; don Ponce de Perillós, tercerogénito. Éste se crió en la casa de la reina de Aragón, doña Yolante, y la reina le casó con doña María de Francia, dama // de su cámara muy favorescida.
El don Remón, primogénito, casó con hija del vezconde de Rocabertí.51 Este vezconde de Rocabertí tenía casada otra hija con don Pedro, de sangre real de Aragón, conde de Ampuries. El don Remón, siendo mochacho, se crió page en casa del rey don Carlos de Francia, porque siendo su padre almirante y camarero del rey de Francia, le rescibió y bien trató. Y por fallescimiento del rey de Francia, se vino a su estado en Cataluña. E luego assentó en la casa del rey don Juan de Aragón52 y fue el primero cavallero de la casa del rey en assiento y privança. Después, el rey le embió con tres galeras, y navegó en su compañía el senescal de Provenza con dos galeras para Roma, y por causa de la sisma que havía por la elección de papa Benedicto de Luna XIII, a quien el rey de Aragón havía favorescido. E como el papa estava en Roma con alguna turbación por causa de la sisma, determinó salirse de Roma y passarse en Aviñón. E assí se embarcó en las galeras de don Remón de Perillós. E navegando aportaron en Aviñón, donde el papa ordenó su casa y corte. Y de Aviñón se vino para España después, según dello trataremos en esta parte en capítulo de Peníscola.
Este don Remón de Perillós, año de mil trezientos noventa y dos, passó con el infante don Martín, capitán de las galeras, en Cerdeña y Sicilia. E después fue embaxador en Chipre para tratar el matrimonio de don Juan de Lusiñano, príncipe de Antiochía, primogénito de Chipre, con doña Isabel, hermana del rey de Aragón. Deste don Remón de Perillós procedió su hijo, también llamado don Remón de Perillós, que fue governador de los condados de Rosellón y Serdaña.53 Este don Remón fue criado en la casa del magnánimo rey don Alfonso de Aragón y de Nápoles.54 Y fue su capitán general de la flota, que fueron 14 naves ||8 y galeras que el rey embió a socorrer a la reina de Nápoles para la guerra que le hazía el duque de Anjou, porque la reina quería dexar su reino y estados al rey don Alfonso de Aragón. E assí llegó a Nápoles el don Remón de Perillós con la armada, y la reina le salió a rescebir a la puerta de la ciudad, y le entregó las llaves de Nápoles y le dio la investitura de duque de Calabria y legítimo succesor en el reino de Nápoles. Y acceptados los títulos he investitura dellos en nombre y para su señor natural, el rey don Alfonso de Aragón, muy acompañado de los grandes y cavalleros de la tierra, dio buelta passeando por la ciudad, haziéndole todos toda la honra y favor que les fue possible. Y después, luego entendieron en la defensión del reino hasta que llegó el rey don Alfonso con poderoso exército de galeras y navíos. Y prosiguió la guerra hasta la fin de la