Caída y ascenso de la democracia. David Stasavage

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Caída y ascenso de la democracia - David Stasavage


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la población libre poseía esclavos.

      El objetivo principal de este capítulo es describir, más que explicar. Detallaré, empezando por la historia democrática de Atenas, las características de cinco democracias tempranas, seguidas de las de cinco autocracias tempranas. Al final del capítulo tomaré en consideración los datos de un mayor conjunto de sociedades: las 186 sociedades de la muestra transcultural estándar (SCCS, por sus siglas en inglés). Dejaré la tarea de explicar por qué algunos de los Estados tempranos fueron democráticos y otros no para los capítulos iii y iv. No obstante, a veces mencionaré características que apuntan a una posible explicación. La democracia temprana era más propensa a prosperar en entornos de pequeña escala, en casos donde los gobernantes carecían del potencial coercitivo que proporciona una burocracia estatal y cuando les resultaba difícil estar al corriente de la producción económica y los movimientos de la población.

      el precedente ateniense

      Hacia el año 594 a. C., Atenas se enfrentó a una grave crisis económica unida a una lucha de clases. Según la tradición, la élite ateniense nombró a Solón para proponer reformas. Solón abolió el sistema de esclavitud por deudas y creó un nuevo consejo, la bulé (el Consejo de Cuatrocientos), que rivalizaría con el areópago. La bulé preparaba el orden del día para una asamblea de ciudadanos más amplia, conocida como ekklesia. Después de las reformas de Solón, todos los ciudadanos varones y adultos podían participar en la ekklesia, pero solo los ricos podían ser miembros de la bulé.

      La estructura de las tribus atenienses guarda un parecido asombroso con la estructura de los clanes hurones e iroqueses: uno podía ser miembro del mismo clan que otro sin vivir en la misma localidad. Este modelo transversal parece una buena estrategia para unir mejor a la sociedad.

      Las reformas del 462 a. C. se produjeron en un momento en que la élite de Atenas necesitaba a su pueblo. La lógica de conferir a los tetes una mayor voz política la expuso un observador ateniense que pasaría a la posteridad como “el Viejo Oligarca”. No era un defensor de la democracia, pero la veía necesaria por la siguiente razón:


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