Sed de más. John D. Sanderson

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Sed de más - John D. Sanderson


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hecho manifestó explícitamente su rechazo a la productora Aspa a que dirigiera El hombre de la isla (1959), amenazando con su renuncia al proyecto. A su esposa le anunciaba «mi decisión de no aceptar a Klimowsky como director de El hombre de la isla. Con tanta latita a lo peor no se hace la película, pero tampoco voy a aceptar, por ganar dinero, cualquier director que me echen» (México, 4 de marzo de 1959). Finalmente la dirigiría Vicente Escrivá.

      Capítulo 3

      BOOM LATINOAMERICANO

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      Azahares rojos (1960)

      La sed (1961)

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      El productor argentino Atilio Mentasti se encontraba en Europa a finales de los años cincuenta coordinando la coproducción con Italia de De los Apeninos a los Andes (Dagli Appennini alle Ande, Folco Quilici, 1959), prácticamente la misma historia que se contaba en Tal vez mañana, cuando decidió visitar Madrid para entregarle a Rabal un ejemplar de la novela Hijo de hombre, del escritor paraguayo Augusto Roa Bastos, ya que quería ofrecerle el papel protagonista en su adaptación cinematográfica. Atilio Mentasti era hijo de Ángel Mentasti, fundador de Argentina Sono Film, la única gran productora superviviente tras la caída del peronismo en 1955, que ahora quería extender su campo de actuación a coproducciones con Europa.

      Un plus añadido al interés del proyecto era la identidad del director, Lucas Demare, de quien Rabal había presentado laudatoriamente en España Guacho (1954), sin conocerle personalmente, bajo el desconcertante título de El castigo de los mares del sur, también producida por Mentasti. Pocos sabían que Demare había vivido en España desde finales de los años veinte hasta el inicio de la Guerra Civil ejerciendo como músico y cantante de la Orquesta Típica Argentina dirigida por su hermano Lucio, con quien llegó a aparecer en las películas españolas Boliche (Francisco Elías, 1933) y Aves sin rumbo (Antonio Graciani, 1934). Quizá ahí empezara su atracción por el cine, ya que, tras su precipitado regreso a Argentina, en 1938 ya dirigía allí su primer largometraje, Dos amigos y un amor.

      El tercer vértice del triángulo era Cesáreo González y su productora Suevia Films, que había contratado a Demare, junto a otros realizadores latinoamericanos, para que dirigieran una serie de coproducciones durante los años cincuenta que facilitaran, recíprocamente, la introducción de sus películas españolas en aquel suculento mercado de habla hispana (Castro y Cerdán, 2005: 132). Demare había dirigido para él El seductor de Granada (1953), protagonizada por Rubén Rojo y Luis Sandrini, con la participación de Benito Perojo en la coproducción. Por lo que respecta a Rabal, sus papeles protagonistas en las producciones de Suevia Films Murió hace quince años (Rafael Gil, 1954) y, sobre todo, la exitosa Historias de la radio tuvieron una importancia significativa en su carrera nacional, pero una espina permanecía clavada con respecto a su relación con Cesáreo González. Gil había elegido a Rabal en 1956 para protagonizar El Cid con producción de Suevia Films, pero con el desembarco del productor americano Samuel Bronston en Madrid el proyecto original se evaporó; Bronston adquirió los derechos, y


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