Sed de más. John D. Sanderson
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En la trama argumental también se producían bajas. Tras diversos enfrentamientos con enemigos y compatriotas, el convoy queda reducido a dos camiones y cuatro tripulantes. Al aproximarse a su destino, de nuevo son atacados, esta vez por soldados bolivianos. Dos conductores mueren, pero Magdalena hace estallar una granada que ahuyenta a sus agresores. Ya solo queda su camión, y como Cristóbal está herido y no puede manejarlo bien, Magdalena le ata las manos al volante con el motor encendido para que pueda continuar; solo entonces nos damos cuenta, al desplomarse, de que está malherida. Él no puede desasirse del volante para incorporarla, y ella le espeta «¡Sigue tú!» antes de morir. Cristóbal llegará por fin al destacamento de El Boquerón con las ruedas echando humo para descubrir que todos están muertos salvo el teniente Vera (Carlos Estrada), quien, enajenado, grita a las pilas de cadáveres: «¡El agua! ¿Qué esperan?». Rabal describe apasionadamente la filmación de este tremendo final:
Hoy ha vuelto a hacer espléndido día de sol y ya acabamos con el actor C. Estrada, que hace el papel del Teniente Vera para quien llevo el agua. Hoy pues rodamos la escena de mi llegada con el camión ardiendo, mi choque contra el árbol y mi «muerte». El final de la película. Era impresionante el espectáculo, casi terrible, del camión con las ruedas incendiadas, avanzando en un paisaje desolado hasta estrellarse contra el árbol.19
Muerte de Cristóbal (Rabal) en La sed/Hijo de hombre.
Esta destacable película le serviría a Rabal para abrir otro frente cinematográfico, el sudamericano, ya que resultaba evidente que Nazarín solo había tenido eco en México, a diferencia de su repercusión en Europa. Al no tener que superar barreras lingüísticas, como aún le sucedía en Italia, se sintió mucho más confiado para desarrollar su talento en estas cinematografías de habla hispana que le daban tantas posibilidades de realización profesional y personal. La única batalla pendiente era la del doblaje en la posproducción ya que, a diferencia de la mexicana Azahares rojos, donde no parecía importar que dos hermanos tuvieran acentos tan dispares, para Hijo de hombre, tal y como se conocía la película en Sudamérica, se tomaban más en serio estas cuestiones:
A ellos les preocupa mi acento español en un personaje típicamente paraguayo y rodeado de actores todos argentinos o paraguayos, donde temen que mi tono o acento choque mucho con los de los demás. Ya Lucas me había dicho algo en el estudio y yo le dije, como repetí a Mentasti, no estar en absoluto de acuerdo. Mi personaje habla poco y casi siempre monosílabos, más difícil era en México y sí salió. Todos saben que soy español, y español se habla en América Latina. Quitarme el atributo de mi voz es quitarme la mitad de mi facultad expresiva. Por eso puse telegrama a Damián, porque no sé si en alguna cláusula se estipula que mi voz no podría ser doblada. Si así se estipuló (Damián debió dejarme aquí una copia del contrato), no pasaré por que me doblen, aunque se disguste Demare o quien sea. Y en eso estoy. Mentasti se fue anoche del hotel casi convencido de no doblarme. Hoy vendrá al estudio y lo discutiremos con Demare, los tres juntos.20
Consiguió que Mentasti mantuviera el compromiso de poder doblarse a sí mismo en Argentina, y así sucedió. En la versión española analizada para este volumen también se utilizó la voz de Rabal, pero con el resto de los actores argentinos y paraguayos doblados a un castellano de España, una atrocidad lingüística aún más grave que de la que se había quejado el actor español, pero que quizá contribuyera a que La sed ganara el premio al mejor largometraje de habla hispana en el Festival de Cine de San Sebastián de 1961.21 Su repercusión comercial, en todo caso, fue poco relevante si se considera la calidad de esta, y solo el paso del tiempo ha permitido valorarla en su justa medida, como se puede observar en la siguiente reseña extraída de una Breve historia del cine argentino (Maranghello, 2005: 164), escrita con el suficiente distanciamiento cronológico para sopesar su impacto:
La conmovedora escena de la inmolación de Francisco Rabal con sus manos atadas al volante, demuestra la inutilidad del heroísmo. El guión es sobrio, adulto y de diálogos parcos, y el vibrante film demuestra la pericia de Demare, quien entiende el cine en función de las vicisitudes externas de los personajes. Además, obtiene interpretaciones de gran calidad en Rabal, Olga Zubarry y Jacinto Herrera.
En España, Suevia Films cedió la distribución nacional de la película a la productora Floralba y no se preocupó en exceso por su suerte, que debería haber sido mejor. Demare no volvería a trabajar para Cesáreo González, pero sí con Roa Bastos, que escribió el guión para la adaptación cinematográfica de una novela de Ángel María de Lera, La boda (1964), producción parcialmente financiada por Emiliano Piedra. Podemos deducir, por tanto, que en el ámbito cultural de ambos lados del Atlántico sí se supo valorar positivamente La sed/Hijo de hombre. Por lo que respecta a Rabal, el eco suscitado por esta interpretación suya en Argentina le llevaría a trabajar seguidamente con uno de los mejores directores de la Historia del cine de aquel país.
1.John Paul Jones (John Farrow, 1959).
2.Entrevista, 16 de marzo de 2012, Madrid.
3.Buenos Aires, 16 de enero de 1960.
4.Jerusalén libertada (La Gerusalemme Liberata, Carlo Ludovico Bragaglia, 1958) será analizada en un capítulo posterior.
5.Santiago de Chile, 29 de enero de 1960.
6.Santiago de Chile, 31 de enero de 1960.
7.Entrevista, 25 de abril de 2012, Alpedrete (Madrid).
8.Seudónimo de José María Carretero Novillo.
9.México D.F., 18 de febrero de 1960.
10.México D.F., 21 de febrero de 1960.
11.M.A., ABC, Madrid, 26 de diciembre de 1963.
12.Río Hondo, 1 de septiembre de 1960.
13.Río Hondo, 7 de septiembre de 1960.
14.Río Hondo, 26 de septiembre de 1960.
15.Río Hondo, 29 de septiembre de 1960.
16.Correo de la tarde, Buenos Aires, 12 de septiembre de 1960.
17.Río Hondo, 1 de octubre de 1960.
18.Río