Leer antes. Márgara Noemí Averbach
Читать онлайн книгу.amar sus nacimientos.
Nos dijimos una y otra vez
y otra, “sobreviviremos
así”
(De Songs from this Earth on Turtle’s Back, selección: Joseph Bruchac, Nueva York: Greenfield Review Press, 1983). Traducción: Márgara Averbach
Así escribe LeAnne Howe (choctaw)
Me vuelvo hacia los cipreses. Miro cómo la luz les pone un sombrero de rojos y amarillos deslumbrantes. El bosque respira con fuerza a mi alrededor. A la hora de la puesta de sol, los azulejos parlotean sobre las copas de los árboles. Personas y cosas que he olvidado corren de vuelta hacia mí. Abuelas que plantan maíz, hacen cuencos de arcilla, cortan caña para tejer canastas, curan cueros, recitan plegarias matinales, cantan canciones de cuna para dormir a los chicos. Ojalá hubiera vivido yo lo suficiente para ver a mis propios nietos pero no está escrito que sea así.
(De Shell Shaker. San Francisco: Aunt Lute Books, 2001). Traducción: Márgara Averbach
Petros Markaris: “La globalización de la economía creó la globalización del crimen”// “Un detective suelto en un país en crisis”2
Petros Markaris es dramaturgo, guionista, traductor y escritor. Conocido sobre todo por la serie de novelas sobre el comisario Kostas Jaritos, nació en 1937, en Turquía, de padre armenio y madre griega. Estos son algunos de sus libros traducidos al castellano: Defensa cerrada, Noticias de la noche, Muerte en Estambul, Suicidio perfecto, El accionista mayoritario y las novelas de la crisis: Pan, educación, libertad, Liquidación final, Con el agua al cuello.
Las novelas policiales de Markaris sobre el comisario Jaritos se han traducido a muchísimos idiomas y esa difusión global forma parte de un renacimiento del género policial a nivel internacional, con autores de distintas nacionalidades, por ejemplo Henning Mankell y Asa Larson. Actualmente, los géneros populares occidentales, sobre todo el policial, se leen y escriben en todo el mundo. Muchas novelas comparten esquemas, reglas y características de género que cruzan nacionalidades, costumbres, tradiciones literarias. Por formación, yo vi mucho de la novela negra estadounidense en los libros de Markaris. En la entrevista, descubrí que eso era un error: cuando le hablé del tema en la entrevista, él me dijo que sus referentes no son los estadounidenses sino los europeos mediterráneos. Eso prueba que lo que reconocemos no son influencias específicas, nombres, sino el género mismo. Es el género el que construye puentes entre culturas.
Y el género y sus puentes se apoyan a su vez en relaciones históricas importantes. La historia de las crisis económicas en Grecia y Argentina explica en gran parte la cercanía inquietante entre Markaris y sus lectores en nuestro país. Leídas desde la experiencia argentina, Con el agua al cuello, Pan, educación, libertad y Liquidación final, las tres últimas novelas traducidas de Markaris, son una lección sobre los efectos de la deuda externa en países de la periferia. En esos libros, el inspector Jaritos se enfrenta a las consecuencias cotidianas de la crisis: desde el tránsito detenido por las marchas de protesta hasta las quitas en los salarios policiales y el deseo de abandonar el país que manifiestan los jóvenes. Esos detalles, constantes en Markaris, suenan absolutamente familiares para los argentinos que sufrieron el período 2001-2002. En esas novelas, los criminales cuestionan la validez de la ley a la que representa el policía porque en esos momentos ni la ley ni el Estado ayudan a los ciudadanos. Esos cuestionamientos tienen razón en parte y por eso, las novelas ya no describen una lucha entre el bien y el mal sino una situación mucho más profunda, mucho más ambigua.
En toda la serie de Jaritos, Markaris relaciona las vidas individuales de sus personajes con la Historia de su país. Sus novelas pueden leerse como una combinación interesantísima de novela enigma y novela histórica. Tal vez por eso, los casos de Jaritos se leen no solo como argumentos policiales clásicos sino sobre todo como metáforas extendidas de la contemporaneidad en la periferia del mundo.
¿Por qué escribir “policiales”? ¿Cómo empezó su “relación” con el inspector Jaritos?
Jaritos vino a mí con su familia completa en un día del verano de 1992. En ese momento, yo escribía guiones para una serie de televisión. Su presencia tuvo tanto impacto en mí que no pude seguir con mi trabajo. Era como si el personaje insistiera en torturarme mentalmente. Un día me dije: si me tortura, tiene que ser un policía o un dentista. Así supe que Jaritos era policía.
¿Cuáles eran las características del personaje cuando apareció? ¿Tenía que ver con lo que usted estaba escribiendo en TV?
Al principio, tuve un problema serio: yo tengo una formación de izquierda. En países como Grecia, que pasaron por muchas dictaduras y una guerra civil, los izquierdistas no tenemos simpatía por la policía. Mi problema era crear un policía que los lectores pudieran apreciar. Lo resolví separando a Jaritos del uniforme. De civil, se parecía mucho a un pequeño burgués, como mi padre. Así conseguí sentirme cerca de él. Y no, no tenía ninguna característica en común con los personajes de la serie de TV.
¿Corrige mucho cuando escribe? ¿Cuál es su proceso de creación?
Es así: escribo los primeros dos capítulos. Cuando termino el segundo, corrijo el primero. Cuando termino el tercero, corrijo el segundo y así hasta el final. Una vez que termino la novela, se la paso a mi editor griego y a mi hija, para que ellos la lean. Reúno todas las observaciones que me hacen y hago una corrección general. Después de eso, no vuelvo a leerla hasta que tengo una sesión con el editor suizo germano para la versión en alemán.
Yo veo mucho de Dashiell Hammett y Raymond Chandler en sus novelas. ¿Quiénes son sus mayores influencias en la serie?
Siempre fui un gran fanático de Hammett y Chandler. Pero la verdad es que los autores de policiales que tuvieron mayor influencia en mí fueron el italiano Leonardo Sciascia y el español Manuel Vásquez Montalbán.
Cuando releí hace poco algunos libros del comienzo de la serie, tuve la sensación de que había un cambio en la personalidad de Kostas Jaritos. ¿Usted está de acuerdo con esa idea? Si es así, ¿por qué el cambio?
Uno conoce a una persona; empieza a tener una amistad con ella. Cuanto más dura esa amistad, tanto más conoce uno al otro. Es la regla principal de las relaciones humanas. Eso es lo que pasó en mi relación con Jaritos. No es que Jaritos haya cambiado. Es que ahora yo lo conozco mejor que al principio.
En sus libros sobre Jaritos, la situación económica, política y social del país pesan enormemente. ¿Por qué? ¿Cree usted que esa es una de las características del género policial o es algo que usted quiso explorar o las dos cosas al mismo tiempo?
No es nada que yo haya inventado. Sciascia y Montalbán hicieron lo mismo. La novela policial nórdica sigue el mismo camino.
Entonces, hablamos de una característica del género.
Yo creo que la novela policial está volviendo a la novela burguesa del siglo XIX. Muchos novelistas de ese siglo —desde Víctor Hugo a Charles Dickens; desde Fedor Dostoievski hasta Emile Zola— toman una historia criminal como punto de partida. Usan la historia del crimen como vehículo para hablar sobre la realidad social. Actualmente, muchos novelistas que escriben policiales hacen lo mismo. Usan la historia del crimen como pretexto para hablar sobre la realidad social, y a veces también sobre la política de sus países.
¿Por qué es tan importante el dinero en sus novelas, sobre todo en las últimas? La globalización de la economía creó la globalización del crimen. El crimen ya no es local; tiene raíces y conexiones en todo el mundo. Hay un gran flujo de dinero que proviene del crimen y pasa a la economía establecida. Eso crea lazos cercanos entre la política y el crimen organizado. Por otra parte, en países como Grecia, que fueron pobres en casi toda su historia, el flujo de dinero de fuentes como los Estados Unidos ha creado un sistema de clientelismo, organizado y dirigido por las clases políticas. Mis novelas se ocupan