La transición española. Eduardo Valencia Hernán
Читать онлайн книгу.En vista de la actitud del gobierno y a pesar de su apuesta propagandística alabando su apertura democrática, la conclusión en los medios opositores fue que Juan Carlos I no era la solución sino que había agravado la situación. Incluso aceptando el sufragio universal en contra de las Leyes Fundamentales, las reformas que se implantasen no introducirían la democracia porque no podían poner en juicio electoral las cuestiones del poder político, del Estado autoritario, de la soberanía popular, de la monarquía impuesta por Franco ni, en definitiva, de la libertad. En consecuencia, uniendo la falta de autoridad del Estado a la propia descomposición estructural del régimen con la aceleración liberal y democrática de toda la sociedad española, daba como resultado una aparente incoherencia a la política de la monarquía. Por tanto, si el análisis era correcto, la misión de la oposición democrática debía hacer fracasar el plan gubernamental con la colaboración de los partidos no comunistas, los partidos de centro en Cataluña, País Vasco y Galicia, la colaboración exterior del Parlamento Europeo y la Comisión de la Comunidad Europea, proponiendo un congreso de la democracia española en el mismo Parlamento Europeo para hacer fracasar el intento de perpetuación del franquismo con la oligarquía monárquica.
La unidad de la Junta y la Plataforma se hizo indispensable como oposición al régimen para conseguir la “ruptura democrática” de las instituciones franquistas, donde el movimiento obrero sería la verdadera punta de lanza de la ruptura. Sin embargo, hasta que eso sucediera, de momento cada organismo iría por su lado.
Por otra parte, la JDE se opuso a la idea de que la congelación de salarios decretada por el Consejo de Ministros pudiera resolver los problemas actuales de la economía española. También exigió la inmediata libertad de los nueve jefes y oficiales del Ejército acusados de pertenecer a la Unión Militar Democrática (UMD). Y con respecto al problema del Sahara, consideró que:
“El gobierno ha despreciado el legítimo derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui y no ha consultado al pueblo español, lesionando con ello los intereses generales del mismo y los particulares de la región canaria, cuya situación reviste una particular gravedad. La solución del gobierno respecto al problema del Sahara ha dañado gravemente el honor del Ejército español así como la dignidad nacional”.63
No obstante, dos días después de la reunión celebrada en París, Junta y Plataforma comenzaron a planificar su fusión, resolviendo que el principal punto de discrepancia entre ambas organizaciones consistía en la incongruencia de que los partidos democráticos pudieran colaborar con un partido comunista totalitario y antidemocrático.
Sin embargo, el 15 de enero de 1976 se consiguió llegar a un acuerdo, consensuado por ambas organizaciones, aludiendo al apoyo al movimiento obrero e indicando que los incrementos salariales no podían ser considerados como causa fundamental de la inflación. También se pidió la liberación de los trabajadores detenidos y la negociación directa entre empresarios y trabajadores.
Como apoyo a esta estrategia, se convocaron diversas manifestaciones, siendo la realizada el 17 de enero en Valencia la más numerosa, contando con alrededor de veinte mil personas a favor de la JDE y el Consell Democratic.
En toda España se sentía una auténtica efervescencia política con la presentación pública de los partidos políticos, la mayoría emergiendo desde la clandestinidad mientras que otros nuevos que se incorporaban al espectro político. Algunos se constituían en plataformas unitarias a fin de conseguir la mayor representatividad posible. Este fue el caso de la Confederación Socialista que finalmente llegó a unirse con la Conferencia Socialista Ibérica; o como en Galicia, donde se constituyó la plataforma del Consello de Forzas Políticas Galegas.
Sin duda, estos pactos resultaron frágiles en su contenido, llegando a crear confusión y enfrentamiento entre ellos, dada la volatilidad de las alianzas entre los diferentes organismos políticos que se sucedían constantemente en función de lo que defendieran en cada momento. Como ejemplo de ello, el comité de relaciones exteriores de la AD de Euzkadi y la comisión de enlace de la Asamblea, acordaron el 28 de enero denunciar la vigencia del Decreto-Ley Antiterrorista.
En Cataluña, dentro de la propia FSC-PSOE saltaron las alarmas al publicarse un artículo escrito por José Luis Fernández Casado que pertenecía a la Comisión de Trabajo de la FSC titulado “El PSOE contra el Consell de Forces Polítiques”. En el se indicaban las distintas tendencias del socialismo catalán así como los problemas ideológicos entre las dos formaciones:
“Los señores del Consell han demostrado demasiado pronto su antisocialismo (…) Corren rumores de que lo más molesto para los señores del Consell es la ‘E’ del PSOE, es decir, lo que tiene el Partido Socialista de ‘Español’. Tratan así de utilizar el catalanismo para excluir, con aparente justificación, al socialismo. Y además parecen ignorar con ello la composición actual de la población de Cataluña y las actuales relaciones de producción (…) Otros, sin embargo, afirman que lo que molesta de verdad a los del Consell no es la ‘E’ sino la ‘O’, es decir, la palabra OBRERO que tiene en su anagrama el PSOE. Pero precisamente es la ‘O’ lo que falta al Consell y es esto, junto a la ausencia del PSOE, lo que le excluye de la Cataluña socialista y democrática”.64
El secretario general de la FSC, Josep Mª Triginer Fernández,65 rechazó el anterior escrito; no obstante, indicó que el Consell pretendía erigirse en el organismo unitario y representativo de Cataluña cuando el único organismo unitario era la Asamblea.66 Las dos posturas en realidad no eran tan contradictorias, aunque sí demostraban el confusionismo reinante dentro del socialismo catalán, que tendría graves consecuencias ideológicas en la militancia de base y en un sector de la ciudadanía catalana ajena a la estrategia catalanista.
Desde el prisma nacionalista catalán, el líder de CDC, Jordi Pujol, puntualizaba sobre la realidad política en aquel momento:
“El objetivo fundamental es la instauración de la democracia en Cataluña y en España. El reconocimiento de la personalidad nacional de Cataluña, y en concreto del Estatut, y una nueva distribución de la riqueza, de la cultura y del poder son los objetivos fijados”.67
Pujol también se refirió a la distinción entre la ruptura y la evolución, terciando a favor de la primera, anunciando que: “De trencadissa poca o molta n’hi a de haber”. Lo sorprendente de la situación era que todos estos mensajes, enviados desde los partidos con un fuerte contenido ideológico, eran publicados sin ningún tipo de cortapisa administrativa, dando la señal de un nuevo síntoma de cambio y de la propia indecisión del gobierno ante la nueva política de aperturismo aparente. De esa forma fue autorizado el recital de música del cantautor Lluís Llach en el Palacio de los Deportes de Barcelona y denegado el acto al cantante flamenco Manuel Gerena, afín a los movimientos de oposición política, que fue detenido y multado. Llach actuó los días 15, 16 y 17 de enero en tres apoteósicas actuaciones ante un enfervorizado público que rondaba las veinticinco mil personas. Tras ocho meses de silencio, comenzó con un: “Moltes gracies en nom de L’Assemblea de Catalunya”. En días anteriores, Llach comentaba que:
“En este país el silencio a veces es muy elocuente. En ocasiones una prohibición resulta más explicativa sobre la situación del país que una canción como L’Estaca a la que se ha dado cierta representatividad de una época que aún no veo superada. (…) Tanto si se cansan como si no, la realidad de una conciencialización política es imparable. Estoy convencido de que mis recitales tendrán un significado sociopolítico ‘i no em sap pas greu’ que los cantantes sirvamos para esto. Es un papel que debemos asumir (…) Hace años que no actuo con Serrat por divergencias ideológicas, y no tengo noticias de que haya cambiado (…) La canción es un medio popular de comunicación y desde esta premisa es política, en un sentido o en otro. Lo que ocurre es que se confunde demasiado a menudo la canción política con la canción política de oposición; esto es un error evidente. Todo el mundo hace política en la canción.” 68
En todos los recitales asistieron representantes de la Asamblea, del Consell y de todo el espectro catalanista, entre los que destacan: Joan Reventós, Joan Prats, Jaume Casanovas, Ramon Trías Fargas, Jordi Pujol, Miquel Roca Junyent, Josep Andreu