La transición española. Eduardo Valencia Hernán
Читать онлайн книгу.los reyes de España realizaron una visita oficial a Cataluña en plena huelga general de la construcción que afectaba a setenta mil trabajadores y en coincidencia con la finalización del conflicto de la empresa Laforsa que había durado 104 días.84 El viaje sorprendió a todo el mundo, incluida la oposición, y aún mucho más cuando el presidente de la Diputación de Barcelona, Juan Antonio Samaranch, en la recepción oficial ofrecida a los reyes, solicitó un régimen político especial para Cataluña, completado a continuación por el alcalde, Joaquín Viola, que pidió la reforma de la carta municipal. A este respecto, Samaranch dijo: “Y es que, Señor, en estos momentos el pueblo catalán está deseoso de que se reconozca cultural, administrativa, económica y políticamente la personalidad de Cataluña”. El rey respondió al final de su intervención con un sorprendente ¡Visca Catalunya! A continuación, los monarcas visitaron la caserna de caballería de Barcelona con motivo del aniversario de la fundación de la Academia General Militar; allí el capitán general accidental A. Vega Franco sorprendió a los invitados con un discurso en clara alusión a los que “se desvían”, refiriéndose a los que tenían ideas democráticas dentro del Ejército, los militares de UMD, aconsejando la aplicación de tribunales militares o consejos de guerra para neutralizarlos. Este discurso fue censurado incluso por el propio rey.
Sin embargo, la realidad política en la calle, sumergida en medio de los conflictos laborales y universitarios, era diferente a la protocolaria de las altas esferas del poder. Vease como ejemplo la puesta en libertad de cinco estudiantes de la UAB: Josep Mª Pedrosa, Jordi Pons, Rosa Mª Blancafort, Mercé Sala, Rosa Vila y la huelga generalizada de los trabajadores del Ayuntamiento de Barcelona el 11 de febrero.85 Mientras el gobierno no daba pasos claros a favor de la apertura política, la oposición seguía defendiendo la estrategia de ruptura democrática. El profesor de la Universidad de Barcelona (UB), José Antonio González Casanova, publicó un artículo muy aclaratorio en torno a éste punto:
“La ruptura democrática −decía González Casanova− es la revolución, dicen los reformistas. La reforma es el continuismo, dicen los demócratas. Los de la ruptura quieren partir de cero y hacen el juego al comunismo y al separatismo, afirman los reformadores. Y los demócratas creen, por su parte, que los reformistas no quieren quebrar la continuidad de un régimen autocrático y que le están haciendo el juego −algo mas que el juego, pues estarían pactando− al bunker de los inmovilistas (…) Ruptura no es destrucción de nada, sino construcción de todo, pues todo o casi todo está por construir, por constituir, en este país tantos años gobernado por laboratorios y con una escasísima participación popular en las cosas públicas. Ruptura no es en el caso de Cataluña, separatismo (…). Ruptura es en definitiva, construcción pacífica y popular de una democracia sin adjetivos; proceso constituyente de un Estado español democrático, donde quepan, libres y fraternales todos los españoles, hablen el idioma que hablen y tengan las mas diversas ideologías democráticas”. 86
El control de los medios de comunicación también sufrían los altibajos de aquellos momentos de incertidumbre. El día 17 se efectuó el secuestro del último extra de la revista satírica El Papus coincidiendo con la militarización de los cuerpos de Bomberos y Policía Municipal de Barcelona que estaban en huelga. Poco después le tocó a Papillon y se levantó el secuestro de Matarratos.
Mientras tanto, los partidos enmarcados en la oposición moderada se desenvolvían en una actividad frenética de actos y manifestaciones, presentándose ante la opinión pública en una situación de libertad controlada, siendo los partidos y organizaciones radicales de la extrema izquierda y los comunistas los que lo tenían más difícil.
El 2 de febrero, en un comunicado de la FSC-PSOE, se dejó claro, como ya lo hicieron años antes, su oposición al ingreso de España en la CEE mientras no se obtuvieran previamente la libertad de expresión y de asociaciones políticas y sindicales, así como para los presos políticos y el retorno de los exiliados. A su vez, Felipe González, inmerso en las negociaciones para la formación de la Platajunta y en un cambio sorprendente de estrategia, admitió la existencia de un partido socialista catalán con el que se federaría, buscando en el fondo la unidad del socialismo y de los votos en futuras elecciones, en línea con la actitud de la dirección política del PSOE en Cataluña que era favorable a la unidad socialista catalana:
“En el caso de Cataluña seríamos favorables a que se inicie un proceso de negociación unitaria entre la Federación Socialista de Cataluña, Reagrupament Socialista i Democratic y Convergencia Socialista de Catalunya para llegar a un gran partido socialista de Cataluña federado al PSOE”.87
Joan Reventós, líder del CSC, respondiendo a la cuestión, afirmó:
“Es mas complejo que la simplicidad con que lo presenta Felipe González: por una parte, están las premisas políticas fundamentales sobre las que debe forjarse la unidad de los socialistas en Cataluña, cuestión que es tan importante como el problema de quienes hemos de formar parte del PS catalán”.88
Por otro lado, dentro del juego político, otros partidos de la izquierda moderada intentaban desmarcarse o relacionarse con los dos movimientos políticos todavía en auge que existían en Cataluña: la Asamblea y el CFPC. La Comunión Tradicionalista era una de ellas, desmintiendo su relación con el Consell a causa de su ideario carlista configurado en los postulados de Dios, Patria, Fueros y Rey que era incompatible con ninguna concepción socialista, liberal, fascista, comunista, totalitaria o separatista. Ésta, a su vez se debatía en un enfrentamiento interno entre las dos facciones del carlismo.
Por una parte, la Junta Regional de la Comunión Tradicionalista había desautorizado al Partido Carlista cuando presentó a Josep Badía como el representante máximo de su partido, y por otra, fue a nivel federal cuando Carlos Hugo de Borbón Parma propuso la ruptura democrática basándose en el socialismo de autogestión global. En esa línea identificadora, fue la representante carlista, Maria Teresa de Borbón-Parma, quien visitó al padre Xirinachs y a los captaires en favor de la amnistía.
El 13 de febrero de 1976 se presentó en público OCE-Bandera Roja con la presencia de sus dirigentes: Santiago Medina (dirigente de CC.OO), Ferran Fullá, miembro de la Asamblea, y Josep Martínez. En una breve exposición estos explicaron que sus bases ideológicas hacían referencia a lo que se llamó la Gran Revolución Cultural Proletaria China, definiéndose como marxistas-leninistas y partidarios de la dictadura del proletariado en la creencia que la revolución pendiente era de cariz socialista. Estaban por una ruptura radical y sin paliativos ni alianzas con los reformistas del régimen, propugnando una política de unidad popular usando como método la huelga general política. En relación con las instancias unitarias, OCE (BR) afirmó que estaban en las Juntas democráticas locales, provinciales y de barrios y que habían pedido la entrada en la JDE y no forman parte del CFPC.89 Diez días después, al otro lado del espectro ideológico se presentó el Centre Català, partido fundado en 1975 en Barcelona por Joan Más Canti y Joaquim Molins, siendo sus promotores Carles Ferrer Salat y Carles Güell de Sentmenat.90 En el ámbito nacionalista, entre el 5 y el 7 de febrero se celebró el llamado Congreso Europeo cuya organización corría a cargo del Movimiento Europeo que estaba formado por organizaciones y partidos de carácter regional-nacionalista, expresando el deseo y la esperanza de la pronta restauración de las libertades públicas en España. En este congreso participaron los siguientes representantes de partidos políticos catalanes: Heribert Barrera (ERC), Jaume Casanovas y Joan B. Cendrós (EDC), Francesc Gordo (CDC), Josep Pallach (Reagrupament Socialista i Democratic), Llibert Cuatrecases (UDC), Joan Sauret (ERC), Josep Sans (EDC), Ramón Trias Fargas (EDC) y Xavier Vela (Jove Cambra de Catalunya).91
Durante el mismo mes de febrero, Jordi Pujol, líder de CDC, en la campaña de presentación pública de su partido, anunció las líneas ideológicas que marcarían tiempo después el futuro de la política catalana. Pujol afirmó en Ripoll que sin una democracia europea avanzada, no se tendría a Cataluña como país; mientras que días después, en Hospitalet, reivindicaba para si la definición de “català es tot home que viu i treballa a Catalunya”, añadiéndole, “i en fa casa seva”.92
Por aquel entonces se pusieron de moda las llamadas charlas-coloquio, destacando las convocadas por el Club Catalonia. Los