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Читать онлайн книгу.El aire cómplice desde que no estás.
Bloque 2
A Talium por coserme las alas.
Entre el ruido del viento que hace volar cabellos
Se escuchan susurros de historias y versos que estremecen
El olor a café se apodera del ambiente
Las risas, las anécdotas...
Almas oscilando en la misma frecuencia
Dejan salir profundos anhelos
Sus extrañas preocupaciones
Enormes miedos y oscuros pensamientos
Quedando al descubierto en la soledad de la noche.
Época de instantes
“Usted no sabe cómo yo valoro su sencillo coraje de quererme”
Mario Benedetti
a Ángelo Gallo por su incondicional amor
De cuidar cada paso y de apoyar cada objetivo
Aunque un día soy un bosque y al otro soy desierto
Que me observe cuando lluevo y en silencio me acompañe
Porque en esta época de instantes me ha regalado un para siempre.
Reminiscencias
A quien en mi mente siempre fue niño, C. T.
Volviendo a la tierna infancia avisto a una greñuda que corría descalza persiguiendo a su hermano.
Atravesando el parque de la virgen se abrió la puerta de la casa de al frente, su hermano voló escaleras arriba y el ímpetu de la niña cesó al encontrase con unos ojos verdes cómplices de una sonrisa tímida... el clic fue inminente.
El brillo de la inocencia en esa sencilla escena, que solo se percibe en almas de quienes apenas comienzan a vivir, nunca desapareció; ni la distancia, ni el tiempo, ni la muerte lograron apagarlo; aunque hoy, después de 19 años y a falta de un duelo justo, se derrama por sus mejillas.
Ilustración - David Martínez
David Orlando Martínez Martínez
Yo te quiero desnuda
Yo te quiero desnuda
Como un amanecer abierto de par en par
Como la nuca de un ejecutado
Como la muerte en su matrimonio con la fortuna
Como el meditar de la Tierra sobre sí misma
Como una mentira bajo el reflector
Como un firmamento limpio tras la tormenta
Desnuda como arena lamida por las olas
Como un suspiro de amor
Como una revelación encadenada a la espalda del mundo
Como cosas adheridas a la aurora
Lloviznas
Mariposas
Ropa de trabajo
Marionetas
Carcajadas
Pocillos rotos
Naves interestelares en planetas errantes
Te quiero desnuda
Para acapararte el cántico del arcoíris
Y que desde la puerta del huracán lluevan saudades para ti
Yo te quiero desnuda
Aunque no venda porvenires
Aunque olvidé mi bolsa de versos antes de nacer
Cuidado te enamoras de mí
No puedo ofrecer más que un trago de bilis negra
Quizás un astro sin descubrir
Pero si me quieres
Te regalaré un bosque mudo donde sembrar tus recelos
La balada de un piano sordo e inútiles cartografías de ti
Ven aquí
desnuda
Me despeñaré por tus húmidos acantilados
De rocío matinal
Estremeceré tus profundidades
Fosa Mariana
Si prometes arrancarme del Barco Ebrio
Y escupirme a orillas de tu desdén.
Espejo
Desde su ojo de plata
El mundo se precipita
Y mi alma se quiebra
Como una algarabía de golondrinas
El Ilusorio Acusador delata la caída
He notado eso que llaman vida
Relámpago en basílica de vitrales rotos
Una dictadura de la mirada
Soy todas las deformaciones del color
Cada mutación escupida por el sol de media tarde
En el pastor de silencios
Alguien que toca la puerta
De su propia conciencia
Y al abrir la encuentra
Tomada por extraños inquilinos
Espejo
Juez
Verdugo
Testigo mudo del largo tropiezo que nunca llega a derrumbe
¿Y qué si no fuera aliento en hueso al caer?
¿Si en vez de plomo cayera ánfora
o aguzado vuelo de lechuza
hundiéndose como daga en la obsidiana de la noche?
No conocemos el hábito de las cárceles
No conocemos el hábito de las cárceles
No sabemos levantarnos en la penumbra
Sin haber enjugado los sueños al sol
En la calle
Azrael aprieta su marcha legionaria
Mientras los parientes apuran el carnaval
Incontables ocasiones
Vieron el fin del mundo a la cara
Y este nunca sopló sus trompetas
El Caribe conjura el Apocalipsis
No conocemos el hábito de las cárceles
No sabemos clavarnos en blancas paredes
Cuando la sal y el polvo y la luz llaman a nuestros pies
Afuera
Recogen los cuerpos en la oscuridad
Para que nadie los cuente
Ya no bogan las corrientes del Magdalena
Para