Luke, examina tus sentimientos. Fernando Vidal Fernández
Читать онлайн книгу.familiar a quien todos respetemos mucho por su cariño y sabiduría. Otro ejemplo: una pareja está preocupada por el comportamiento de su hijo y no sabe bien qué hacer. Supongamos que ambos tienen un enorme aprecio por el padre de ella, ya que era un hombre ponderado y un gran educador, muy solícito con los hijos. En cierto momento les ayudará preguntarse: ¿cómo habría enfocado esto tu padre o mi padre? En el discernimiento cristiano es crucial la pregunta: «¿qué habría hecho Jesús? ¿Qué querrá Dios que hagamos? ¿A qué nos impulsa el buen Espíritu?».
Cuando nuestra referencia de creencias sea una gran personalidad que admiramos, la pregunta también es muy útil. Imaginemos que estamos en un conflicto familiar. Podemos preguntarnos: «¿Qué habrían hecho Marie Curie o Gandhi?». Quizá nos venga muy grande, porque nosotros no tenemos su grandeza, pero será iluminador.
Otro tipo de pregunta es la motivacional. Explora cuáles son las motivaciones, los porqués. Es imprescindible saber el porqué último de las cosas, conectar las cosas –aunque parezcan circunstanciales– con las motivaciones profundas. No se trata de justificarlo todo de forma obsesiva, pero sí recordarnos la conexión de las cosas con los fines. Un tipo de pregunta relacionado con esta es la pregunta finalista: ¿cuál es el fin? Ignacio de Loyola hacía una pregunta que nosotros nos repetimos mucho en la familia: «¿Adónde voy y a qué?». Nos la hacemos mucho, y eso hace que la llevemos muy metida dentro y salga de forma automática. Cuando hay mucha actividad o estamos algo aturdidos, preguntarnos: «¿Adónde voy y a qué?», ayuda a centrar, a focalizar y a liberaros de ruido para ordenar la realidad entre lo esencial y lo accesorio.
Relacionadas con las motivacionales y finales están las llamadas preguntas consecuenciales, aquellas que exploran cuáles son las consecuencias. Son muy buenas para discernir, porque trabajan con hipótesis, y eso hace que estemos más distanciados. Cuando preguntamos por las consecuencias de las decisiones –y además por lo que puede significar para distintas personas–, trabajamos la dimensión de la responsabilidad y los procesos temporales.
Hay muchos más tipos de interrogantes, pero quisiéramos destacar uno importante: las preguntas implicativas. Son aquellas que comprometen a la persona en lo que se está hablando. Algunos ejemplos: «¿Y qué crees que podrías hacer tú? ¿Y cómo lo sientes tú? ¿Y tú qué harías si estuvieses en su lugar? Y si al final se decide esto, ¿qué vas a hacer tú?». Evitan que las búsquedas sean solo teóricas o que se produzcan discusiones alejadas de la realidad. Nos llevan a hablar de una materia que no es abstracta, sino personal, que afecta a quien quieres y te compromete con la toma de decisiones. Aumenta la conciencia y te inserta en los procesos. En el discernimiento, todo es un asunto personal, porque es la propia vida la que se mueve.
Las siete preguntas clave para comenzar a discernir
Estos tipos de preguntas nos dejan un esquema muy fácil para comenzar a discernir las cosas en familia. Con naturalidad, sin forzar, podemos ir sugiriendo al menos estas siete preguntas cuando buscamos algo (una decisión, solución a un problema, comprensión sobre algo):
1. ¿De qué estamos hablando? (conceptos).
2. ¿Cómo podemos decirlo de una forma más clara? (aclaraciones).
3. ¿Cómo se ve desde distintas perspectivas? (perspectivas).
4. ¿Cómo ve esto Dios o una persona a la que reconoces mayor saber? (trascendencia).
5. ¿Por qué y para qué lo hacemos? (motivaciones).
6. ¿Qué ocurriría si decidimos de una y otra manera? (consecuencias).
7. ¿Cómo nos compromete a cada uno el asunto? (implicaciones).
4. Entrenemos la capacidad familiar de preguntar
Proponemos un ejercicio para aprender a preguntar en familia de forma más compleja. Considera en familia –con los hijos, la pareja, otros familiares– algún tema polémico en el que haya claramente dos partes enfrentadas en la sociedad.
Una vez seleccionado el tema, hagamos preguntas acerca de las características que tienen las personas que defienden una u otra posición. Por ejemplo: ¿de qué edad son? ¿Tienen la misma religión? ¿Qué tipos de trabajo tienen? ¿Cuánto ganan? ¿Cuáles son sus aficiones?
Después hagámosles, como si allí delante estuviesen, preguntas sobre la cuestión. Es decir, ¿qué preguntas les haríais a esas personas si estuviesen ante vosotros? Al comienzo quizá formulemos preguntas superficiales, agresivas o malintencionadas con las que buscamos confirmar que nosotros tenemos razón. Pero llamemos a la hondura de las preguntas: a ver quién hace la pregunta más profunda a los otros. ¿Qué le preguntaríais al corazón, a cómo se sienten?
Centrémonos en el conflicto, dilema o problema y busquemos la pregunta que va más a la raíz del problema. No se trata de preguntar solo desde la ideología o la razón, sino desde el corazón, es decir, desde todas las razones y toda la razón.
Finalmente, hagamos una evaluación del ejercicio. ¿Creéis que hemos hecho las preguntas necesarias para llegar al fondo de la cuestión? ¿Cómo nos hemos sentido mientras preguntábamos? ¿Creéis que hemos preguntado o hemos hecho preguntas retóricas que en realidad ya contenían la respuesta?
No importa que el tema sea muy general o amplio, porque aprender a preguntar sobre temas generales siempre acaba haciéndonos capaces de preguntar mejor sobre temas particulares. Es cuestión de hacer más pura nuestra intención y entrenar la habilidad de ir a la raíz y el corazón de cada cosa. Cuando pase algo importante, antes de opinar una vez, pregúntate dos y medita o reza tres (reza, medita o lo que tus creencias o espiritualidades impliquen).
Generalmente, al final de cada capítulo de este libro incluimos unas preguntas para reflexionar. Pero este capítulo ya está lleno de preguntas entre las cuales el lector puede elegir para meditar y llevar las cosas un poco más allá. Vayamos, pues, directamente al siguiente paso de este aprendizaje para discernir.
3
ESCUCHAR EL MUNDO
En la familia Skywalker, todo lo que les ocurre tiene que ver con las estrellas, con las galaxias y el destino del universo. Cómo sienten, lo que opinan y el tipo de vínculos que tienen entre ellos se convierte en crucial para el futuro del universo. Cada decisión de los Skywalker ayuda a la república democrática o acaba siendo útil a la tiranía imperial. Anakin, Luke o la chatarrera Rey se muestran ansiosos de tener noticias del universo y de implicarse. En cada cosa que hacen, el universo se juega su mañana. ¿Y en nuestra vida familiar? ¿Qué se juega el mundo en cada cosa que hacemos?
Decíamos al comienzo que esta guía va sobre galaxias. Y es verdad, porque la familia no solo se reduce a vivir concentrada en su casa, sino que cada día vuela dándole vueltas al mundo. Cada mañana, sus miembros van a sus trabajos, a los estudios, a las tareas domésticas, a cuidar de sus familiares o amigos, a los compromisos en las organizaciones, comunidades o las Iglesias, a las actividades culturales o a otros lugares como un gimnasio, un paseo, la biblioteca, el parque o el centro de salud. Todos los miembros de la familia despegamos del nido cada mañana, hacemos nuestros vuelos por el mundo y nos juntamos de nuevo por la tarde en el hogar para compartir lo vivido, seguir con tareas y celebrar la cena y un tiempo en común.
1. Ejercicio: nuestra casa es un mapa del mundo
Proponemos, para comenzar, una experiencia muy sencilla. Juntaos en casa para hacer lo siguiente: se trata de encontrar en casa cosas que vengan del mayor número posible de países. Id buscando objetos que hayan sido fabricados en otros países o que tengan un componente que haya sido fabricado en otro país. Mirad los cubiertos, porque detrás está grabado el país donde han sido fabricados. Mirad la ropa, los dispositivos electrónicos o las herramientas. Examinad también la comida y mirad los componentes. No olvidéis revisar los productos de baño, los juguetes o los libros. ¿Sois capaces de hacer con ellos un mapa del mundo en el suelo del salón? ¿De qué continentes hay más productos y de