Orden fálico. Juan Vicente Aliaga
Читать онлайн книгу.Mucho se ha debatido sobre las supuestas conquistas del bolchevismo respecto de la liberación de la mujer con la finalidad de escapar de la esclavitud zarista a que estaba sometida. Algunas avanzadas medidas que se tomaron en lo tocante al matrimonio, el divorcio, el aborto, la implantación de guarderías para cuidar a los niños, se vieron truncadas con la involución estalinista, fundamentalmente desde 1936 con la prohibición del aborto en la URSS y la vuelta al modelo tradicional matrimonialista desde 1944. Trostky estudió los efectos de la revolución socialista sobre las mujeres. Es difícil negar lo bienintencionado de sus propósitos, dada la situación de atraso cultural y analfabetismo de muchas mujeres, sin embargo rezuma en sus escritos una concepción que vincula primordialmente a la mujer a la maternidad al proclamarla madre de la nación. Véase Leon Trotsky, Escritos sobre la cuestión femenina, Barcelona, Cuadernos Anagrama, 1977.
[30] Barbara Spackman, ibidem, p. 7.
[31] Véase al respecto los argumentos de Victoria de Grazia, How Fascism ruled Women, Italy, 1922-1945, A Centennial Book, University of California Press, 1992.
[32] R. W. Connell ha expuesto que las mujeres constituyeron gran parte de la mano de obra de las fábricas textiles durante la Revolución industrial. Fue la expulsión de las mujeres de la industria pesada lo que fomentó el proceso de formación de la masculinidad obrera favoreciendo de ese modo la concepción mitificada del varón como proveedor y sustento de la familia. «The History of Masculinity», en Rachel Adams y David Savran (eds.), The Masculinities Studies Reader, Oxford, Blackwell, 2002, p. 253.
[33] Publicado por Princeton University Press, 1995.
[34] La obra de ficción de este importante escritor alemán puede entrar en contradicción con algunas de sus actividades políticas, por ejemplo, su apoyo al derecho al sufragio de la mujer. La coherencia del sujeto creador no siempre se produce.
[35] En esta novela, plagada de misoginia, el personaje de l’Indien califica a la mujer de «hermosa, frágil y fútil», p. 124. Alfred Jarry, Le surmâle. Roman moderne, París, Jean-Jacques Pauvert, 1990. La brutal misoginia es también el argumento de Sexo y carácter de Otto Weininger, 1904. Se trata de un texto enormemente influyente en la cultura germánica.
[36] Texto que apareció incluido en Futurismo e fascismo, 1924.
[37] Barbara Spackman, Ibidem, p. 10.
[38] Ibidem, p. 14.
[39] Véase el espléndido estudio de Thomas Waugh, Hard to Imagine. Gay Male Eroticism in Photography and Film from Their Beginnings to Stonewall, Nueva York, Columbia University Press, 1996.
[40] De forma contradictoria en «Discorso futurista agli inglesi», incluido en Futurismo e fascimo, Marinetti critica a los británicos por su hipocresía en la condena a Oscar Wilde. Tal vez pretende insinuar que en el fondo los británicos comparten los mismos deseos sexuales que el autor de De profundis, al que condenaron a una sentencia de cárcel.
[41] De Jean Paul Sartre, léase «Qu’est ce qu’un collaborateur?», 1945, incluido en Situations III, París, Gallimard, 1964.
[42] En esta película el personaje de la colaboradora de los nazis lo encarna una lesbiana. En Germania anno zero, 1947, un ex nazi es representado como pederasta.
[43] La presencia de constantes misóginas es fácilmente detectable en la literatura futurista. Sin embargo, en recientes revisiones de la estética y ética futuristas se pasan por alto. Véanse por ejemplo las páginas redactadas por Rosalind Krauss y Benjamin Buchloh en Arte desde 1900. Modernidad, antimodernidad, posmodernidad, Madrid, Akal, 2006, pp. 90-97.
[44] Las citas proceden del manifiesto de Balla, reproducido en Francisco Javier San Martín (ed.), La mirada nerviosa. Manifiestos y textos futuristas, San Sebastián, Diputación Foral de Guipúzcoa, pp. 138-140.
[45] Citado por Richard Cork en A Bitter Truth: Avant-garde Art and the Great War, Yale University Press, 1994, p. 68. Marinetti, Russolo y Boccioni se habían manifestado en 1914 en la Galleria Vittorio Emmanuele de Milán donde quemaron banderas austriacas, exigiendo que Italia entrara en guerra.
[46] Fernand Léger, «Correspondance de guerre», en Cahiers du Musée Nationale d’Art Moderne, París, Centre Georges Pompidou, 1990, p. 36.
[47] En el ensayo de W. J. T. Mitchell, What Do Pictures Want. The Lives and Loves of Images, Chicago, University of Chicago Press, 2005, el autor quiere ir más allá del significado, lo que habitualmente hacen los historiadores del arte con la ayuda del contexto, que se busca en las imágenes. Se pregunta cuál es el poder interno que hace que una imagen resulte fascinante o seductora, lo que le permite hablar de signos vitales. La vida crucial de una imagen estriba en la repetición. En el caso de Severini, en sus pinturas de guerra, los signos vitales lo constituyen los aparatos y el material bélico. La lectura de Mitchell, harto sugerente, resulta insuficiente. Mi propuesta es que dichas figuras armamentísticas funcionan como metáforas de una filosofía fálica de la guerra, del orden social que se quería mantener.
[48] Norman Bryson, en una reseña del libro de W. J. T. Mitchell, What Do Pictures Want. The Lives and Loves of Images, se refiere a la persistencia de vida de las imágenes a base de momentos de repetición. Así, la Crucifixión, la Última Cena o las maternidades formarían parte de esas imágenes carentes de singularidad que son totalmente reconocibles por haber generado múltiples copias. Olvida Bryson preguntarse por la ausencia de imágenes de paternidades, descartando en ese significativo descuido el influjo que ejercen en los artistas las constricciones sociales, culturales, religiosas y las normas de género mediante las cuales determinada iconografía se torna consuetudinaria. Véase Artforum (noviembre 2005), p. 28.
[49] Véase Giovanni Lista, Futurismo e fotografia, Milán, Edizioni Multipla, 1979.
[50] En 1919, Luigi Russolo, que había resultado gravemente herido en la guerra, junto a Marinetti y Balla entraron en la sede del periódico socialista Avanti con la intención de saquearlo y quemarlo. Y lo lograron.
[51] Un texto desacreditado por Francisco Javier San Martín que lo considera maniqueista y demasiado deudor y reduccionista de la filosofía de Nietzsche, de la que hace una lectura superficial según el compilador de La mirada nerviosa, Ibidem, p. 109.