El Player. Raul Zaldivar

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El Player - Raul Zaldivar


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indica separación; luego el verbo “monstrare”, que se traduce como mostrar; y el sufijo “-ción”, que indica una acción de su efecto. La idea del término demostrar, es que una persona debe separarse del grupo para mostrar una acción que valide sus planteamientos. Demostrar es probar lo que se dice acompañado de pruebas fehacientes. La demostración es reducir el razonamiento puro a las muestras tangibles. En ese entendimiento no sería suficiente que un estudiante diga que es bien aplicado, necesita demostrarlo aprobando con la más alta nota en sus exámenes y trabajos académicos. No sería suficiente que un jugador de futbol diga que es un goleador, es necesario que lo demuestre en los partidos siendo un anotador regular o el máximo goleador. No es suficiente que una persona diga que es honesta, debe demostrarlo en su vida diaria y en las condiciones más complejas.

      Ahora bien, cuando se trata de demostrar la valía, no se trata solamente de mostrarle a otros lo que valemos, sino, primeramente, aceptarnos y valorarnos a nosotros mismos. La valía es parte esencial de la autoestima, la cual se necesita para poder demostrar de qué somos capaces. Las tertulias negativas, de crítica severa, afectan a las personas y las dejan en una valoración nociva de sí mismas. Así que, cualquier persona que quiera demostrarle a otros lo que vale, primero debe sentirse satisfecha con quién es. Así pues, antes de demostrar a otros nuestro valor, debemos sentirnos cómodos con quiénes somos. Ningún player debe compararse con otros, porque cada uno tiene su marca personal; cada individuo es único. Cada persona debe buscar la excelencia, pero nunca sentirse mal por no alcanzar la perfección, porque en la demostración siempre hay tendencia a fallar. Así que todo jugador debe trabajar en su desarrollo personal con expectativas positivas y no sentirse ahogado cuando los resultados sean negativos.

      En esta lección es nuestro interés que el estudiante pueda en tres enunciados sencillos entender que toda persona que quiere el éxito en su vida necesita demostrar su valor. El hecho es que muchas personas quieren que otros aprecien su talento, pero no han demostrado nada, solamente tienen buenas ideas, buenos planteamientos, pero nada tangible, nada que pueda comprobarse, nada que esté a la vista. Un arquitecto puede diseñar un edificio extraordinario, pero si jamás se construye no demostrará su valía como profesional. Es imprescindible que todo player muestre su valía a través de la demostración.

      En esta lección, serán objeto de estudio tres aspectos: (1) ser el primero en llegar; (2) siempre hago más de lo que digo; y (3) tengo éxito en todo lo que emprendo.

      Objetivos de la lección

      Al finalizar esta lección el participante podrá:

       Comprender la importancia de que la demostración es necesaria para ser valorado.

       Enumerar aquellos elementos que muestran nuestra valía.

      1. SOY EL PRIMERO EN LLEGAR

      Para demostrar lo que una persona vale, la puntualidad es imprescindible. Es una virtud muy valiosa en todas las etapas de la vida, debe ser fomentada y enseñada. Debe enseñarse desde la niñez para que sea una de las fortalezas en la personalidad de cualquier persona. Si un individuo aprende a llegar temprano a la escuela, a la iglesia y a cualquier reunión que sea programada, no cabe duda que será altamente apreciado. ¿Cómo fomentar la puntualidad desde la niñez? La manera adecuada es establecer un itinerario de actividades para el día y obedecer lo programado. De esa manera la persona sabrá a qué horas debe levantarse, a qué hora ir a clases, cuándo acostarse para descansar, etc. ¿Qué puede hacer un player para cumplir con los horarios establecidos? Utilice sus dispositivos programándoles la alarma, utilice la agenda y no programe actividades o tareas en exceso para que pueda cumplir con sus tareas, procure no procrastinar.

      Uno de los problemas más significativos en nuestra comunidad es la impuntualidad. Mucha gente acostumbra llegar tarde a todo lugar, sin respetar el tiempo de los demás. Jamás olvidaré cuando fui invitado a una congregación para compartir un sermón en un día especial. El culto estaba programado para empezar a las 7.00 p.m. y, al puntualizar la hora señalada, el servicio no empezó sino hasta las 7.45p.m. ¿Qué pasó? El director no se hacía presente, él también era foráneo. Cuando él finalmente llegó al lugar, pidió disculpas y dijo: “Estamos empezando puntuales” y en broma añadió: “... son las 7.00p.m. ¿Qué significa p.m.? —preguntó a la concurrencia y exclamó—: ¡puntualidad mexicana! y no “post meridiem” (pasado el meridiano). El público sonrió y no lo tomó a mal siendo que era un hermano conocido, querido y, además, de nacionalidad mexicana.

      La impuntualidad es el denominador común de muchas personas, no importando su país de origen; es un vicio lamentable, es una mancha en la personalidad de cualquiera. Muchos players tienen grandes talentos, pero la impuntualidad les marca negativamente. En el mundo del deporte, muchos jugadores talentosos han sido apartados del equipo por no presentarse a los entrenamientos o por no llegar a los horarios que se les requería. Si un player quiere demostrar su valor, necesita ser puntual, debe estar a tiempo, debe ser percibido como una persona que respeta los horarios e incluso se presenta algunos minutos antes de lo previsto.

      2. SIEMPRE HAGO MÁS DE LO QUE DIGO

      En la comunidad hispana se tiende a querer lograr grandes cosas con el mínimo esfuerzo o a llegar a la meta tomando atajos. Este es un vicio que debe combatirse. Para empezar, solamente una persona de “alto rendimiento” podrá apegarse a los cánones de los altos logros. No es lo mismo decir “hago lo que digo” que “hago más de lo que digo”; el más supone dar el extra, hacer sacrificios mayúsculos, ir más allá de lo programado. ¿Qué marcará la diferencia entre hacer lo requerido y más de lo requerido? La respuesta es sencilla: la actitud. Esta es la clave para ir más allá del estándar en cualquier profesión o disciplina. En mi caminar estudiantil hubo muchos compañeros que me decían “lo que yo quiero es terminar la carrera, el título es para mí lo importante, la nota no importa” e incluso me daban ejemplos: “cuando buscas empleo, te dicen qué nivel de estudio tienes y no te piden tu analítico para darte un empleo”. Y es verdad, hay cierta razón en eso, sin embargo, la competencia del player tiene mucho que ver, es decir, importa qué tipo de jugador es, cuánto se ha esforzado no solamente por cerrar la carrera, sino por alcanzar la excelencia en lo que hace. Hacer más de lo que digo es un asunto de satisfacción y realización personal y marca la diferencia a la hora de presentar resultados. A veces los mejores escritores no son los que venden más libros.

      Un player fuera de serie no intenta hacer las cosas, sino que las hace más allá de la expectativa. Un jugador cuya historia me fascinó es la del ciclista italiano Gino Bartali, quien nació en 1914 y murió en el año 2000 a sus 86 años. Este extraordinario deportista del ciclismo tiene todavía el récord de haber ganado el Tour de Francia en un lapso de 10 años, ya que lo ganó en 1938 y el segundo en 1948. Empezó en el ciclismo gracias a que su padre le encontró un empleo en un taller de reparación de bicicletas y el dueño, al ver su excelente trabajo, le regaló una bicicleta y le animó a entrenarse y competir. ¡Fue un gran campeón! Solo el hecho de haber ganado competencias en su país y ganar dos veces el Tour de Francia ya lo hacen extraordinario; fue un corredor incansable y devorador de kilómetros en su natal Italia, pero lo menciono aquí porque, durante la Segunda Guerra Mundial, cuando ya no pudo competir en las carreras internacionales, pudo haberse retirado. Sin embargo, no fue así; el cardenal Elia Angelo Dalla Costa le pidió que fingiera que entrenaba y durante dos años recorrió cientos de kilómetros para salvar la vida de ochocientos judíos. ¿Cómo lo hacía? Bajo el sillón de su bicicleta escondía la documentación necesaria para cambiar la identidad de los judíos y sacarlos con documentos italianos y así poder salvarles la vida.

      Bartali nunca comentó nada de lo que hizo y se fue a la tumba en el año 2000 sin revelar esta verdad; de hecho, una de sus frases fue “El bien se hace pero no se dice”. Nadie imaginó nunca que mientras, entrenaba en tiempos tan peligrosos, él transportaba a escondidas documentos y pasaportes destinados a salvar a estos judíos perseguidos; constantemente pasaba por puestos de registro sin ser detectado como sospechoso. Nunca imaginaron lo que Bartali


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