Cómo entender tu género. Alex Iantaffi

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Cómo entender tu género - Alex Iantaffi


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      Puedes anotar tus pensamientos y sentimientos, hablar con alguien de confianza, dibujar o pintar, o simplemente moverte para reconectar con tu cuerpo y no olvidarte de respirar.

      Cuando quieras, vuelve para seguir con la sección 2…

      En la sección 1 hemos hablado de cómo el género puede relacionarse con quiénes somos, cómo interactuamos con nuestro propio yo y con el resto del mundo y cuáles son nuestras autoexpectativas y las que tenemos respecto a otras personas. Ahora pasaremos a considerar un contexto más amplio. En esta sección exploramos de dónde vienen las ideas de género, si esas ideas son universales o no (ya te destripamos el final: ¡no lo son!), qué generalizaciones hace la gente sobre el género, cómo nos pueden afectar esos estereotipos y, por último, cuáles son algunas de las opciones actuales en torno al género en los contextos en los que vivimos.

      Por favor, recuerda que las ideas que presentamos aquí, y en el resto del libro, no son la verdad absoluta en todo el mundo. Aunque intentamos tener en cuenta perspectivas diversas y globales, nosotres vivimos en contextos geográficos y culturales específicos —Reino Unido y Estados Unidos— y las cosas pueden ser distintas donde estés tú. Te animamos a hacer tu propia investigación, sobre todo respecto a los temas destacados en la subsección 2.4.

      Una advertencia más antes de seguir: si todo esto aún te suena más teórico de lo que querías o esperabas, no te preocupes, el enfoque será mucho más personal en la sección 3. Sin embargo, como el género está tan influido por la cultura en su sentido más amplio, nos parece importante empezar por esto.

      Ya hemos mencionado antes que algunas de las mejores pruebas que tenemos sobre la diversidad de género en distintos tiempos y pueblos provienen de la antropología y de la historia. ¡También hemos afirmado con todo descaro que internet no inventó la diversidad de género! Enseguida expondremos algunas pruebas para respaldar estas afirmaciones, pero antes hagamos un repaso de cómo se ve el género en las sociedades donde nosotres, les autores, vivimos actualmente.

      Un breve paseo por el género en las culturas dominantes

      Aunque les dos estamos a menudo rodeades de una amplia gama de identidades, expresiones, roles y experiencias de género en nuestra vida diaria, somos conscientes de que el panorama es potencialmente menos diverso cuando se trata de las culturas dominantes en las que vivimos. Por «culturas dominantes» entendemos aquellas que conforman nuestro lenguaje y nuestro pensamiento cotidiano a través de los medios de comunicación más extendidos y accesibles, como la televisión, el cine, los periódicos, la música, los cómics, etc. Por supuesto, hay medios independientes que pueden tener una perspectiva distinta, pero por ahora nos centraremos en los primeros: los principales periódicos y revistas, las películas de Hollywood, las redes sociales más populares, etc. Las culturas dominantes también determinan la educación, mediante los libros de texto y la formación de educadores y demás profesionales, y además se reflejan en nuestros sistemas políticos y jurídicos.

      Vamos a dar algunos ejemplos de ideas dominantes de género donde residimos. Tanto uno como otre hemos vivido situaciones difíciles al ir a baños o aseos públicos, ya que con demasiada frecuencia las únicas opciones son binarias: hombres o mujeres. A veces hay baños familiares o accesibles, pero incluso cuando esas opciones más inclusivas están disponibles, puede que nos miren con extrañeza si entramos sin usar silla de ruedas o sin una criatura a cuestas. La mayoría de los colegios también tienen solo opciones binarias para sus estudiantes. No es raro que jóvenes trans y de género diverso sufran infecciones del tracto urinario porque tratan de evitar hacer uso de esos baños que no se ajustan a sus necesidades o porque tal vez son blanco de amenazas o de violencia en ese entorno durante los largos días de clase. Quizá creas que los baños son un ejemplo muy concreto y que esta situación solo afecta a las personas trans y no binarias. Sin embargo, padres y madres sin pareja a menudo lo tienen difícil para moverse por estos sistemas binarios si su expresión o identidad de género no coinciden con la de su retoño. Las personas que necesitan asistencia, si no hay baños accesibles, también se ven afectadas con frecuencia. Incluso para las personas cis que no parecen ajustarse a las expectativas sociales de género los baños públicos pueden suponer un reto, como en el caso de mujeres cis con más vello facial y corporal de lo habitual debido al síndrome de ovario poliquístico (SOP) o de hombres cis con tejido mamario agrandado (ginecomastia).

      La división binaria de género entre hombres y mujeres también puede verse en las tiendas, por ejemplo, en cómo se colocan los juguetes o la ropa. Ya empiezan a verse algunos cambios, pero siguen bastante limitados a marcas y tiendas específicas. En general, todavía se ven juguetes etiquetados y anunciados «para niñas» o «para niños» y los juguetes «de niñas» tienden a ser rosas o de otros tonos pastel mientras que los juguetes «de niños» exhiben colores más atrevidos, primarios, como rojo, azul y amarillo. La ropa sigue una tendencia similar y en muchas tiendas la dividen en secciones para niños o niñas y hombres o mujeres. Algunas prendas de vestir, como las faldas y los vestidos, se siguen considerando dominio de la feminidad en lugar de estar disponibles para el público en general, y el maquillaje sigue la misma línea.

      Pero no son solo los objetos y las mercancías lo que se etiqueta, se divide y se anuncia según una idea binaria de género. Eventos como las competiciones deportivas también se dividen en deportes para hombres y para mujeres, con todo lo que esto implica, que incluye en qué canales se retransmiten y cuánto dinero se paga a cada deportista. En Reino Unido, uno de los torneos de tenis más prestigiosos, el de Wimbledon, sigue ofreciendo un premio menor para las mujeres que para los hombres, a pesar de la incuestionable popularidad de algunas de sus principales estrellas. Estas disparidades afectan a muchas personas en lo que respecta al tipo de trabajo que les parece accesible y a la cantidad de dinero que recibirán, ya que las mujeres y las personas trans, sobre todo las mujeres trans racializadas, ganan normalmente mucho menos que los hombres cis y a menudo viven al límite o por debajo del umbral de la pobreza.

      Momento para la reflexión: el género en el lugar donde vives

      Tómate ahora unos minutos para reflexionar sobre cómo es la cultura dominante allí donde vives. ¿Es similar o se diferencia de lo que hemos descrito aquí? ¿En qué aspectos?

      Explorando el pasado

      Puede que estas ideas no sean nada nuevo para ti. Mary Wollstonecraft escribió Vindicación de los derechos de la mujer en 1792 y el feminismo sigue enfrentándose a los estereotipos de género y su impacto. Sin embargo, la noción de género binario se ha vuelto tan popular que mucha gente piensa que es «lo natural» y una consecuencia evidente de nuestra biología. Pero muchas personas han desafiado este concepto en diferentes épocas y lugares, a través del activismo, la escritura, la investigación y, simplemente, viviendo sus vidas.

      Como mencionábamos en la sección 1, el género es diverso, y como tal no binario, no solo en la naturaleza sino también a lo largo de la historia. Por ejemplo, en el Imperio romano precristiano, el culto a la deidad frigia Cibeles estaba muy extendido. Sus sacerdotisas, llamadas galli, eran por regla general personas a las que se asignaba el sexo de varón al nacer y que se presentaban de una manera femenina.

      En el país que muchas personas llamamos ahora Estados Unidos, los pueblos indígenas de varias naciones soberanas tenían muchas palabras para denominar múltiples géneros y múltiples expresiones y roles de género en función de quién era cada cual y de cuáles eran las necesidades de la comunidad. Esos roles eran a menudo, aunque no exclusivamente, sagrados. La diversidad de género en las naciones indígenas soberanas extrañó a los pueblos colonizadores, que no la entendían y acuñaron términos despectivos para describirla (por ejemplo, «berdache») antes de intentar erradicar por completo tales expresiones mediante el genocidio, la separación de las familias y la supresión del idioma y de las costumbres espirituales y culturales. Como hemos visto, el término inglés «Two-Spirit» (dos espíritus) lo crearon indígenas de varias naciones para reclamar esas identidades, roles y expresiones perdidas. Esta palabra y esta identidad son específicas


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