Mercados y bienestar. Varios autores

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Mercados y bienestar - Varios autores


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el trabajo social no es ni una característica común —una generalidad entre los trabajos concretos— ni el punto de partida de la explicación del mundo social de la mercancía, sino el resultado del intercambio con otros agentes. Los trabajos inicialmente son privados porque son descentralizados, y el problema que se plantea ya no es la circulación de un valor dado, sino explicar cómo unos trabajos privados se socializan por medio de las transacciones de mercado. Por ende, M-D-M no es ahora una circulación del valor dado en la producción, sino que, a lo sumo, puede representar la circulación de un trabajo privado, donde M es solo trabajo privado 1 que se cambia por dinero (la única encarnación del valor), y este dinero adquiere otro trabajo privado, un trabajo privado 2 señalado por la segunda M.

      3. LA NECESIDAD DE LAS NOCIONES DE “PRECIO IDEAL” Y “PRECIO EFECTIVO”

      El trabajo [en la producción de mercancías] es trabajo del individuo privado, representado en un determinado producto. Sin embargo, en cuanto valor, el producto tiene que ser materialización del trabajo social y, como tal, directamente convertible de un valor de uso en cualquier otro. Por tanto, el trabajo privado debe representarse directamente como lo contrario a él [...]. Solamente mediante su enajenación se representa realmente el trabajo individual como lo contrario de él. Mientras este dinero sirve de medida y de expresión del valor de la mercancía en el precio, obtiene la mercancía esta representación. Solamente por medio de la conversión real en dinero, por medio de la venta, adquiere la mercancía esta su expresión adecuada en cuanto valor de cambio. La primera transmutación es un proceso meramente teórico, la segunda es el proceso real. (Marx, 1980b, vol. 3, p. 120)[9].

      El precio ideal es la expresión monetaria inicial del trabajo privado, el que aspira a volverse social. El precio efectivo se genera en el intercambio una vez que se han realizado las transacciones, y es la expresión objetiva de que el trabajo privado se ha socializado. Por tanto, en este enfoque las mercancías tienen dos precios monetarios en su existencia mercantil, un precio monetario ex ante al mercado y un precio monetario ex post a él.

      4. LA VENTA COMERCIAL ES UN SALTO MORTAL DE LA MERCANCÍA

      De la reconocida tensión entre lo privado y lo social se deriva que existe un riesgo comercial para el productor, ya que no todo trabajo privado se vuelve necesariamente social. Esto es la idea contenida en la expresión poética salto mortal de la mercancía del capítulo III de El capital:

      El salto que el valor mercantil da desde el cuerpo de la mercancía al del oro [dinero] es el “salto mortale” de la mercancía. Si fracasa, lo que se verá chasqueada10 [frustrada] no será la mercancía sino su poseedor. La división social del trabajo hace que el trabajo del poseedor sea tan unilateral como multilaterales sean sus necesidades [...]. La mercancía es quizás el producto de una nueva modalidad de trabajo, la cual pretende satisfacer una necesidad recién surgida o crear, por su propia iniciativa, una nueva [...]. Hoy el producto satisface una necesidad social. Tal vez mañana lo desplace, total o parcialmente, un tipo similar de producto. Aunque el trabajo es también, como el de nuestro tejedor, un eslabón patentado de la división social de trabajo, ello en modo alguno basta para garantizar el valor de uso precisamente de sus 20 varas de lienzo. Si los tejedores que compiten con él ya han saturado las necesidades sociales de lienzo —que como todo lo demás tiene su medida—, el producto de nuestro amigo se volverá excesivo, superfluo y por tanto inútil. (Marx, 1975, p. 129)[11].

      Encontramos entonces que el salto mortal de la mercancía es el concepto central del segundo enfoque, dado que indica que no toda actividad privada, aunque sea necesario expresarla en dinero, es de inmediato social y que, por tanto, lo que sucede en el mercado es el mismo proceso económico de éxito o fracaso en la socialización de las actividades productivas privadas.

      5. EL DINERO ES LA MEDIACIÓN FUNDAMENTAL PARA QUE LO PRIVADO SE CONVIERTA EN SOCIAL

      En efecto, en los Elementos Marx había escrito:

      Querer transformar el trabajo del individuo en general (o sea también su producto) inmediatamente en dinero, en valor de cambio realizado, significa determinarlo inmediatamente como trabajo general […]. El trabajo, sobre la base de los valores de cambio, supone precisamente que ni el trabajo del individuo ni su producto sean inmediatamente universales y que este último obtenga su forma universal solo a través de una mediación objetiva, a través de un dinero distinto a él. (Marx, 1971, vol. 1, p. 100).

      Ahora se tiene claramente que el dinero representa la magnitud social donde se insertan los distintos trabajos privados componentes de la división social de los productores. Al insertarse en el espacio del dinero, el mercado es la red de pagos monetarios y no de la circulación de trabajos abstractos.

      En resumen: la visión que Marx permite en este segundo enfoque es que, en un mundo descentralizado, los trabajos privados que producen objetos mercantiles no son de inmediato cuotas de trabajo social, porque su actividad es precisamente privada y descentralizada; esta actividad solo deviene social por medio del intercambio, al cambiarse por una mercancía especial que encarna el valor mercantil en general, la mercancía monetaria. Las actividades privadas están entonces mediadas por la presencia de un objeto social, válido y reconocido por todos, las unidades monetarias; es decir, frente a lo privado el aspecto social del bien es el dinero, idea contenida en la noción de precio ideal. Ahora bien, la complicación viene de que para poder entrar en el proceso de intercambio las mercancías privadas deben recibir un precio ideal, una expresión monetaria de lo privado antes que este se vuelva social y, al mismo tiempo, cuando la mercancía privada se convierte en dinero, en el intercambio, el trabajo privado se vuelve efectivamente social. En estos términos, el intercambio socializa lo que en una primera instancia es privado, pero este privado debe recibir una expresión inicial en dinero, y en tal sentido la mercancía es en un principio una encarnación de dinero (no de trabajo social) y, en seguida, tras el intercambio efectivo, lo privado se ha socializado cuando se entrega a su productor unidades monetarias, por definición representantes sociales del valor. Así llegamos a la idea de que la mercancía es inicialmente una encarnación de dinero, pero es la transacción mercantil la que da el valor económico socialmente aceptado y no un presunto contenido previo inmanente, una cuota de trabajo abstracto.

      III. PROBLEMAS ANALÍTICOS EN LOS DOS ENFOQUES DEL VALOR ABSOLUTO

      En verdad, Marx expuso estos dos enfoques como si fueran aspectos de una misma concepción de la economía comercial, ya que reduce el dinero al papel de expresar los trabajos abstractos y convierte la circulación monetaria a una circulación de trabajos abstractos; de ahí que no sea extraño que su exposición aparezca incoherente o confusa, porque a veces el dinero tiene la primacía y otras veces se la otorga al trabajo. En realidad, son enfoques diferentes, y cuando los separamos vemos que en lugar de confusión lo que encontramos son vacíos o una formulación incompleta. Veamos esto con más detalle.

      A. PROBLEMAS DE LA CONCEPCIÓN DEL VALOR COMO TRABAJO ABSTRACTO

      1. LA DESAPARICIÓN DE LA DISTINCIÓN ENTRE LO PRIVADO Y LO SOCIAL

      Si en toda producción mercantil todo trabajo abstracto no es más que una cualidad de los trabajos concretos, la economía mercantil no se representa en forma diferente de una economía planificada, centralizada, aquella en la cual no debería hablarse de mercancías, sino de solo productos. La observación crítica viene del mismo Marx, tal como está planteada en la primera redacción del primer capítulo de El capital: “Si ese trabajo [de los productos] fuera directamente social, esto es, trabajo colectivo, los productos adquirirían el carácter directamente social de un producto colectivo para sus productores, pero no el carácter de mercancías unos para otros” (Marx,


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