Mercados y bienestar. Varios autores

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Mercados y bienestar - Varios autores


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Nacional de Estadística (DANE) en el 2015 en las trece principales ciudades del país. Gracias a esta encuesta es posible conocer el nivel educativo de los padres, el número de hijos del joven y su experiencia laboral. Tercera, porque incorpora reflexiones sobre el capital social que son novedosas en este tipo de estudio.

      Los datos correspondientes a los NENP muestran que su proporción aumenta con la edad y, además, que predominan los jóvenes de familias que están situadas en el quintil más bajo de ingresos. La indagación de Tami es relevante porque cuando el hogar es pobre sería más lógico que el joven estuviera en una situación NINI, más que en una NENP. Para entender las razones de los NENP. Tami propone dos hipótesis relacionadas. La primera es el embarazo juvenil, y la segunda tiene que ver con el papel de la mujer en el hogar. Entre las familias pobres el embarazo adolescente suele ser más alto que entre los hogares de altos recursos. Y las mujeres jóvenes, que están embarazadas o comienzan a ser madres, no van al mercado laboral.

      De manera general, para todas las poblaciones tener hijos o vivir en pareja implica mayor probabilidad de ser NENP. Estar casado aumenta esta probabilidad, pero solo en el caso de los jóvenes vulnerables. Entre las familias pobres, el capital social es más débil, y ello incide en la menor tasa de participación.

      Tami examina otras variables que podrían ser relevantes para explicar la situación de los NENP. como la educación de los padres. Descarta esta y otras variables, y resume los factores explicativos en las condiciones económicas del hogar y en el género del joven. Hace ejercicios que permitan captar la incidencia específica del nivel socioeconómico y del género. Entre los jóvenes hombres, la probabilidad de estar en situación NENP es mayor en los hogares de altos ingresos. Y cuando se agrupan los jóvenes por quintiles de ingreso, las mujeres tienen una probabilidad mayor de formar parte de los NENP.

      Tami concluye: “el entorno socioeconómico en el que se desenvuelve un individuo y su familia determina su asistencia (y no asistencia) educativa y su participación (y no participación) en el mercado laboral”.

      Reconoce que el estudio apenas es un primer paso porque quedan sin responder interrogantes que son relevantes. Uno tiene que ver con la diferencia de comportamiento según los rangos de edad. En los hogares del quintil 1, que son los de bajos ingresos, los más jóvenes tienden a participar más en el mercado laboral que los menos jóvenes. Otra pregunta tiene que ver con el papel que cumplen los subsidios como incentivos para el embarazo adolescente11 o para permanecer por fuera del mercado laboral. Cabría indagar, además, si son los jóvenes, o si son sus padres, los que deciden continuar en el sistema educativo12.

      VI. LOS CAMBIOS EN LA ESTRUCTURA DE LAS FAMILIAS

      Desde su mirada integral, Cuevas (2000b, 2007a) examina la aproximación de la teoría económica al estudio del afecto y la familia. Los acercamientos de Cuevas a esta temática se enmarcan en su progresiva asimilación de los debates de la economía institucional.

      Sandoval, Riaño y Barrera comienzan con una breve presentación de la forma como Cuevas concibe el tema de la familia, y subrayan su enfoque interdisciplinar. Después muestran que la familia está cambiando de forma permanente. No solo en términos demográficos, sino en sus valores y en el papel que se le asigna a la mujer. Y, finalmente, acentúan la evolución que ha tenido el tamaño y la estructura de familias en Colombia. Los cambios tienen que ser explicados no solo por razones económicas, sino que también tienen relación con aspectos sociales y geográficos.

      Cuevas (2000b) retoma a Ovidio (43 a. C.) en El Arte de amar, y subraya la relación estrecha que existe entre las decisiones humanas y los aspectos económicos. Después de esta mención a Ovidio, hace un seguimiento cuidadoso a la forma como algunos autores han abordado el tema de la familia. Y esta aproximación se enmarca en un contexto global, en el que necesariamente se consideran los factores demográficos. Describe, de manera dramática, la visión que tenían los autores clásicos de los ciclos de muerte y vida de los niños. En los siglos XVIII y XIX la esperanza de vida era muy baja, cercana a los 30 años. En aquellas circunstancias el ciclo económico era determinante de las tasas demográficas. El desempleo y la falta de ingresos se reflejaban de manera directa en una mortalidad infantil más alta.

      Adam Smith (1776) estudió en la Riqueza de las naciones los determinantes del stock de bebés. Concluyó que, en su ciega sabiduría, el mercado corregía déficits o excedentes sin hacer sutiles distinciones con las patatas o las coles. La oferta y la demanda laborales terminaban arbitrando la situación, y el aumento o la disminución de los magros salarios se encargaban del resto, a través de sus brutales impactos sobre la nutrición, las comodidades y la morbilidad de la gran masa pobre de la población. De cada diez niños, cinco podían morir, y en las regiones más míseras hasta siete, antes de cumplir quince años (Cuevas, 2000b, p. 13).

      Cuevas advierte que la aproximación económica es “cruda” porque es realista. Pasa revista a varios autores: Malthus, Sade, Fourier, Mill, Masoch, Engels, Veblen, Pareto, Boulding, Hirsch, Friedman, North, Tullock, McKenzie, Becker, Dawkins, Posner, Pollack, Bergstrom. De diversa manera, todos ellos ponen en evidencia la relación entre el amor, el sexo y el mercado.

      Gracias a la lectura de estos autores, continúan Sandoval, Riaño y Barrera, es posible “considerar la economía no como la ciencia de la escasez, sino como la ciencia de los incentivos en que el comportamiento humano está determinado por la frustración y por los costos”. Y desde esta mirada adquieren relevancia el tamaño de la familia, las interacciones entre sus miembros —“simpatía intensa” en los términos de Smith—, las creencias, la cultura, la capacidad económica, etc.

      Después de estas consideraciones generales, los autores examinan lo que ha pasado con las familias colombianas. Es evidente: la disminución del número de hijos por pareja, el aumento de uniones libres y de separaciones, el crecimiento de los hogares monoparentales y unipersonales, la convivencia de parejas sin hijos. Estos cambios son significativos y tienen implicaciones en todos los ámbitos de la vida social. Las tendencias generales se diferencian por nivel socioeconómico. Por ejemplo, en Colombia un 22% de los hogares de ingreso alto no tienen hijos. La relación es de 11% en los hogares de menor ingreso. Es un reto entender la forma como se decide dentro de la familia. Estos procesos siguen siendo una caja negra (Sen, 1981). En Colombia la transición demográfica fue contundente en los años cincuenta y sesenta.

      Sandoval, Riaño y Barrera estiman los determinantes de la demanda de hijos. Las variables independientes son: las características sociodemográficas del hogar y del individuo, los factores geográficos y el comportamiento del mercado laboral. Los autores concluyen que “los cambios en el tamaño de la familia y de la composición de los hogares no es homogénea, es cambiante en el tiempo y se encuentra relacionada con el espacio”. El menor número de hijos está directamente relacionado con la mayor educación de la mujer, el nivel socioeconómico, el uso de anticonceptivos y la proximidad a las grandes ciudades. Cuando la unión es formal el número de hijos es relativamente mayor. El desempleo se manifiesta en menor número de hijos.

      A partir de estos y otros hallazgos, hacen recomendaciones de política pública, dándole énfasis a la educación. Hay una clara relación entre la capacidad humana, que se adquiere mediante la educación, y la regulación de la natalidad. En un texto que se ha convertido en un clásico, Drèze y Sen (1986) comparan las políticas demográficas de India y China. Mientras que en India se ha optado por la educación y por la creación de incentivos adecuados, que permitan reducir la tasa de natalidad, en China el control ha respondido a políticas públicas de corte autoritario. Entre las medidas más radicales destaca la prohibición de tener más de un hijo13.


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