Sueño contigo, una pala y cloroformo. Patricia Castro

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Sueño contigo, una pala y cloroformo - Patricia Castro


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yo os explico se basa en la anarquía relacional, en tratar igual a un amigo y darle el mismo cariño que a una de vuestras parejas, es justo lo que sale en esta imagen. Lo que os he dicho, no somos la mitad de nadie, ya estamos completas, los celos son malos y la monogamia no es lo normal aunque nos lo hagan creer. Yo ahora mismo estoy en una relación donde los cuidados son lo más importante, más allá de quienes nos follemos o si mantenemos otras relaciones sexoafectivas con compañeros. Lo que he aprendido con el paso de los años y los golpes que te da la vida es que como feminista es muy importante una red de curas para poder hacer frente al resto de cosas y poder compartir nuestras experiencias…

      Aquel tostón no parecía acabarse nunca. Volví a coger el móvil. Busqué en el WhatsApp la conversación con Júlia y, envalentonada por las birras que llevaba, hice una foto de la charla y se la mandé.

      Alexandra

      Estic pensant en tu

      Ese día fue el inicio del psicodrama de verdad. Supongo que no creeréis que nada de lo que viene sea cierto pero la cosa salió así. Ojalá tuviera tanta capacidad de imaginación y esa putazorra no me hubiese roto el corazón de la manera que lo hizo y ha hecho otra vez más. Iba a bloquear el móvil cuando vi que ella estaba escribiendo.

      Júlia

      I en què penses?

      Dejé el móvil un segundo. No tenía ni idea de qué hacer. Ya me dirás tú qué se hace en esas situaciones. El corazón y el coño me palpitaban a la vez. Estaba excitadísima. Intenté ponerme lo más recta posible en aquella incomodísima silla de plástico. Había perdido la cuenta de las cervezas que llevaba.

      Alexandra

      Me gustaría que estuvieras aquí

      Volví a bloquear el móvil. ¿Qué coño estaba haciendo? Cuando lo abrí de nuevo Júlia ya había respondido.

      Júlia

      A mi també m’agradaria ser allà. Molt, eh?

      Alexandra

      Podrías haber venido…

      Júlia

      No m’ho has dit, cuca

      Alexandra

      Si te lo hubiese dicho, ¿habrías venido conmigo?

      Júlia

      Ho dubtes, Alexandra?

      Alexandra

      No, claro que no, solo que me gusta que me lo digas

      Júlia

      Sí, hi hagués anat

      Alexandra

      Somos amigas ¿no?

      Júlia

      Molt, moltíssim

      Alexandra

      Es que Júlia, tú a mi me…

      No recuerdo terminar la conversación. Media hora después estaban tocando aquellas tías del grupo de música y cantando sobre lo mucho que les gustaba la Judith Butler de las narices y de cómo querían comerle el coño a Monique Wittig. Salimos a la calle. Berta quería fumar y Sara estaba esperando a un amigo suyo, el único tío que les caía bien a todas. Pillamos unas latas y nos las fundimos en la puerta. Yo ya estaba algo mareada.

      El móvil comenzó a vibrar, lo cogí y vi varios mensajes de Júlia.

      Júlia

      Alexandra, estàs bé?

      Júlia

      Hola?

      Júlia

      Hi ets?

      Júlia

      Bueno cari, quan vulguis…

      Lo volví a bloquear. No tenía ni puta idea de lo que le había dicho. No recordaba haberle hablado aquella tarde.

      —Mirad, por ahí viene Uri.

      —Ya era hora, tío.

      —Hola, Sara, ¿cómo va?

      —Esta es Alexandra. Uri trabaja enfrente de mi oficina.

      —Soy workingclass, no como esta, que tiene horario de burguesa, de nueve a cinco.

      —Trabajo de telefonista, tampoco te flipes.

      —Bueno, a mi es que ser camarero me va bien, qué quieres que te diga. No me gusta madrugar.

      —Por cierto, toma. Pegatas para que las vayas poniendo por ahí.

      —Toma Alexandra, quédate tú también con un taco, a ver si hacemos ruido.

      —Tourism kills the city. Joder, molan

      —Lo sé, Sara, las he diseñado yo.

      —Tío, ¿tienes eme?

      Uri se lió un porro. Nos ofreció pero nadie quiso.

      —Me debes pasta del finde pasado, que lo sepas.

      —Ya, ya, pero ¿tienes o no?

      —Déjate de mierdas, Sara, ya nos pusimos ciegas el sábado.

      —Cállate, Ana, que luego siempre quieres.

      —¿Te ha contado lo que le pasó, Alexandra? La muy gilipollas se puso hasta el culo de keta y se cagó encima.

      Sara le pegó un empujón y se fue enfadada. Ana miró con cara de odio a Oriol mientras se largaba a buscarla.

      —Uri, coño. Ets idiota.

      Oriol parecía un tipo majo. La cosa es que todos iban super puestos y muy pasados. Normal que no supiese tener el pico cerrado. De hecho me parecía extraño que un tío sin ninguna tara ni trauma aparente fuese amigo de todas aquellas pseudo intelectuales, progres de salón y bolleras políticas. Supongo que tendría la polla bastante grande, comería muy bien el coño o como camello les pasaba una mierda espectacular.

      Volví a mirar el móvil. Eran las once de la noche. El efecto de la última cerveza ya se me había pasado. Comencé a leer lo que había hablado con Júlia y los mensajes que no le había respondido. Me sentí mal por haber dejado la conversación colgada tanto tiempo, no me había dado cuenta.

      Alexandra

      Tía, perdona, estaba liada

      No pensé que fuera a responder. Júlia solía controlar los tiempos y muchas veces me dejaba en visto durante horas. Siempre pensé que era un jueguecito infantil aunque luego descubrí que la muy cabrona planeaba perfectamente hasta cuándo responder.

      Alexandra

      Me gustas, Júlia

      Júlia

      Com?

      Alexandra

      Eso, que me gustas. Me gustas mucho tía

      Júlia

      I tu a mi cuca, això ja ho saps

      Alexandra

      No, no ho sabia

      Júlia

      Com que no ho sabies? Però si ets preciosa

      Alexandra

      ¿Piensas que soy preciosa?

      Júlia

      Sí

      Alexandra

      Tú sí que ets preciosa Júlia

      Júlia

      Calla, va, no diguis bestieses

      Alexandra

      Vente, aun seguimos por aquí, está Sara, me ha dicho que os conocéis

      Júlia

      Sara? Sí, oi tant que la conec, de l’associació

      Alexandra


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