Sujeto migrante. Isabel Edenburg

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Sujeto migrante - Isabel Edenburg


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relatos desarrollados en este libro respetan la lógica de aquello que se dio en la clínica. Aun así, admiten ciertas transformaciones que permiten sostener la discrecionalidad y la reserva de aquello que fue un abordaje terapéutico. Se trata de secuencias narrativas referidas a migrantes que residen en Israel. Se despliegan en un más-allá de la clínica, en aquello que reviste importancia a partir de la puntuación de los efectos psicológicos producidos por la migración. Todos los nombres son ficticios, así como ciertos aconteceres donde priman mi fantasía posterior y mi pensamiento en escenas. El concepto de Sujeto es tomado como sujeto de un análisis en lo que se dispara de contenidos inconscientes. Se trataría entonces de un sujeto sujetado a su inconsciente. Y también Migrante en tanto se prima en alguien el hecho de no residir siempre en el lugar que lo vio nacer y crecer. Las reflexiones que se presentan a continuación intentan ahondar en un posicionamiento teórico basado en lecturas y orientaciones que denotan una manera de concebir la clínica y sus efectos de sentido. Los relatos constituyen un caleidoscopio multiplicante de episodios que se dieron alguna vez. Son reescrituras y multiplicaciones dramáticas que aspiran, a su vez, a ser multiplicadas por los lectores.

      A modo de introducción

      Porque poniéndome en su lugar puedo imaginar su estado de ánimo. Abandonar la hermosa patria, los queridos parientes, el más bello entorno, las ruinas de las inmediaciones; no sigo, porque de otro modo me pondría tan triste como usted; lo que debe abandonar, usted lo sabe mejor que nadie.

      Estoy inclinada sobre una valija en un corredor del aeroparque Jorge Newbery. Es el 21 de febrero de 2001. La valija había cerrado antes, pero ahora ya no cierra; no encuentro manera de acomodar los objetos que hay en ella. A mi alrededor, hay doce personas, entre familiares y amigos, que miran la escena inmóviles y visiblemente emocionados. Uno de ellos intenta tomar la palabra, y esgrime una estimación acerca de la medida de la valija y la medida de todas las cosas. “Es imposible”, dice, “no entran”. Yo insisto en acomodarlas, hasta que acepto lo irremediable y empiezo a sacar lo que rápidamente decido que quedará en Buenos Aires: unos palos que alguien me entregó como parte de un perchero desarmable, unas vasijas de cerámica y algunas prendas que ya no voy a usar. Mientras elijo y descarto, dos manos a mi lado me ayudan en la tarea. Una integrante del grupo allí reunido pudo articular su cuerpo y se inclinó conmigo ante la valija. Es una amiga querida que, viendo mi necesidad imperiosa de resolver allí, en ese preciso instante, lo que finalmente llevaría, acudió en mi ayuda. Se lo agradeceré por siempre, ella lo sabe. Habiéndome despedido de cada uno de los que un momento antes habían formado un círculo alrededor mío y de mi valija, paso al otro lado, al lugar donde queda definido que ya no hay marcha atrás, al corredor previo al embarque. Allí todo lo veo azul, quizás por el reflejo del sol… ¿o será este el color de mis recuerdos? ¡Cuánto amor me llevo, y cuánta incertidumbre me abruma!

      Isabel Edenburg

      1 Freud, S. (1992). Cartas de juventud (1871-1881) (p. 307). Barcelona: Gedisa. (1941)

      2 En hebreo, “ascenso”; término utilizado para nombrar la inmigración judía a Israel.

      REFLEXIONES

      Imaginario social en procesos migratorios

      Cuando alguien decide migrar, se expone a un cambio radical. En la toma de decisión, así como en la posterior salida de su lugar de origen o de crianza, se inician una travesía y un proceso de pasaje de intensa complejidad. El procesamiento de tales cambios se va dando en la realidad de un nuevo entorno, en el campo subjetivo, en los nuevos lazos sociales y en las modificaciones de las coordenadas de tiempo y espacio. Es insoslayable la vivencia de cierto caos en las primeras etapas, a partir de la llegada, frente a tantos estímulos nuevos a decodificar. El trabajo de elaboración entre aquello que queda atrás y lo nuevo que se impone como realidad dará cuenta de sensaciones, percepciones y vivencias intensas en los nuevos afrontamientos de aprendizaje e inclusión. Debido a que todo el entorno es novedoso y desconocido, al abordar un nuevo suelo siempre habrá cortes ineludibles en las vivencias de continuidad, los cuales requerirán un trabajo continuo de elaboración de duelos. Así como en toda situación de cambio, el modo en que se produzca la migración y la forma en que haya sido tomada la decisión de acuerdo a motivaciones conscientes e inconscientes irán generando efectos singulares. Las vicisitudes específicas en la aceptación de las diferencias se producirían no sin un paso previo: su reconocimiento. Las modalidades con las que se habita cada tránsito de una orilla a otra de la aceptación son construcciones móviles y continuas. La tramitación de lo nuevo, ya sea el idioma, las costumbres, la gestualidad, los diseños ligados a la moda o las usanzas del lugar, irá dando forma y a la vez deformando las imágenes a interiorizar. Es incesante el movimiento de asimilación y acomodación necesario para aprender y aprehender la nueva realidad. A veces pueden suscitarse trabajosos duelos que conviven con el proceso de inserción en nuevos circuitos de comunicación e interacción. Los vínculos afectivos de cada sujeto que se encuentra tramitando su migración, así como sus niveles de tolerancia a la frustración, constituyen elementos que formarán parte del proceso de elaboración de pérdidas. Esto se debe a que, en los procesos que acompañan el pasaje de un territorio a otro, habrá que procesar aquello que fue antes en el tiempo, en coordinación con devenires en otros espacios. Se trata de una tarea trabajosa, ya que tales intersecciones témporo-espaciales se encuentran en transposición. Es así que a partir de los desplazamientos geográficos, los conflictos psíquicos y relacionales previos se exponen a diferentes grados de tensión y cuestionamiento.

      Hay un concepto que resulta particularmente interesante de interpelar en este intento de conceptualizar las intersecciones entre devenires psíquicos en movilidades geográficas. Se trata de aquello a lo cual Cornelius Castoriadis (1993) -psicoanalista y filósofo de origen turco y griego radicado en Francia- le dedicó especial énfasis, definiéndolo como “imaginario social”. Cabe preguntar: ¿Cómo se producen en cada sujeto migrante efectos de sentido ante los cambios de predominancias del imaginario social en los movimientos de pasaje de un país a otro? Poner a trabajar esta interpelación conceptual incluye formularse algunas preguntas en torno al campo de manifestaciones subjetivas y socioculturales. ¿Qué aspectos se pondrían en juego en las situaciones de adaptación a un país nuevo, donde los códigos que circulan no pertenecen al mundo de significaciones propias del imaginario social que cada sujeto porta como correlato de su impronta compartida en otras coordenadas? ¿En qué difiere de las modalidades significativas que atraviesan el imaginario social instituido e instituyente en el país de arribo? ¿Cómo se van instituyendo nuevas significaciones en esa hibridación necesaria para sobrevivir al cambio en procesos migratorios de sujetos migrantes?

      Algunos analizadores darían cuenta


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