Chile: ¿más equitativo?. Claudio Sapelli

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Chile: ¿más equitativo? - Claudio Sapelli


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la distribución en el margen, que es donde inciden las políticas públicas.

      Si sabemos que las políticas no afectan a todo el stock, sino al margen, ¿por qué para saber si han funcionado, miramos la distribución del ingreso de toda la población (Figura 2.1), en lugar de ver lo que sucede con la misma en el grupo objetivo (las cohortes más jóvenes)? Eso es justamente lo que hacemos en la Figura 2.3: observaremos la desigualdad intrínseca de cada cohorte.

      Es importante darse cuenta de que stock y margen no están completamente disociados. Existe un vínculo entre la Figura 2.1 y la Figura 2.3, ya que los cambios sostenidos para las cohortes nacidas a partir de un año determinado debieran tener un efecto sobre el stock una vez que estas comiencen a ser una parte significativa de la población.

      En conclusión, al confrontar las Figuras 2.1 y 2.3 estamos comparando la evolución de la distribución del stock (de todos) y del margen (de cada cohorte individualmente). En la Figura 2.1 estamos mirando al mismo tiempo mundos distintos, “diferentes Chiles”; en la 2.3 vemos a cada Chile en forma individual, sin mezclarlos. Mientras la primera figura nos muestra un país en el que la desigualdad se mantiene estancada por un periodo largo, la Figura 2.3 nos dice que las cohortes más jóvenes están teniendo ingresos menos desiguales y que este es un fenómeno de larga data. Nos dice que hay una dinámica oculta y que la distribución del ingreso está mejorando por razones estructurales.

      2.3.1. Aceleración del proceso de mejora de la distribución del ingreso

      Al estudiar los cambios en la distribución del ingreso por cohorte que ocurren entre los resultados obtenidos con los datos disponibles para la primera edición y aquellos disponibles para la presente (segunda) edición, se encontró que no había un cambio de primer orden en términos de las conclusiones principales de la primera edición. Sin embargo, aparecían algunos resultados nuevos (cambio en el máximo, cambio en la tendencia al final). Esto habla de una dinámica del proceso de cambio en la distribución del ingreso que parece interesante analizar.

      Para realizar dicho análisis nos pareció interesante tratar de generar una serie de “fotos” que nos dieran una idea de cuál era la “película”. Para ello lo que hicimos fue agrupar las 10 CASEN disponibles en grupos de a seis (lo que da lugar a cinco grupos) y comparar los resultados, en términos de distribución del ingreso por cohorte, para cada agrupación. Esto permite contar una historia de cómo se dio el cambio respecto de los datos presentados en la primera edición, al incluir las CASEN 2009, 2011 y 2013.

      Entonces lo que se hizo fue formar cinco grupos de datos, el primero de ellos conformado por todos los datos de las primeras seis CASEN: desde la CASEN 1992 a la 2003 (incluye entonces las CASEN 1992, 1994, 1996, 1998, 2000 y 2003). A partir de ahí se hace el ejercicio de sacar la CASEN más vieja y adicionar una más nueva. La diferencia entre el primer grupo y el segundo es que sale la Casen 1992 y entra la Casen 2006, entre el segundo y el tercero es que sale la Casen 1994 y entra la Casen 2009 y así sucesivamente. Hasta terminar con la agrupación de las últimas seis CASEN: 2000, 2003, 2006, 2009, 2011 y 2013.

      Es importante notar que esta división de los datos en grupos no debiera resultar en ningún cambio si estamos estudiando fenómenos sociales estables. Si fuera así, no debiera haber diferencias entre examinar un grupo de datos y otro. Pero como estamos examinando fenómenos sociales en evolución, como veremos, sí hay cambios importantes.

      Entonces lo que hacemos es la descomposición de Deaton para los diferentes grupos de datos, separando los cambios en la distribución del ingreso en efectos cohorte propiamente dicho, efecto edad y efecto año. Más abajo se pone énfasis en particular en comparar los efectos cohorte propiamente dichos y los efectos edad para los cinco grupos. O sea, se trata de obtener la película de esas cinco fotos para ambos efectos.

      En la Figura 2.4, en que se ilustra lo que se obtiene, se comparan los resultados para el primer grupo (1992-2003) con aquellos para el grupo final (2000-2013), que son los que tienen diferencias más marcadas. Nótese que en las CASEN incluidas en ambos grupos hay una separación casi perfecta entre datos recogidos en los noventa y datos recogidos en los primeros años de este siglo.

      Puede observarse en la figura que las CASEN más “nuevas” y las más “viejas” tienen, en forma global, un similar comportamiento. Me refiero a que primero hay un incremento en la desigualdad y después una caída. Este resultado, que es el resultado de primer orden reportado en la primera edición del libro, no cambia.

      Pero hay otras varias cosas, tres específicamente, que difieren y que conviene discutir.

      Primero, difiere el año de nacimiento de la cohorte que tiene la máxima desigualdad. Para las CASEN “viejas” esto ocurre para la cohorte nacida en 1957 y para las CASEN “nuevas” para la cohorte nacida en 1945. Esta es la diferencia quizás de menor importancia (aun cuando puede ser relevante para la discusión de qué generó el cambio de tendencia). Los otros dos cambios son más importantes.

      Un segundo cambio a destacar es la magnitud de la caída entre el peak y el piso de la serie. Para las Casen “viejas”, la caída en la desigualdad por cohorte es de ocho puntos (este es aproximadamente el resultado reportado en la primera edición). Sin embargo, para las Casen “nuevas” es de mucho mayor magnitud. Son 26 puntos entre peak y piso y 23 puntos entre peak y el último dato de la serie. Esto lleva a pensar en una aceleración importante del proceso de mejora de la distribución del ingreso en las Casen más recientes: ¡tres veces más!

      En último lugar se observa que la tendencia descendente que en la serie “vieja” invita a pensar que dicha tendencia continuará (y de hecho esa es la predicción que se hace en la primera edición del libro), en la serie “nueva” se observa que dicha tendencia descendente en realidad continuó sólo un poco más y luego se detuvo; a partir de ahí se ve una estabilización del efecto cohorte de la distribución del ingreso.

      Entonces, la magnitud de la caída en la desigualdad aumentó y es casi tres veces mayor a la observada anteriormente, pero ahora ya no podemos proyectar que la caída continuará, sino más bien parece que se ha detenido.

      Figura 2.4. Comparación del efecto cohorte propiamente dicho para las primeras (1992-2003) y últimas (2000-2013) CASEN

      Fuente: Elaboración propia sobre la base de las encuestas CASEN 1992-2013. En el eje vertical tenemos puntos del Gini.

      Una caída de 26 puntos en el Gini es realmente un tema de primer orden, y nos permite conciliar los resultados anteriores respecto a la mejora entre generaciones y lo que ha pasado con el Gini para toda la población desde el año 2000.

      Si el efecto total de mejora entre generaciones era de ocho puntos, entonces la caída en el Gini global entre el 2000 y el 2013 ya agotaba la inclusión de ese proceso generacional en el índice global. Eso era difícil de entender, ya que no se esperaba una transmisión tan rápida de 100% de la mejora entre generaciones. Con estos nuevos datos lo que sucede puede entenderse mejor ya que solamente un tercio de la mejora en la distribución del ingreso por generaciones se ha transmitido al Gini global y todavía podemos esperar una mayor caída.

      Por otro lado, también parece un resultado importante que esta tendencia a la mejora en la distribución del ingreso entre generaciones parece haberse detenido. Con una disminución del Gini de esa enorme magnitud uno esperaría que el proceso no continuara mucho más.

      Era de esperar que en algún momento fuera a pasar que las mejoras en la educación y el crecimiento económico condujeran a una situación estable de la distribución del ingreso en que ya las cohortes más jóvenes fueran relativamente similares a las más viejas, como sucede en los países desarrollados. Por lo que tanto por razones cuantitativas como cualitativas una detención del proceso no debiera sorprender. De hecho si la baja de 23 puntos que muestra el último dato (de la serie nueva) se transmitiera completamente al índice global (y olvidándonos de que el envejecimiento de la población o un menor crecimiento económico o un empeoramiento de la calidad de la educación conspirara contra ello), entonces el índice de Gini para toda la población al que podría llegar Chile estaría en el


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