Chile: ¿más equitativo?. Claudio Sapelli

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Chile: ¿más equitativo? - Claudio Sapelli


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      Cada uno de estos efectos significa:

      1. Efecto Edad: aísla el impacto de la edad sobre la distribución del ingreso (que se explica en detalle más adelante);

      2. Efecto Año: aísla el impacto del ciclo económico sobre la desigualdad, permite capturar el efecto de la contingencia económica y política que afecta por igual a todas las cohortes ese año (por ejemplo, en una crisis económica la distribución del ingreso tiende a mejorar); y

      3. Efecto Cohorte: aísla el efecto propio de la cohorte, los elementos que afectaron a esa cohorte y no a las otras4. Sobre estos efectos cohorte nos concentraremos de aquí en adelante.

      Como el efecto cohorte es lo que más nos interesa —porque permite evaluar los efectos de las políticas públicas—, discutiremos un ejemplo de un elemento que afecta a algunas cohortes y no a otras. Veamos: ¿qué sucede si hay un aumento en la calidad de la educación? Es de esperar que esa mejora tenga consecuencias en todos quienes están educándose en ese momento y, ciertamente, en todos los que aún no han comenzado a educarse. Sin embargo, no va a favorecer a aquellos que ya terminaron su proceso educativo, ya que el beneficio solo podrán tenerlo las personas a partir de una cohorte en adelante. Al aumentar la calidad de la educación aumentarían los ingresos de algunas cohortes y no los de otras y crecería la desigualdad del ingreso en toda la población. Esta política deseable se reflejaría en un deterioro en la distribución del ingreso. Sin embargo y en particular, si la calidad mejorase más para los hijos de personas con menor educación, la distribución del ingreso de las cohortes afectadas por la mejora en la calidad sería más igualitaria. Esto solamente podemos evaluarlo mirando la distribución cohorte por cohorte y concentrándonos en el efecto que es propio de cada una de ellas.

      En resumen, no sabemos si la baja en la desigualdad que observamos en la Figura 2.2 es por el efecto cohorte (porque las generaciones más jóvenes tienen como característica intrínseca una distribución más igualitaria que las acompañará toda la vida) o por el efecto edad: porque las observamos cuando son más jóvenes (y cuando sean mayores tendrán la misma distribución del ingreso que sus antecesores).

      Para separar estos efectos, es necesario realizar la descomposición. Pero primero tratemos de entender por qué se da el efecto edad en relación con la desigualdad.

      ¿Por qué las cohortes tienen una distribución del ingreso más desigual a medida que envejecen? Al momento de salir del sistema educativo, todos los miembros de una misma cohorte ganan salarios relativamente parecidos. Pensemos en los egresados de una carrera universitaria, quienes al terminar los estudios presentan pequeñas diferencias entre sus ingresos. Pero a medida que van envejeciendo, habrá historias de éxito profesional, de personas que supieron aprovechar sus talentos, crearon empresas o llegaron a puestos muy altos, mientras también habrá otras de fracaso, por mala suerte, por falta de esfuerzo o demasiada codicia. Es por estas diferencias en la trayectoria que la desigualdad de los miembros de una misma generación será mayor a medida que la cohorte envejece.

      Una buena manera de ilustrar lo que sucede es la carta que escribió Andrea Repetto5 a apropósito del tema:

      “Todos quienes han participado de las reuniones de ex alumnos del colegio, 5, 10, 20 y más años después de graduados, son testigos de cómo los ex compañeros de curso se vuelven cada vez más disímiles en características que son observables. Por ejemplo, al momento de graduarse, los centímetros de cintura de los integrantes de cada generación eran bastante parecidos, al igual que cuán frondoso su cabello. Al menos lo eran mucho más que hoy, luego del paso del tiempo. Lo mismo sucede con los ingresos de las personas. (…) se dice que el hecho de que la variabilidad de ingresos entre los jóvenes de 25 a 34 años sea menor que la de las personas entre los 55 y 64 años, es una indicación de que los problemas de desigualdad de Chile se irán reduciendo con el tiempo. Como lo ilustra el ejemplo anterior, sin embargo, ello no se deduce de las diferencias de variabilidad de ingresos a través de generaciones, porque esta variabilidad medida al interior de las generaciones aumenta con el tiempo. Para aventurar una conclusión así, al menos habría que saber si la dispersión de ingresos de quienes hoy tienen 55 a 64 años era más alta hace 30 años —cuando tenían 25 a 34 años—, en relación con la que ostenta la generación de 25 a 34 años de hoy” (El Mercurio, Cartas al Director, 30 de agosto de 2010, página A2).

      Para separar los tres efectos, aplicaremos la mencionada descomposición de Deaton (los detalles pueden verse en Sapelli (2007)). En la siguiente sección discutimos los resultados respecto del efecto cohorte propiamente dicho, que es el que nos interesa.

      En la Figura 2.3 se grafican los efectos cohorte. Vemos allí que los cambios en la distribución del ingreso de cada cohorte se deben a efectos intrínsecos de cada una de ellas (obtenidos con la descomposición mencionada más arriba, o sea, aislados del efecto edad y del efecto del ciclo económico). Lo que estos efectos cohorte nos muestran es que, tras un período de alta inestabilidad para las generaciones nacidas a comienzos de siglo —que no se reporta en la figura—, comienza una etapa en que la desigualdad por cohorte aumenta sostenidamente para aquellas nacidas entre 1929 y 1943. Para los nacidos en este último año principia una nueva etapa, con una caída sostenida de la desigualdad que se extiende al menos hasta los nacidos a fines de los 70, como puede apreciarse en la curva punteada, y a partir de ahí el proceso se estabiliza6. Al hacer la descomposición comprobamos que la caída en el índice de Gini observado en la Figura 2.2 no es solamente por el efecto edad. También hay un efecto cohorte en que las cohortes más jóvenes tienen una distribución del ingreso menos desigual, y cuanto más joven, más igualitaria es la distribución. Las Figuras 2.1 y 2.3 muestran diferentes perspectivas a partir de datos iguales: los datos a nivel global esconden una tendencia a través de las generaciones, lo que lleva a distintas conclusiones para la política pública.

      Figura 2.3. Efectos intrínsecos de la cohorte en la desigualdad

      Fuente: Elaboración propia. En el eje vertical están los puntos del índice de Gini que son atribuibles específicamente a cada cohorte.

      Es importante destacar que para evaluar políticas públicas es necesario poner énfasis en lo que le pasa a cada cohorte. Esto debido a que las políticas tienen un grupo de interés o grupo objetivo y no están pensadas para toda la población al mismo tiempo. Como ejemplo, podemos insistir con la educación: no puede esperarse que el aumento en su calidad, la reducción de la deserción escolar o el aumento en las becas y créditos para educación superior afecten a todos por igual. Estas políticas no harán que las personas que ya terminaron de educarse tengan más o mejores años de escolaridad, sino que están enfocadas en aquellos que ahora están educándose, o en quienes aún no han comenzado este proceso.

      Por lo tanto, las políticas públicas que se impulsan con el objetivo de mejorar la distribución del ingreso o la movilidad pueden afectar solamente a algunas cohortes. Para saber si han funcionado, hay que mirar los efectos sobre estas generaciones, que se diluyen si uno mira a toda la población. Por ejemplo, si son políticas educativas las que queremos evaluar, debemos concentrarnos en las cohortes más jóvenes.

      Otra manera de ilustrar la forma en que hay que abordar el problema de la distribución del ingreso, versus la tradicional, es la siguiente: pensemos en toda la población que tiene un ingreso como un stock7 del que entran y salen personas cuando se incorporan o se retiran de la fuerza de trabajo. Cualquier característica de este stock cambiará en tanto que haya diferencias entre las generaciones que salen y las que entran. Por ejemplo, el promedio de la educación de la población subirá lentamente a medida que “salen” del stock cohortes poco educadas y “entran” otras más educadas. De la misma manera, si la distribución del ingreso es mejor en las entrantes que en las salientes, entonces la distribución del ingreso mejorará. En jerga económica, las cohortes que “entran” se conocen como marginales, las que se incorporan en el margen.

      Al pensar en la distribución del ingreso para toda la población (como lo hacemos en la Figura 2.1), estamos pensando


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