Memorias de una época. Álvaro Acevedo

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Memorias de una época - Álvaro Acevedo


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la ciencia o las artes ganaban un mayor reconocimiento en la sociedad100.

      Todas estas variables se conjugaron para posibilitar la más violenta agitación juvenil de toda la historia occidental. La juventud, totalmente politizada, consideraba que su papel histórico era liderar la lucha revolucionaria que las masas adelantaban desde mediados del siglo XIX. Se leía, en consecuencia y con fruición, a todos los filósofos que criticaban tanto al sistema capitalista como al totalitarismo socialista; se ponía en tela de juicio cualquier símbolo de autoridad, cualquier sistema de valores, toda moral. Así pues, imbuidos por una convicción total sobre la existencia de una situación de opresión generalizada, durante el mes de marzo de 1968, jóvenes e intelectuales de la Francia de Charles de Gaulle se levantaron en contra del sistema. La ola de protestas que condujeron al estado de conmoción general del país inició en Nanterre, específicamente por el descontento de los estudiantes por la no apertura de residencias mixtas en esta universidad a las afueras de París y por los procedimientos de evaluación. La figura más visible de la protestas de mayo de 1968 fue Daniel Cohn-Bendit, más conocido como Danny El Rojo quien provenía de una familia radical con trayectoria en la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos.

      Lozano. La Ley Concha. Archivo Vanguardia Liberal. 12 de marzo de 1971. Bucaramanga

      De las reivindicaciones por las residencias en Nanterre y del enfrentamiento verbal de Bendit con un ministro, se derivó la creación del movimiento 22 de marzo, grupo que auguró las mutaciones en las formas de organización de la juventud universitaria en Francia. Las relaciones que sostenían agrupaciones como la Juventud Comunista Revolucionaria y su líder Alain Kirvine, con personajes como Ruddi Dutschke, llevaron al Ministro de Educación a expresar el miedo de toda la generación adulta ante una posible “conspiración internacional” de fuerzas desestabilizadoras. Sin embargo, una de las principales novedades de esta nueva generación de jóvenes radicó en el distanciamiento de las fuerzas políticas existentes para manifestar su descontento. En la base de estos activistas estaba un sentimiento de antiautoritarismo que rechazaba toda estructura jerárquica; por ende, más que liderazgos verticales predominaba la espontaneidad y el carisma101.

      Como era de esperarse, el gobierno francés respondió con la fuerza. A principios del mes de mayo el General de Gaulle obsesionado con el orden decidió militarizar todo el país y ordenó el cierre de la Universidad de Nanterre. Con esta medida lo único que consiguió fue desplazar el movimiento hacia la misma Sorbona. La justificación del gobierno para acometer el cierre e imponer la presencia de la policía se basaba en un argumento endeble: la condición de estudiantes de regular rendimiento académico que veían en el “desorden” el camino expedito para evitar los exámenes. Aunado a esto, de Gaulle consideraba que los hechos similares acaecidos en otras partes de Europa se debían a un complot comunista internacional calculado para arrodillar las democracias occidentales. Pese a la debilidad de sus argumentos y a que un grupo de intelectuales de la talla de Sartre apoyaban la protesta de los estudiantes, el gobierno no comprendió que la movilización no correspondía con las típicas manifestaciones organizadas por estructuras jerárquicas como la comunista.

      Muestra de ello fue el tímido apoyo del Partido Comunista Francés a las demandas de los estudiantes. Con el transcurrir de los días, el descontento entre los estudiantes fue incrementándose de manera proporcional a las medidas represivas que tomaron en su contra. El 6 de mayo compareció Cohn-Bendit ante el comité disciplinario de La Sorbona, acto que generó una gran movilización, que, al ser prohibida, derivó en una serie de agudos enfrentamientos con la fuerza policial. En las semanas posteriores se hicieron comunes las escenas de barricadas y adoquines volando por los aires de las calles parisinas así como la respuesta policial que, curiosamente, no arrojaron ninguna víctima fatal. Si bien el recurso a la violencia fue magnificado por la televisión y, en general, por la prensa, no hubo consenso en cuanto al uso o no de esta por parte de los manifestantes. El mismo Danny El Rojo creía que la violencia estaba destruyendo al mismo movimiento102.

      Junto a las imágenes de la protesta violenta, el Mayo Francés se caracterizó por reivindicar de manera transgresora el derecho a la libertad de expresión, especialmente en los jóvenes universitarios. Hablar de todo, en todo momento y lugar marcó a esta generación deseosa de ser escuchada. Los grafitis y consignas en las paredes de lugares “sagrados” como el Louvre, pretendían, en el fondo, romper con la rígida estructura social que Francia había heredado del liberalismo decimonónico y, con ello, situar en un primer plano la sensación y apuesta por la liberación. Las paredes, panfletos y periódicos mimeografiados también fueron testigos de cierto internacionalismo: se exhibían frases sobre el poder de los negros o la situación en la Europa socialista; con los puños en alto se coreaba La Internacional como el canto que anunciaba un mundo nuevo.

      Aunque se ha comprobado que las relaciones entre los obreros sindicalizados y los estudiantes no fueron idílicas, antes, durante o después de las jornadas de mayo-junio de 1968, el 13 de junio se lanzó una huelga general que paralizó a Francia. Por un momento, estudiantes y proletarios llamaron toda la atención del poder político francés. Si bien en diferentes ciudades hubo tomas de fábricas e intentos de autogestión de la producción, el grueso de los sindicatos buscaba mejorar sus condiciones materiales. El gobierno francés consciente de esta diferencia sustancial entre estudiantes y obreros cedió a ciertas demandas salariales y de bienestar de las centrales obreras mientras que a los estudiantes los siguió reprimiendo. En este doble tratamiento sobrevino la deportación de Daniel Cohn-Bendit a Alemania, situación que recordó el antisemitismo de la Segunda Guerra Mundial al proferirse acusaciones racistas –pues era de origen judío– contra el líder estudiantil103.

      De acuerdo con Virginie Laurent, la explosión del Mayo Francés se debió a las tensiones acumuladas entre una modernización económica y una rigidez social en momentos en que la agitación social era la nota distintiva en Europa y el mundo entero. La represión policial y la incomprensión del descontento de los jóvenes desataron la expansión del movimiento. Esta situación llevó a pensar que la revolución estaba a la vuelta de la esquina y que solo pudo ser sorteada por la habilidad política del “padre de la Patria”: la sagacidad del General de Gaulle104.

      El movimiento de mayo del 68 francés increpaba de manera directa a las estructuras rígidas del poder. Las demandas de los estudiantes universitarios iban en la dirección de hacer más flexible la vida en las universidades y, con ello, el aumento en la participación en la toma de decisiones. Como lo ha mostrado Jean-Philippe Legois, cabe indicar que el movimiento de mayo contribuyó indirectamente a la aparición de una universidad tecnocrática al sacarla del estancamiento en que vivía antes de aquel año. El debate de fondo entre una universidad crítica y una universidad al servicio del capital llevó a la valoración del movimiento como la comuna estudiantil, a la usanza de la Comuna de París de 1871105.

      El Mayo Francés representó no una revolución política en el sentido clásico, pues a todas luces no hubo un cambio de régimen político. Por el contrario, implicó una revolución sobre el poder al introducir una nueva concepción de lo político, manifiesto en las demandas sociales y culturales. Atacó directamente e impulsó la crisis de la representación política al buscar la liberación del sujeto, ya que sus principales efectos fueron, entre otros, la eclosión del discurso y la práctica política feminista, la producción de nuevas lógicas y referentes para comprender la relación entre los géneros, la liberación sexual, la disposición libre del cuerpo y la vinculación al mundo productivo bajo términos de no explotación106.

      En América Latina los efectos tanto culturales como políticos del Mayo Francés fueron contundentes. Muchas naciones latinoamericanas fueron sacudidas por la difusión de la utopía libertaria. Esta concepción y otras fueron aclamadas por una buena parte de la juventud y entronizadas como principios orientadores de la acción política y vital. En Colombia el escenario privilegiado en el que se desplegaron las prácticas, los discursos y los valores de la revolución cultural fue la universidad. Los repertorios de protesta desarrollados por los estudiantes se fundaron en referentes culturales que circularon por el mundo entero, especialmente los relacionados con las diversas corrientes del marxismo.

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