Memorias de una época. Álvaro Acevedo
Читать онлайн книгу.las poblaciones aledañas, así que entre junio y julio de 1920 se realizaron conferencias de política, medicina, agricultura y economía en poblaciones como Zipaquirá, Honda y Girardot. A pesar del éxito de aquellas campañas, el Centro Universitario tendría una corta vida porque sus acciones molestaban a algunos políticos regionales importantes, quienes al verse amenazados o ridiculizados se empeñaron en acabar con la organización51.
Aunque hubo con anterioridad a 1929 varias manifestaciones estudiantiles, la de este año se convirtió en la más importante de la primera mitad del siglo XX en Colombia. Incluso ha sido considerada como el primer hito histórico del movimiento estudiantil en Colombia, no solo porque logró aglutinar a otras fuerzas civiles o porque hizo del movimiento una organización de un fuerte matiz modernizante, sino porque le dio su primer mártir. Gonzalo Bravo fue asesinado por la fuerza pública el día 7 de junio de 192952, fecha que sería recordada y conmemorada como el Día del Estudiante. Gonzalo Bravo era ahijado de Abadía Méndez, presidente de la nación por aquellos días. Su muerte se produjo en medio de una gran confusión causada por el cuerpo de policía cuando se empeñaba en disolver protestas que desde el día anterior encabezaban los estudiantes y cuyo objetivo era exigir la destitución de algunos funcionarios corruptos. Tan pronto como se produjo el asesinato, la muchedumbre llevó el cadáver del estudiante hacia la residencia presidencial, lugar en donde exigieron justicia y la destitución de los funcionarios que habían dado la orden de repeler por la fuerza las manifestaciones. El presidente aceptó la petición y le dio con ello al estudiantado la primera triste victoria53.
Tal como lo refiere Ciro Quiroz Otero54 en su libro sobre la Universidad Nacional, el verdadero culpable de aquel fatídico acontecimiento fue el militar Carlos Cortés Vargas, el mismo a quien se había responsabilizado de la masacre de las bananeras en el departamento del Magdalena en diciembre de 1928. Aquel día Cortés Vargas ordenó lanzar los caballos al galope contra todo transeúnte y abrir fuego si se consideraba necesario55. El funeral de Gonzalo Bravo tuvo lugar al día siguiente de su deceso. Fue un “verdadero acto público”56 y el momento preciso para que los jóvenes oradores y aprendices de políticos ensayaran algunas frases para inmortalizar al estudiante caído, tal como lo hizo José Camacho Carreño –compañero de estudios– en el discurso central, al señalar que Bravo se convertía en un mártir de la causa democrática: “¡oh! democracia que así embelesas nuestros sueños para sacrificarlos, la eternidad te pertenece porque te apoyas sobre los sepulcros”57.
Para fortalecer su organización el movimiento creó una federación nacional que se encargaría de preparar todos los eventos necesarios para unificar la fuerza estudiantil. No obstante, el hecho que caracterizó al movimiento durante sus primeras décadas de existencia fue la influencia del bipartidismo. Como sucedió con todos los eventos políticos de la época, tanto el Partido Liberal como el Conservador lograron capturar la atención de la juventud estudiantil al ofrecerles no solo sus medios de comunicación –la prensa partidista– sino la militancia oficial, y con ello el acceso a los cargos administrativos. Mauricio Archila ha indicado que los “estudiantes parecían haber sucumbido a la seducción de la oratoria”58 de los políticos, sobre todo de los liberales, cuando este partido, comandado por Alfonso López Pumarejo, planteara su Revolución en marcha59. De hecho, aunque un nutrido grupo de estudiantes, entre los que se encontraban Ricardo Sarmiento Alarcón, Abel Botero, Luis Alberto Bravo, Manuel Antonio Arboleda, Carlos Lleras Restrepo y José Francisco Socarrás declaraban no tener “nexos con los partidos históricos”60, sino pertenecer al Partido Socialista Revolucionario61, todos serían nombrados en los cargos gubernamentales por alguno de los partidos que en su juventud negaban.
Por otra parte, todos aquellos estudiantes hicieron del movimiento estudiantil una tribuna para la formación política. El caso de Gilberto Alzate Avendaño es verdaderamente significativo. El primer discurso que este político conservador pronunció tuvo como escenario el III Congreso Nacional de Estudiantes, evento desarrollado en Ibagué entre el 1 y el 7 de agosto de 192862. En aquella ocasión, relata Ayala Diago, Alzate tuvo la oportunidad de “llenar de contenidos democráticos una alternativa conservadora a los cambios que lideraban en Colombia liberales y socialistas, y en el mundo latinoamericano los jóvenes revolucionarios”63. Su ingreso a las filas del movimiento lo hizo en abril de 1928 con la “huelga que estalló en la Escuela de Derecho de la Universidad de Antioquia”64.
A los sucesos de 1910 y 1929 le siguieron los de 1938. En esta ocasión una nueva generación de estudiantes se dispuso a encarar el reto de fortalecer al movimiento estudiantil. El acontecimiento más sonado de la época fue el paro estudiantil de mayo de 1938 iniciado en Medellín y rápidamente propagado en otros lugares del país. Por aquellos días los obreros católicos celebraban el Día Católico del Trabajo. Los estudiantes, por su parte, se habían declarado en paro indefinido debido a que el gobierno de López Pumarejo había incorporado al sistema educativo el examen de revisión y el curso preparatorio. Dos tipos de evaluación con las cuales se pretendía mejorar la formación de los jóvenes que ingresarían a la universidad, pero que para los estudiantes no era más que una medida que obstaculizaba y retrasaba los estudios universitarios.
Tal como lo señala Orlando Moreno Martínez, la protesta que en principio fue concebida por los estudiantes de secundaria, recibió el apoyo inmediato de los estudiantes universitarios. A su vez estos decidieron aprovechar la oportunidad para ampliar las peticiones exigiendo que no se contrataran profesores extranjeros en las universidades porque no dominaban el idioma ni conocían la realidad del país; también pidieron rebajas en las matrículas, y la supresión de su pago para estudiantes de bajos recursos, la creación del servicio de salud, la libertad de cátedra y de asistencia a clases, la implementación de rutas escolares, la construcción de restaurantes y casinos universitarios y la creación de una tienda de libros que vendiera a bajos precios65.
Los estudiantes salieron a las calles el día jueves 5 de mayo. En Bogotá muy temprano en la mañana, tan pronto como se conformaron las comisiones y las consignas, los estudiantes marcharon a lo largo de las calles en donde se ubicaban los colegios más importantes de la capital con el ánimo de ganar la adhesión de más alumnos inconformes. Según lo refiere Moreno Martínez, “no menos de dos mil estudiantes universitarios y de secundaria desfilaron por las calles céntricas de la ciudad”66 arengando en contra de la imposición del examen y del preparatorio.
Los años veinte y treinta fueron entonces los años de la formación del movimiento estudiantil. Tal como lo señala Ricardo Arias, a comienzos de los años veinte los jóvenes universitarios tomaron consciencia de su papel social y político: “la sociedad estudiantil empieza a capitalizar el fruto de anteriores labores. Están apreciando cuál es su importancia social y aprendiendo por sí mismos, guiados por la lógica viva de sus años, a saber afirmarse”67. Han sabido tomar la actitud que les corresponde dentro de una noción de justicia; han sabido reclamar esta como un derecho”68. Germán Arciniegas es tal vez el mejor ejemplo de este tipo de estudiante universitario firmemente comprometido con el movimiento. Ya desde 1917, cuando fundara su primera revista –Voz de la Juventud– andaba buscando la manera de crear una Federación de Estudiantes, pues estaba convencido de que Colombia necesitaba no solo de la unión de los educandos sino de una reforma que modernizara la educación.
El paso más seguro de Arciniegas en pro de su ideal lo dio en 1921 cuando creó la revista Universidad, una de las “publicaciones colombianas más importantes en términos intelectuales, no solo por su papel en la reforma universitaria o por los debates literarios y políticos que promovió, sino por el dinamismo que le imprimió al movimiento estudiantil como colectividad”69. En 1920, junto al mexicano Carlos Pellicer –estudiante universitario enviado por el presidente José Vasconcelos para reafirmar sus relaciones con los países latinoamericanos–, Arciniegas fundó la Federación de Estudiantes. Tan pronto como se instaló la primera asamblea, Arciniegas fue nombrado secretario perpetuo dadas sus altas capacidades intelectuales70. Su convencimiento del papel histórico de los estudiantes era tal que en 1932 publicó El estudiante de la mesa redonda, obra en la cual se propuso mostrar cuán revolucionarios han sido los estudiantes a lo largo de la historia, puesto que siempre han estado buscando un futuro mejor para la humanidad:
Metámonos