Memorias de una época. Álvaro Acevedo
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Origen del movimiento estudiantil en Colombia: 1910-1957
Tras la modernidad y la modernización
Como todos los movimientos sociales del mundo occidental, el movimiento estudiantil colombiano surgió en el marco del proceso de modernización de la sociedad y del Estado colombiano. Un proceso que el país empezó a experimentar al finalizar la última gran guerra civil, conocida como la Guerra de los Mil Días. Durante la primera mitad del siglo XX, como lo señala Henderson, gracias a los ingresos que proveía el café, “Colombia hizo dramáticos progresos para cerrar la brecha que existía respecto de otras naciones occidentales”19. Desde el punto de vista económico y social, solo después de 1929, tras décadas de intensa búsqueda, los nacientes empresarios colombianos –tanto liberales como conservadores– lograron vincular al país con el capitalismo mundial. Aunque la tarea se había iniciado ya en 184520, por intermedio de una serie de reformas liberales radicales, la apertura hacia el capitalismo jamás pudo lograrse en el siglo XIX, en consideración de obstáculos tan fuertes como la fragmentación geográfica y demográfica del país, la persistencia del dominio económico de los hacendados tradicionales, la poca disponibilidad de capitales líquidos, el atraso tecnológico, la existencia de barreras culturales en contra de la intensificación del trabajo asalariado e independiente y, por supuesto, la debilidad del Estado21. Finalizada la Guerra de los Mil Días, y reconciliada la nación, el país tenía ante sí un horizonte distinto: el progreso material. Para alcanzarlo, las acciones más decididas empezaron a desarrollarse hacia los años veinte con la puesta en marcha de una serie de programas oficiales que buscaban fomentar tanto la industria como la agricultura mediante la inversión del dinero que Estados Unidos le había reconocido a Colombia tras la separación de Panamá. Los años veinte se constituyeron en el punto de inflexión entre la vieja y la nueva Colombia.
Desde el punto de vista político, durante este periodo Colombia experimentó también su tránsito hacia un verdadero Estado moderno. Como se sabe, un Estado moderno “exige la ruptura de formas particularistas de ejercicio del poder público, la eliminación de estructuras regionales políticas independientes, el establecimiento de sistemas tributarios eficientes, confiables e impersonales, la conformación de una burocracia y un sistema policial capaces de imponer las decisiones” del gobierno22. A mediados del siglo XIX el panorama político nacional no había aún logrado este tipo de organización estatal. Las diferencias políticas en los dirigentes colombianos eran muy marcadas, ya que dos tipos de óptica ideológica entraban en contradicción: la primera era aquella que se denominaba “liberal”, ligada a los modelos político-jurídicos europeos que concentraban su atención en la modernización de la nación, separándose de la Iglesia católica y romana; la segunda era la conservadora, respetuosa del poder clerical y de la tradición. Por si fuera poco, existía en el país un amplio sector poblacional analfabeto, de escasa cultura política que continuaba aún bajo el poder de los terratenientes y jefes políticos locales23.
Aquella situación cambiaría a partir de la primera década del siglo XX, pues los nuevos tiempos traerían consigo un panorama más proclive para la democracia y para el capitalismo. El ingreso del país al mercado mundial provocaría la crisis del sistema político tradicional y demostraría la importancia del Estado como elemento organizador de la sociedad. La apertura hacia la modernización y la modernidad se radicalizaría hacia 1930, con la aparición en el país del estado protector. No solo se produjo el aceleramiento de los procesos de movilidad política o de la legitimación del poder, sino la liberación para el mercado de la fuerza de trabajo asalariado y de la tierra.
A partir del tercer decenio del siglo XX, Colombia se caracterizaría por poseer un sector urbano creciente –debido al flujo de grandes cantidades de campesinos que abandonaban el agro atraídos por la idea de recibir “una remuneración monetaria”24– y por ampliar el juego electoral en la disputa bipartidista por el poder. Se fortaleció el sufragio universal directo, la participación política popular, la movilización de masas y la organización sindical. Las décadas del cuarenta y del cincuenta se caracterizaron por los efectos de la Segunda Guerra Mundial. Este conflicto obligó al país a modificar su estructura mercantil con base en la exportación de materias primas y en la importación de bienes de consumo. Como Estados Unidos, el principal socio comercial de Colombia había encaminado su aparato productivo hacia la elaboración de armas, el Estado colombiano se vio en la necesidad de aplicar una política de sustitución de importaciones. El programa fue denominado Economía de emergencia. Por esta medida el país pudo aumentar los índices de empleo y los ingresos nacionales, con lo cual se aumentó la inversión en programas de educación y demás servicios públicos25.
En resumen, durante la primera mitad del siglo XX, principalmente hacia los años treinta, el país empezó a experimentar los cambios económicos, sociales y políticos más radicales de su historia. La industrialización impulsada por la producción de café26 y continuada por las diferentes fábricas de textiles de Antioquia, Boyacá, Cundinamarca, Santander y Atlántico traería consigo el surgimiento de nuevos actores sociales. Junto a los empresarios tanto urbanos como agrícolas aparecerían los grandes y pequeños comerciantes, los trabajadores asalariados, los campesinos agroindustriales y las capas medias de la sociedad. A este aparato productivo se sumaría también un mercado interno mucho más dinámico que el del siglo XIX, entablando conexiones con el capitalismo internacional. Esta apertura le permitiría al Estado aumentar sus recursos financieros y ampliar su fuente de impuestos.
La universidad liberal
El país inició el siglo con una profunda crisis de su sistema escolar. La causa principal se hallaba, sin lugar a dudas, en los efectos de la Guerra de los Mil Días: cientos de escuelas habían sido destruidas; los índices de deserción escolar eran los más elevados de la historia republicana de Colombia; el ejercicio docente era despreciado como profesión y la falta de recursos didácticos era considerable.
Este lacónico panorama solo sería superado con la reforma educativa de 1927, medida con la cual se creó el Ministerio de Educación Nacional. Fue así como el Estado pudo emprender un lento proceso de centralización del sistema escolar a través de la oficialización de la titulación y de la organización de un cuerpo de burócratas para el sector27.
Durante la República Liberal, no se realizaron cambios estructurales pero sí se pudo unificar la educación rural y urbana, crear Facultades de Educación y, sobre todo, aplicar en la enseñanza los métodos pedagógicos de la Escuela Activa. Con la Revolución en marcha (1934-1938) los liberales le pusieron su acento a la reforma educativa. El Acto Legislativo número 1 de 1936, dispuso adelantar una reforma constitucional que buscaba precisar el tipo de actuaciones y responsabilidades del Estado en el sector escolar. Debido a la fuerza de la tradición religioso-conservadora de la nación, la reforma no pudo excluir a la Iglesia Católica del campo educativo ni tampoco hacer de la escolaridad primaria una instancia de formación ciudadana obligatoria y gratuita.
No obstante, durante esta etapa, el Estado pudo arrogarse el derecho de ejercer la inspección y la vigilancia del sistema educativo; también velar por la obligación de libertad de culto y de libre conciencia. El cometido era frenar, de algún modo, la influencia de la Iglesia Católica en la sociedad colombiana. Los gobiernos subsecuentes trajeron cambios significativos: en el sector de la escuela primaria, no solo se amplió el número de centros de enseñanza sino que fueron adecuadamente dotados con materiales escolares y maestros medianamente preparados. El sector de la enseñanza secundaria, por su parte, experimentó tres cambios sustanciales: en primer lugar, aparecieron los institutos de formación técnica industrial y comercial dirigida a la creciente masa poblacional urbana; en segunda instancia, el bachillerato clásico fue puesto, al fin, bajo la supervisión del Estado, y en último lugar –y fue de hecho esta la acción más relevante de todo este periodo–, se fundó la Escuela Normal Superior, la primera institución de educación superior del siglo XX creada para profesionalizar a los docentes de bachillerato28.
Con todo, el principal cambio educativo de este periodo lo constituyó la reforma universitaria de 1936. Un rector de la dirigencia política de este periodo sabía que la modernización de la sociedad colombiana debía apoyarse en instituciones