Memorias de una época. Álvaro Acevedo
Читать онлайн книгу.la movilización, José Nicolás Matienzo fue el funcionario que Yrigoyen nombró para que atendiera las demandas estudiantiles. En su gestión decidió no solo reformar los estatutos de la universidad sino que también eligió una nueva planta administrativa. No obstante, los estudiantes consideraron que los nuevos nombramientos habían estado influenciados por las autoridades salientes y que todo el proceso había sido una farsa. Su reacción consistió en hacer un vehemente llamado al paro indefinido y en elaborar una hoja de ruta que se consignaría en el Manifiesto Liminar del 21 de junio40.
La medida dio origen a la Federación Universitaria de Córdoba. Una organización mucho más fuerte y consecuente con las demandas del estudiantado. Estuvo dirigida por Enrique Barros, Horacio Valdés e Ismael Bordabehere. Tanto el manifiesto –redactado por el abogado Deodoro Roca– como la federación exigían autonomía universitaria, cogobierno, libertad de cátedra o docencia libre con cátedras paralelas y cátedras libres, libertad académica para el análisis y expresión de cualquier tipo de ideas, obligación de involucrar a la universidad (investigación y profesionalización) en la solución de problemas sociales, vinculación de la universidad con el sistema educativo nacional de base, asistencia libre a clases, gratuidad, obligación de la universidad para buscar la unidad latinoamericana y luchar contra cualquier forma autoritaria de gobierno41.
Un mes después del Manifiesto se realizó en Córdoba el Primer Congreso Nacional de Estudiantes. Había sido convocado por la Federación Universitaria Argentina, una organización que reunía a las federaciones regionales. Sus miembros y asistentes discutieron la estructura que habría de adoptar la universidad argentina como institución moderna. Se habló de cada uno de los puntos que el manifiesto contenía y de algunos aspectos mucho más particulares como la nacionalización de las universidades provinciales42. Tanto el Manifiesto como el congreso tuvieron repercusiones continentales. La Reforma de Córdoba buscaba un espacio de acción política para los estudiantes y acabar con el control que el clero ejercía sobre la universidad; se proponía también influir sobre la realidad social y política latinoamericana. En Colombia, tal como sucedió en otros países del continente, la Reforma tuvo un impacto particular.
Protestas y organización estudiantil
Impulsados por el Grito de Córdoba, entre 1910 y 1957 se presentaron en Colombia una buena cantidad de conflictos estudiantiles. En la mayoría de ellos los estudiantes reclamaban mejoras de tipo académico –una nueva orientación de los currículos o profesores mejor preparados–, pero en todo caso nunca dejaron de lado las exigencias políticas. Los acontecimientos más importantes de este periodo fueron la organización del Primer Congreso Internacional de Estudiantes de la Gran Colombia de 1910, la revuelta estudiantil de 1929, la movilización de mayo de 1938, las protestas de 1946 y las movilizaciones en favor de la caída de la dictadura de Rojas Pinilla. La principal característica del movimiento durante este primer periodo de su historia fue la consistente defensa de libertades democráticas; un reclamo que siempre lo mantuvo dependiente de los vaivenes políticos propiciados por la disputa de los partidos tradicionales. Entre 1910 y 1957 el movimiento estudiantil en Colombia nunca tuvo una conciencia política propia, pese a que un evento como la Reforma de Córdoba fue siempre una especie de faro que guió las acciones estudiantiles durante la primera mitad del siglo XX.
Chaparro. Salvemos la UIS. Archivo Vanguardia Liberal. 16 de agosto de 1964. Bucaramanga
El movimiento estudiantil colombiano nació con la realización del Primer Congreso Internacional de Estudiantes de la Gran Colombia, Ecuador y Venezuela, llevado a cabo en julio de 1910. La organización de este evento estuvo a cargo de los jóvenes que más adelante serían conocidos como los miembros de la Generación del Centenario: Agustín Nieto Caballero, Tomás Rueda Vargas, Pablo Vila, Eduardo Santos, Luis Cano y Miguel Fornaguera, entre otros. Un grupo caracterizado por intentar “poner fin a la beligerancia [que] entre liberales y conservadores” había desatado la Guerra de los Mil Días. De ahí que apoyaran al partido “Unión Republicana” que lideraba Carlos Eugenio Restrepo, pues estaban convencidos de que la reconciliación entre los partidos tradicionales “no solo era la estrategia más idónea para poner fin a las sangrientas guerras civiles”43 sino una condición para impulsar el desarrollo del país, sobre todo en un momento en el que Colombia crecía por el despegue de la economía cafetera44.
Los centenaristas fueron los primeros estudiantes en proponer reformas a la universidad colombiana. Para ello cumplieron dos tareas principales: en primer lugar, fundaron por intermedio de Demetrio García Vásquez –abogado, historiador y político vallecaucano– la Revista Universitaria, el rotativo que hizo público los propósitos que perseguía aquella generación en materia educativa. En segundo lugar, también planearon, organizaron y realizaron el Primer Congreso Internacional de Estudiantes que se realizaría en Colombia, un espacio que les permitió no solo “tributar un homenaje de veneración y de gratitud a los fundadores de la Patria, y propender al acercamiento de la juventud estudiosa de Colombia, Venezuela y Ecuador”45, sino discutir alrededor de temas como la participación y la representación estudiantil, y proyectar la creación de una Asociación General de Estudiantes de Colombia46.
Tanto la revista como el evento fueron considerados exitosos, no solo porque lograron reunir estudiantes de varios países del continente suramericano sino porque crearon un medio de comunicación para reflexionar acerca de cualquier tipo de propuesta encaminada a mejorar la educación superior. A ello se sumó la creación de la primera organización estudiantil formal, es decir, la Asociación General de Estudiantes de Colombia, cuyo programa fue escrito por el estudiante de Medicina, Luis López de Mesa, aquel intelectual y político que ocuparía más adelante cargos políticos y culturales de importancia como el Ministerio de Educación en años de la República Liberal47. Cabe señalar que todas estas acciones se dieron en el marco de las celebraciones del primer centenario de la independencia de Colombia, evento que sirvió para fortalecer el sentimiento nacionalista48.
Esta generación de estudiantes no pudo separar sus deseos reformadores de los intereses adscritos a los partidos políticos.
La siguiente generación de estudiantes conformó dos grupos de intelectuales: Los Nuevos y Los Leopardos. Desde posiciones políticas opuestas, ambos grupos promovieron la renovación del campo intelectual que desde principios de siglo dominaban los centenaristas. Sugiere Salgado Pabón que su mayor logro fue haber hecho realidad la Asamblea de Estudiantes de Bogotá, y no conformarse con solo proyectar su creación, tal como lo hiciera la generación anterior. Fundada la asociación, se dieron a la tarea de buscar la manera de modernizar su sistema de formación profesional. Exigieron, en consecuencia, la aprobación de programas educativos de intercambio, extensión y estímulos49.
Tal como lo hicieran los centenaristas, la generación del veinte también creó sus propios medios de publicidad. Voz de la juventud y Universidad, ambas fundadas y dirigidas por Germán Arciniegas –como se verá más adelante, el intelectual más prolífico de esta época– fueron las publicaciones más importantes para los miembros de esta generación. En sus páginas la Asamblea de Estudiantes reprodujo el mensaje antiimperialista del Grito de Córdoba. Las revistas informaban y publicitaban todas las actividades que el movimiento estudiantil llevaba o llevaría a cabo. En ellas se informó de la creación de la Federación y la Casa del Estudiante de Bogotá, de la organización del Primer Congreso Nacional de Estudiantes y del Cuarto Congreso Internacional de Estudiantes de la Gran Colombia; también promocionaron el desarrollo de actividades destinadas a fomentar la identidad del gremio (tales como la Fiesta del Estudiante) y nunca se dejó de lado la publicación de críticas tanto del sistema educativo como de las acciones de los partidos políticos50.
Entre las acciones del movimiento estudiantil de esta generación cabe destacar también la creación del Centro Universitario de Propaganda Cultural, un organismo que bajo la dirección del joven Jorge Eliécer Gaitán proponía llevar la universidad pública a otros sectores sociales, tal como se hacía en otros países de América Latina. Por intermedio de este órgano las propuestas de los estudiantes fueron llevadas al sector campesino, uno de los actores sociales más discriminados