Memorias de una época. Álvaro Acevedo
Читать онлайн книгу.en 1966, el objetivo era trazar las principales directrices para crear un sistema de educación postsecundaria, para que así las políticas parciales y concretas tuvieran un asidero en el análisis y estudio de la realidad presente.
Así se llevó a cabo lo que algunos analistas –como José Fernando Ocampo– han denominado la norteamericanización de la educación universitaria en Colombia. Y en efecto, el Plan Básico representó la concreción de las directrices generales que Atcon había impartido a principios de los años sesenta, y que Estados Unidos apoyaría a través de su programa de asistencia conocido como Alianza para el progreso130. Tal labor contó con el liderazgo del jefe de la misión de la Universidad de Carolina, George Feliz, quien junto con los directivos de la ACU y del FUN fueron los personajes más destacados en el diseño del Plan Básico. Luego de las disertaciones de 1966-1967, las acciones no demoraron en emprenderse en varios frentes. Uno de ellos muy importante dentro de los que se destacaron la separación de la ACU y el FUN para convertirse en dos nuevas instituciones: la Asociación Colombiana de Universidades (Ascún) y el Instituto Colombiano para el Fomento de la Educación Superior (Icfes), como parte de la reestructuración del Estado que trajo la reforma constitucional de 1968131.
Un ejemplo verdaderamente significativo de este proceso lo constituyó la Universidad Industrial de Santander (UIS). Aunque había sido fundada hacia 1948 con el anhelo modernizador y desarrollista presente ya en la época, no tuvo un verdadero impulso sino a finales de los años sesenta. La reciente instauración de la industria petrolera había obligado a los empresarios santandereanos de mediados de siglo a considerar la posibilidad de fomentar la explotación de la riqueza energética a través de la creación de una universidad “industrial”132. Pero solo a finales de los años sesenta, en la rectoría de Neftalí Puentes Centeno, esta institución pudo implementar un Plan de Desarrollo que le permitiría adelantar acciones en pro del desarrollo industrial de la región. Con aquel plan se lograría ampliar la planta física, dotar los laboratorios, crear nuevas carreras y expandir la cobertura llevando la institución a diferentes puntos de la geografía regional. Para ello las directivas universitarias decidieron contratar un empréstito con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). El préstamo se firmó el 11 de diciembre de 1972 por un monto de U$5 900 000, unos $200 016 000 colombianos de la época. Con el crédito aprobado, aquel mismo mes se firmó el Plan de Desarrollo que puso en marcha el programa de fortalecimiento de esta institución educativa133.
Tanto el Plan de Desarrollo UIS-BID como la Reforma Patiño de la Universidad Nacional fueron dos de las experiencias colombianas más importantes de ese proceso de modernización de la formación universitaria del periodo 1958-1985. Ambos aplicaban a pie juntillas las tesis de Atcon, con lo cual la preparación de profesionales de alta calidad, el incremento de la productividad y la transformación de la relación entre estudiantes y docentes por intermedio de las consejerías y la introducción de métodos pedagógicos modernos constituyeron el fondo de aquellos programas de reforma. También fueron tenidos en cuenta asuntos como la ampliación de Bienestar Universitario, la promoción de la investigación, la articulación con los problemas regionales o la profundización en los estudios humanísticos o básicos. En consecuencia, inspirados en las propuestas de Atcon, los gobiernos del periodo se propusieron convertir a la universidad en un “instrumento de desarrollo útil, consciente y activo” para ampliar sus vínculos con la industria, el comercio y la comunidad. Convencidos de la necesidad de una “revolución institucional” que evitase un levantamiento social de irreversibles consecuencias como en Cuba, quienes pensaban como Rudolph Atcon reiteraban la idea de la invasión del organismo social por parte de la universidad. La reforma estructural a la universidad era el paso necesario para transformar la sociedad sobre las bases de la “eficacia y del servicio colectivo”, sobre todo en un contexto de explosión demográfica como el que vivió Colombia –en el marco de Latinoamérica, por supuesto– entre los años sesenta y ochenta.
Recapitulando, los hechos que caracterizaron el segundo periodo histórico del movimiento estudiantil colombiano fueron principalmente los siguientes:
El fin de La Violencia bipartidista y el surgimiento del conflicto armado interno dieron al país un semblante mucho más sombrío, pues si bien el bandolerismo había sido derrotado, su mutación ideológica y más adelante militar y económica pondría a la población civil en medio del fuego cruzado.
El arreglo bipartidista conocido como Frente Nacional y que se constituyó en un mecanismo que ayudó a superar las causas de la violencia política, se convertiría en la causa directa del surgimiento del mayor descontento social de la historia nacional, pues nunca permitió que otras opciones políticas –que defendían otros intereses grupales– pudieran acceder a los puestos de representación política. El conflicto armado interno fue incluso un resultado de la lucha que el Frente Nacional emprendió contra los reductos de autodefensa campesina. Hecho que se convertiría en el principio de toda la violencia que durante los años ochenta viviría Colombia por efecto del narcotráfico.
Colombia, como muchos otros países occidentales, asistiría durante este periodo a dos hechos centrales. En primer lugar, el desarrollo económico, demográfico e institucional conformaría el marco de posibilidad para que los jóvenes se transformasen en un nuevo actor social. Al aumentar su capacidad adquisitiva, los jóvenes impusieron muchos de sus gustos en el mercado; su influencia afectó principalmente aquel dirigido hacia los bienes culturales. En segundo lugar, no cabe duda que la época estuvo marcada por la revolución cultural planetaria. La juventud universitaria colombiana como la de cualquier otro país hizo de los principios revolucionarios, anti-moralistas y libertarios de Mayo del 68 su filosofía de vida.
El país experimentó un crecimiento nunca antes visto de la cobertura educativa. La estructura educativa de elite abrió sus compuertas, aunque sin constituir un sistema educativo de masas. La universidad estaba llamada a ser protagonista, pues según los lineamentos estadounidenses la reforma de la educación superior prometía dirigir y coronar el reino del progreso.
Movimiento estudiantil y proyecto revolucionario
El giro hacia la izquierda política fue sin duda la nota distintiva que caracterizó al movimiento estudiantil colombiano durante la segunda mitad del siglo XX. Ciertamente, durante su primera etapa la protesta estudiantil no solo había evitado a toda costa cualquier relación con la ideología de izquierda, sino que había sido absorbida por los partidos políticos tradicionales. A partir de 1958, como efecto de las acciones que el Frente Nacional había empleado para combatir al bandolerismo y ante la influencia de la Revolución cubana y la revolución cultural planetaria, el movimiento estudiantil adhirió la opción revolucionaria. Giro que caracteriza hasta el día de hoy a ciertas agrupaciones ideologizadas.
Entre 1958 y 1984 fue prioridad del movimiento estudiantil crear una organización sólida que representara sus intereses gremiales. La Federación Universitaria Nacional (FUN), creada en 1963, fue la organización más fuerte que constituyera el movimiento estudiantil colombiano. La Federación de Universitarios Colombianos (FUC), la Federación de Estudiantes Colombianos (FEC) y la Unión Nacional de Estudiantes Colombianos (Unec) fueron sus antecedentes inmediatos. A partir de la Unec –fundada en 1958–, la protesta daría al movimiento estudiantil el rasgo de fuerza antimilitarista, anti-estatal y en general de tendencia izquierdista que lo caracterizaría. La primera organización, es decir, la FUC, no fue más que una organización pro-gobiernista creada en 1953 por la Iglesia Católica con el ánimo de alejar a los estudiantes de los peligros del “anarquismo”. Por su parte, la FEC –fundada a finales de 1954– constituyó una reacción del estudiantado a la influencia que el gobierno ejercía sobre el movimiento por intermedio de la FUC. En general, las organizaciones estudiantiles anteriores a la FUN defendieron una reforma liberal para la universidad en los términos de la reforma de Córdoba de 1918134.
La FUN tenía su origen en las organizaciones estudiantiles nacidas en medio de la efervescencia juvenil que fortalecieron las protestas sociales que el 10 de mayo de 1957 pusieron punto final a la dictadura de Rojas Pinilla, y que le mostraban al movimiento estudiantil un panorama político mucho más beligerante que el que habían visto las generaciones estudiantiles anteriores. Indudablemente, la masacre estudiantil de los días 8 y 9 de junio de 1954 en Bogotá;