Memorias de una época. Álvaro Acevedo

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Memorias de una época - Álvaro Acevedo


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permanente del régimen con la prensa, y el posterior cierre de algunos medios como El Tiempo, El Espectador, el Diario Gráfico y El Siglo, terminaron por agudizar el descontento social. Así que los estudiantes, aunque ya antes habían actuado, tendrían en esta ocasión una oportunidad de demostrar que podían organizarse mejor para actuar consecuentemente.

      Tal como propone Manuel Ruíz Montealegre, los hechos políticos de finales de la década del cincuenta proporcionaron el marco necesario para que las nuevas generaciones desarrollaran concepciones acerca del papel que deberían representar en la sociedad. En medio de la efervescencia social que vivía el país, los jóvenes estudiantes fueron elevados a la categoría de héroes nacionales y la caída de Rojas Pinilla leída como una victoria estudiantil135. En razón de la caída de Rojas Pinilla los estudiantes consideraron la “situación propicia para plantearse la tarea de promover cambios gremiales”136 sin olvidar sus implicaciones políticas137. El congreso estudiantil que dio origen a la Unec –realizado en Bogotá el 27 de junio de 1957– determinó que la unión estudiantil nacía para buscar soluciones democráticas a sus problemas gremiales, y que la organización era independiente de los partidos políticos. Además reconocía como principios y fines:

      Art. 4° […condenar] la militarización de la juventud, la violencia en todos sus órdenes, y los imperialismos políticos, económicos y coloniales opuestos a la libre determinación de los pueblos.

      Art. 5° […]. Luchar por el mejoramiento intelectual, material y moral de sus afiliados y contribuir a la solución de los problemas nacionales138.

      Como bien lo señalaba el artículo cuarto de los estatutos de la Unec, el movimiento estudiantil condenaba los “imperialismos políticos”, es decir, la intromisión de los partidos tradicionales. Aunque no se tienen datos precisos ni estudios concluyentes, se sabe en estudios aproximativos realizados en 1968, 1976 y 1983 por Mario Latorre y Gabriel Murillo, Rodrigo Losada y Eduardo Vélez, y por Ricardo Santamaría, Eduardo Vélez y Gabriel Silva, respectivamente, que durante todo este periodo la apatía que despertaban los partidos políticos entre los jóvenes era elevada. Entre 1958 y 1968 los estudiantes universitarios colombianos manifestaron su inconformismo no solo con los partidos políticos tradicionales sino con el sistema político mismo.

      Este inconformismo y la popularización de la ideología izquierdista terminaron por radicalizar al estudiantado. Si bien una minoría de estudiantes ingresó a los grupos armados revolucionarios surgidos en los años sesenta, la mayoría hizo de la abstención un arma de lucha, negando así cualquier relación con los partidos políticos tradicionales139. El estudio de Losada y Vélez señaló que hacia 1976 por lo menos el 52% de los jóvenes encuestados indicó que no simpatizaba con ninguno de los partidos políticos colombianos140. El estudio de Santamaría y otros, finalmente, reveló que en las elecciones presidenciales de 1982, el 54.2% de los jóvenes decidió no votar141. En consecuencia, y aunque entre 1957 y 1976 hay un arco de tiempo muy amplio, estos datos indican que para las generaciones de jóvenes que se sumaron al movimiento estudiantil después de 1958 los partidos políticos ya no tenían la misma importancia ni el mismo sentido de respeto e incluso veneración que durante la primera mitad del siglo XX.

      Los artículos 4° y 5° de los estatutos de la Unec anunciaban ya el proceso de politización hacia la izquierda que emprendería el movimiento estudiantil a partir de la década del sesenta. Ese proceso tuvo tres momentos principales: 1958-1962, cuando se presentó la ruptura con el modus operandi del movimiento estudiantil anterior; 1962-1977, cuando el movimiento estudiantil expresó de manera más clara sus intenciones revolucionarias; y 1978-1985, cuando fue evidente un declive de la movilización política y una ruptura con las luchas precedentes.

      a. La ruptura: 1958-1962

      El trasfondo de la politización hacia la izquierda del movimiento estudiantil es posible ubicarlo entre finales de la década del cincuenta y principios de la década del sesenta, momento en el cual surgían en mayor número sectores urbanos de clase media, por efecto de las transformaciones socioeconómicas y políticas del país. Ante un país abierto al capitalismo que le apostaba al desarrollo económico y que acogía las reglas del juego democrático pero que no ampliaba el espacio de participación política a los nuevos sectores sociales, la juventud tuvo que buscar nuevas opciones. Ante tal situación y tras largas disputas surgiría la Unec como organismo oficial de un movimiento estudiantil y el cual consideraba ya muy en serio alejarse de las prácticas políticas tradicionales142.

      Aunque en 1958 la Unec reproducía en su interior las mismas divisiones partidistas del país entre liberales, conservadores y comunistas, poco a poco la organización derivó en una entidad cabalmente de izquierda. Los grupos estudiantiles más dinámicos en este proceso fueron el Movimiento Obrero Estudiantil Campesino (Moec) –fundado incluso por uno de los dirigentes de la Unec, Antonio Larrota– y el grupo autodenominado Unión de Juventudes Comunistas. “Se inició así –escribe Leal Buitrago– un proceso de disgregación entre un núcleo universitario que continuaba dentro de la órbita tradicional del bipartidismo y segmentos estudiantiles que se fueron separando de esta, en razón de sus críticas al sistema político imperante”143. Ante tal situación, los grupos que controlaban la política nacional no hallaron una mejor respuesta que censurar las actuaciones de este sector de la juventud colombiana. La primera acción real en este sentido la emprendió Lleras Camargo cuando decidió vetar el auxilio económico que la Asamblea de Barranquilla le brindaría a la Unec para que se realizara el congreso estudiantil de 1959 en aquella ciudad. “La reacción universitaria no se hizo esperar: se atacó al gobierno por primera vez en forma abierta, calificando el 10 de mayo de fraude histórico”.

      De aquí en adelante el divorcio entre estudiantes y partidos políticos estaba firmado. Atrás quedaban los años en que el movimiento estudiantil constituía el primer escalón para una carrera política en ascenso, como lo hicieron Eduardo Santos, Laureano Gómez, López Pumarejo o Guillermo Valencia, por nombrar solo algunos. 1960 fue el año que marcó el nacimiento de un nuevo movimiento estudiantil. Uno que haría de la huelga su principal arma de lucha, que contaría con Consejos Estudiantiles en cada universidad pública del país y que no solo exigiría cambios de orden gremial sino políticos. En este sentido cabe destacar las incidencias de esta primera huelga de ruptura con los partidos políticos tradicionales.

      Tal como lo documenta Ciro Quiroz Otero, entre abril y septiembre de 1960 los estudiantes demostraron la fortaleza que podría alcanzar el movimiento. En aquella primera ocasión, y al parecer en razón también de los intríngulis de la política frentenacionalista, por intermedio de la huelga general los estudiantes de la Universidad Nacional lograron que Mario Laserna Pinzón renunciara al rectorado que dos años atrás le había concedido Lleras Camargo. El hecho encerraba un enmarañado cúmulo de disputas anecdóticas que involucraba a decanos y profesores, secretarios y ministros, periodistas y estudiantes. Todo comenzó con el error político que cometiera Laserna al no identificar la filiación política de uno de los decanos que nombraría en pleno Frente Nacional. Aquel decano y otros dejarían sus puestos, sumiendo a la universidad en una acefalia grave. Las cosas empeorarían cuando Laserna, sin que la situación de la universidad volviera a la normalidad, decidió viajar a Estados Unidos a conocer el programa que aquel país estaba estructurando para recuperar su dominio sobre la región (Programa Alianza para el progreso). Este segundo error político fue capitalizado por el movimiento estudiantil. Tan pronto como el rector Laserna descendió del avión que lo traía de regreso al país, el estudiantado coreó su renuncia144.

      Chacón Soto. Jorge Olaya pidiendo la renuncia del rector de la UIS. Archivo Vanguardia Liberal. 21 de junio de 1964 . Bucaramanga

      Los logros de esta primera acción no terminaron ahí. La más sentida victoria consistió en haber obtenido del Gobierno Nacional el reconocimiento de una comisión tripartita –en la que por supuesto estaban incluidos los estudiantes– para negociar una reforma que diera autonomía a la universidad para gobernarse. Estos logros dejaban entrever que la actividad subsiguiente del movimiento estudiantil sería intensa, tal como aconteció en enero de 1961, cuando cerca de dieciocho mil estudiantes salieron a la huelga. Esta fue la primera huelga que realizaba


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