Memorias de una época. Álvaro Acevedo
Читать онлайн книгу.y generacional–, constituye misión ineludible para los universitarios colombianos159.
Las acciones políticas del cura Camilo Torres, su contundente crítica a la oligarquía y su ingreso al ELN lo hicieron famoso. Esta última intrépida acción de Camilo intensificó los ánimos revolucionarios de la juventud universitaria. De hecho –explica Mauricio Archila– la FUN asumió la línea insurreccional solo hasta 1965 cuando el cura ingresó a la guerrilla160. En síntesis, con la creación de la FUN se efectúa, o más bien, se firmó en el papel lo que ya era evidente: un tránsito hacia la ideologización revolucionaria tanto de la dirección como del movimiento estudiantil. Puede concluirse, entonces, que la FUN surgió como una organización estudiantil con una posición política definida, como lo expresaron en su momento postulados políticos que cuestionaban o iban contra del sistema.
En julio de 1964 un grupo de aproximadamente veinte estudiantes de la Universidad Industrial de Santander recorrieron a pie los quinientos kilómetros que separan a Bucaramanga de Bogotá. “La marcha de los comuneros del siglo XX” –como la llamaron los medios– se llevó a cabo con el fin de presionar al gobierno del presidente Guillermo León Valencia para que prestara mayor atención a los últimos acontecimientos de la universidad más importante del nororiente colombiano. En este aspecto la marcha fue exitosa y logró captar la atención de los medios y la solidaridad del pueblo colombiano. El evento se convertiría en un símbolo del movimiento estudiantil colombiano y en un fenómeno mediático mucho más importante que las creaciones de las Farc y del ELN en ese mismo año. Los estudiantes marchistas demandaban la renuncia del rector Juan Francisco Villarreal y el reintegro a la universidad de algunos estudiantes expulsados, además de denunciar el modelo de universidad norteamericana que se estaba adecuando en la UIS, entre otras experiencias.
El acontecimiento ponía en evidencia el giro ideológico que el movimiento estudiantil venía dando desde principios de la década. El suceso demostraba cuán imbuido estaba el movimiento por la ideología revolucionaria, pues era obvio que los estudiantes seguían el ejemplo de la estrategia adoptada por Mao Tse Tung durante la Revolución china, es decir, su gran marcha161. El organizador de la marcha fue Jaime Arenas Reyes, el famoso líder estudiantil asesinado por el ELN en 1971. Como otros jóvenes de la época, Jaime y los marchistas confiaban en las medidas de presión y esperaban ganar con ellas el respeto tanto de las organizaciones sociales como del aparato político. En efecto, tal como lo recuerda Ítalo Barragán, un testigo presencial, el aprecio que los estudiantes obtuvieron en la caminata a pie fue inmenso:
Ellos llevaban solo panela y pan, pero en los pueblos casi siempre les tenían una comida en los restaurantes, o salían las señoras a ofrecerles alguna cosa de comer; nunca tuvieron problemas por alimentación porque la solidaridad era increíble en los pueblos. Iban sudados, no recuerdo que algún padre de familia los hubiera acompañado, mucha gente se unía a la marcha por unos kilómetros. Lo que pasa es que al llegar al pueblo uno veía de cincuenta a sesenta personas, que eran gentes de las vecindades del pueblo que se unían, entonces los acompañaban a la entrada y a la salida. Cuando los estudiantes pasaban por el pueblo eran cien a doscientas personas que los acompañaban por solidaridad al entrar y al salir del mismo162.
Tanto la huelga de 1962, como la marcha de 1964 formaban parte de un panorama de movilizaciones sociales que se tornaban cada vez más beligerantes y numerosas. La década había comenzado con una huelga general del Magisterio y hacia finales de 1961 once paros y quince protestas se sumaban a la lista. A la huelga estudiantil de 1962 le siguieron diez paros cívicos en 1963, protagonizados principalmente por los transportadores y los trabajadores petroleros. En 1964 a la marcha de los universitarios de la UIS se sumaron el conflicto de la Universidad Libre, y nuevamente el de los transportadores. En los años siguientes el país asistiría a 164 protestas en 1965, 198 en 1966, poco más de 100 en 1967 y 1968, y 212 al finalizar la década. La gran mayoría fueron desarrolladas tanto por el sector laboral como por el estudiantil, y en muchas de ellas los manifestantes pagaron con vidas humanas163. Es entendible entonces que no solo la influencia de las ideologías de izquierda actuaron como causas de la radicalización del movimiento estudiantil, pues el mismo acontecer nacional fue el caldo de cultivo para las acciones rebeldes del estudiantado.
Roberts. Unión y expectativa. Archivo Vanguardia Liberal. 14 de abril de 1971. Bucaramanga
Esta situación, como se dijo en un apartado anterior, obligó al gobierno de Lleras Restrepo a retomar la política represiva del estado de sitio. En 1968 el presidente se vio en la necesidad de negarle legitimidad a la FUN, principal organismo del estudiantado: “hay una entidad que no sé si tenga personería jurídica –dijo Lleras Restrepo en una alocución– […], que se denomina a sí misma Federación Universitaria Nacional, FUN […]. Me siento obligado a decir que no reconozco a los individuos que forman parte de tal entidad, el derecho de dirigirse así al gobierno nacional. Y desde luego, con esa FUN o Federación Universitaria Nacional no mantendrá relaciones el Gobierno”164. Como la situación empeoró, en 1969 Lleras Restrepo ordenó que a los estudiantes que prosiguieran con las manifestaciones se les diera el mismo trato que se les dispensaba a los miembros de los grupos subversivos: “la universidad –declaró en aquella ocasión– no será más un instrumento de subversión; los estudiantes serán tratados de la misma manera que los grupos armados que operan en el país”165.
La década llegaba a su fin en medio de una situación social y política candente. Estos acontecimientos eran el preludio del clímax de rebeldía que viviría el país en 1971 y 1977, antes de que el agotamiento se apoderara del movimiento hacia los años ochenta. A lo largo de la década del setenta, los estudiantes continuaron apoyando las demás luchas de la sociedad civil: campesinos, comerciantes, transportadores y maestros tenían en el estudiantado una fuerza de apoyo constante. En 1971 y 1977 el estudiantado se pondría a la vanguardia de las luchas sociales, y pese a que el fin perseguido –demoler el sistema– jamás fue alcanzado, pudo sacar a flote toda esa fuerza contestataria que habían incubado desde la creación del Frente Nacional en un contexto planetario de transformaciones culturales, revueltas estudiantiles, luchas en contra de las dictaduras militares, arengas antiimperialistas, Guerra Fría y la Revolución cubana.
Roberts. Seguridad y orden. Archivo Vanguardia Liberal. 14 de abril de 1971. Bucaramanga
En 1971 el estudiantado colombiano adelantaría la mayor movilización de su historia. Aunque las protestas iniciaron en el mes de enero en la Universidad del Cauca, solo hasta el 7 de febrero una huelga encabezada por los estudiantes de la Universidad del Valle logró poner en apuros a la fuerza pública del gobierno de Misael Pastrana Borrero. Entre otras cosas, los estudiantes exigían la renuncia del rector, la eliminación de los representantes de la Iglesia y del sector privado en el Consejo Superior Universitario –el principal órgano del gobierno interno– y el rechazo de las condiciones crediticias que imponían los bancos internacionales a las instituciones educativas166. El enfrentamiento entre estudiantes y fuerza pública se dio el 26 de febrero y dejó una cifra aproximada de quince muertos. Pastrana no tuvo otra opción que declarar el estado de sitio en todo el país. El 1 de marzo los estudiantes de la Universidad Nacional se solidarizaron con los de la Universidad del Valle; sus marchas terminaron también en batallas campales. Lo mismo ocurrió en Medellín, Armenia, Nariño y Bucaramanga. Con el retorno de la calma y reabiertas las universidades, los estudiantes decidieron mantenerse en “asamblea permanente” para continuar presionando a las autoridades. Las fuerzas armadas comenzaron entonces un proceso de retoma de las instalaciones universitarias, mientras las autoridades académicas firmaban las expulsiones y suspensiones de algunos estudiantes167.
Roberts. Montando guardia. Archivo Vanguardia Liberal. 22 de abril de 1971. Bucaramanga
Con todo, el elemento que le dio a las movilizaciones de 1971 su particular relevancia fue el Programa Mínimo –un conjunto de prerrogativas gremiales del estudiantado–168. El programa había sido discutido en el Segundo Encuentro Nacional