La sombra del General. Leonardo Killian

Читать онлайн книгу.

La sombra del General - Leonardo Killian


Скачать книгу
ion>

      La sombra del General

      Leonardo Killian

       Colección Imaginerías

      La editorial y sus autores reciben

      mensajes de texto de los lectores

      a través de Whatsapp al

      54 911 25677388

      Leonardo Killian

      La sombra del General

      E-Book

      ISBN 978-987-42-8936-0

      © 2020, Al Fondo a la Derecha Ediciones

      José Cubas 3471 (C1419), Buenos Aires, Argentina.

      www.alfondoaladerecha.com.ar

      © 2020, Leonardo Killian

      Diseño de tapa:

      Andrés F. Negroni

      Imagen de tapa:

      Cesar Cichero

      Diseño de interior:

      Al Fondo a la Derecha Ediciones

      Reservados todos los derechos.

      Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida por ningún medio sin permiso del editor. Hecho el depósito que marca la ley 11.723.

      Contratapa

      La novela de Killian es visual y se puede mirar. Puede, entonces, ser leída como un guion cinematográfico; ciento ocho tomas con una historia en blanco y negro.

      El montaje teje documentales con ficción y una cámara subjetiva que va cambiando de narrador a un ritmo que sigue la música. Una música que navega del jazz a las marchas fascistas, del blues a los cánticos juveniles de los años 70, del beat al gotán melancólico. Esa música suena de fondo. La sombra del General es un relato donde ficción e historia se funden.

      ¿Es que acaso nadie pensó en asesinar a Perón?

      ¿Qué cara, qué origen, qué móviles tendría ese potencial asesino? Un personaje camaleónico, una especie de Zelig, aunque nada simpático, por cierto.

      Una historia en blanco y negro con pocos grises termina siendo una historia negra.

      Un thriller político que el montajista hiló tan caprichosamente como suele ser la historia; la historia de la Argentina real, que en esos años fue tan cruel como heroica. Como la de una novela negra contada desde la derrota.

      ¿Porque quién dijo que la historia de un fracaso no puede ser una buena historia o una buena película?

      La novela de Leonardo Killian es una invitación a tomar asiento en la butaca, esperar a que se apague la luz y se encienda el proyector. En la pantalla aparecerá una sombra pesada, tan oscura como cualquier sombra: la sombra del General.

      AFD

      A la princesita Sahia

      y al guerrero Ulises.

      A Nadia, Violeta y Susy, siempre.

      TOMA 1

      Señor Rector del Colegio Hipólito Vieytes, Prof. Luis De Lucchi

      Señor Vicerrector, Prof. Washington Fernández

      Cuerpo de celadores y preceptores (en especial el bizco Colacina y el pelado Pirri)

      Señores profesores, especialmente la víbora mal parida de la Srta. Magallanes, el roedor inmundo del Dr. Falcón, la ninfómana mal cogida de Susanita Hadad y aquí paro por temor al vómito. Con la honrosa excepción del patriota Profesor José “Pepe” Echeverría.

      Les advierto que la cueva de formadores de cipayos que presiden y donde lavan los cerebros de los jóvenes que tienen la desgracia de poblar sus aulas, será en breve arrasada.

      Están condenados a muerte en nombre de la Patria que nacerá cuando la lacra bolche-liberal-judía sea barrida de nuestro suelo. La vieja Argentina está herida de muerte.

      ¡Viva el Nacionalismo!

      ¡Viva Cristo y abajo los judíos y bolches!

      ¡Muera el sionismo y los idiotas útiles del comunismo!

      ¡Religión o muerte!

      TACUARA

      TOMA 2

      Estuvo más de una semana tratando de conseguir dónde escribirla.

      Al final se decidió por la Underwood de la casa de Silvio.

      Con la excusa de escribir un poemita la sacó de un tirón.

      —No miren che, que es una carta de amor.

      —¿Vos enamorado…? ¿De quién… de Mussolini? —lo cargaban.

      Se bancó las bromas de los pibes y se llevó la hoja que metió en un sobre.

      A la medianoche del viernes en la esquina de Gaona y Cucha Cucha no había ni un alma.

      El colegio era un castillo gótico, triste y vacío. El sobre de correo se deslizó debajo de la puerta como un ladrón.

      Miró hacia los costados y se fue caminando para San Martín con las manos en los bolsillos del gabán y el 38 que le había comprado al Turco.

      Ya en el 105 se sintió otro ¿Qué cara pondrían el lunes esos hijos de puta?

      Repasó cada detalle, cada palabra que usaría cuando, en la reunión del sábado en el local, les contara a los muchachos.

      Se había hecho expulsar para demostrarles a los jefes quién era y de qué madera estaba hecho. Le había roto la nariz al infeliz de Falcón y eso lo convertía en un héroe de la causa nacional.

      Volvió a palpar la Smith & Wesson y la sintió tibia. En el otro bolsillo, la navaja del tío Mario completaba su arsenal de legionario.

      TOMA 3

      —Papá tiene cáncer.

      La vieja seca y directa como siempre, se lo había dicho mientras le servía el café con leche.

      No la miró, pero escuchó que lloraba. Un llanto apagado.

      Siguió con la vista clavada en la medialuna hundida en la taza hasta que la madre salió de la cocina.

      Terminó de desayunar, preparó la valija en silencio y salió para la escuela.

      La gallega le dio un beso y lo acompañó hasta el umbral, desde donde lo seguía con la mirada hasta que doblaba en la esquina.

      Había una melodía de Charlie Parker grabada en vivo con Dizzy Gillespie: “Maníes salados”.

      El humor de Gillespie le hacía gritar después de un solo infernal, donde competían con el Bird a ver quién tocaba más rápido, “Salt peanuts, salt peanuts…” Y seguían con el duelo genial.

      La había escuchado antes de dormirse, en la radio que tenía en la mesa de luz, donde todas las noches lo acompañaba el programa de Merellano y la melodía se le había pegado.

      Algún día tocaría como esos tipos, pero por ahora se consolaba remedando el sonido de los caños con las manos tapándose la boca.

      No dejó de tocarla hasta llegar al Vieytes. Imitaba el sonido de la trompeta y gritaba loco de contento

      —¡Salpinats, salpinats…!

      TOMA 4

      Copió prolijamente en la libreta donde anotaba de todo un poco, horarios, frases, pensamientos. Una especie de diario y ayuda memoria:

      Unamuno, que había estado tomando apuntes, se puso de pie y pronunció un apasionado discurso. “Se ha hablado aquí de guerra internacional en defensa de la civilización cristiana; yo mismo lo hice otras veces. Pero, no, la nuestra es sólo una guerra incivil. Vencer no es convencer, y hay que convencer…”

      Millán Astray, flanqueado por sus legionarios armados con metralletas


Скачать книгу