Mis suspiros llevan tu nombre. C. Martínez Ubero

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Mis suspiros llevan tu nombre - C. Martínez Ubero


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nuestras sonrisas, aún sin querer mirarnos apenas.

      Mi padre me miró y me dijo:

      –Sé que a tu hermano le parece genial, pero, ¿y a ti?

      Hice un gesto con mis hombros, como diciendo me da igual y le contesté:

      –¡Allá ellos! Yo, si me quedo voy a estar todo el día tumbada en la piscina.

      El viejo contestó rápido:

      –¡Entonces ya está! Me quedo mucho más tranquilo sabiendo que Alejandro no tendrá ningún tipo de interrupciones.

      Cruzamos nuestras miradas, solo nos faltó ponernos a saltar, aunque creo que mentalmente lo estábamos haciendo.

      Mi padre se marchó después de comer camino a Córdoba, a mi hermano y a mí nos dejó en la puerta del chalet antes de irse, sin dejar de avisarnos una y otra vez la que nos podía caer si metíamos la pata en algo.

      Nada más entrar, Fran nos recibió; los dos estaban locos de contentos, fueron directos al dormitorio del muchacho, querían dormir en la misma habitación, aunque por los planes que tenían, dormir iban a dormir poco.

      Marisa me llevó hasta el que iba a ser mi dormitorio, yo no podía nada más que pensar en cuál sería la habitación de Alex. Su música seguía sonando sin parar, Marisa se dio cuenta que yo intentaba adivinar de dónde procedía aquella melodía; ella, pensando que me molestaba me dijo:

      –No te preocupes, terminas acostumbrándote.

      –No, si no me molesta, como nunca he estado en esta parte de la casa me preguntaba en qué habitación tocaba Alejandro, para no interrumpir.

      –Bueno, seguro que en cuanto te acerques a ella lo notarás, pero es la del fondo. Intenta no molestarlo, nadie entra en ella durante sus ensayos.

      Asentí con la cabeza, y con mi pequeño bolso de viaje aún entre mis manos, la sonreí, esperando que creyese en mi carita de niña buena y saliese del cuarto confiando que no iba a molestar a nadie. Pero ella no había terminado de llegar a la escalera cuando yo ya estaba en la puerta de Alex, directamente entré sin llamar; me quedé inmóvil al verlo tocar, la pieza me era conocida, aunque que nadie me preguntara su nombre, porque no iba a saber contestarle. ¡¿Qué queréis?! Yo estudiaba medicina, había pasado muy por encima lo de la música, a mí me aprobaban en el colegio por llevar la flauta, poco más.

      Era increíble escucharlo, él estaba totalmente concentrado, era la primera vez que le veía tocar, ahora comprendía lo de sus horas de gimnasio, era una fuerza brutal la que utilizaba, todo su cuerpo era armonía, me quedé alucinada, la música resonaba dentro de esa habitación de una manera sorprendente, me envolvía por completo y por primera vez su música me llegó al corazón, tanto como él ya lo estaba.

      Cuando acabó la pieza aplaudí intensamente llevada por la emoción.

      Él se volvió al escucharme, me miró. Pensé que le había sentado mal que entrara y lo interrumpiera, entonces le pregunté con verdadera cara de angustia:

      –¿Te molesto?, ¿me marcho?

      Sonrió y me ofreció su mano. Yo corrí a su encuentro emocionada, me senté en su regazo, abrazándolo con fuerza, y seguidamente terminé de derretirme al escucharle decirme:

      –¡Hola preciosa, me encanta que hayas venido!

      No hizo falta nada más que mirarnos para encendernos el uno al otro. Nos besamos con ternura durante un momento, enseguida quise disculparme de nuevo por mi entrometimiento:

      –¡No te enfades conmigo, ya me voy, prometo no molestarte más en tus sesiones! Pero tenía muchas ganas de verte tocar, llevo escuchándote desde que tenía diez años y no lo había hecho nunca.

      –No me he enfadado, solo me he quedado inmóvil al verte, porque me parece que eres lo más bonito que he visto nunca. –Me besó de nuevo–. ¿Sabes? Pienso que tenemos que aprovechar hasta el último instante que tenemos para estar juntos, no quiero desperdiciar ni un segundo más aquí sentado en vez de estar contigo.

      Me dio un sabroso beso. Yo, sin poder parar de sonreír, le contesté:

      –¡Sí claro, para que tu abuelo me mate en cuanto se entere que por mi culpa te has estado distrayendo!

      –¡Pues que nos mate juntos, así no nos podremos volver a separar!

      Sonreí, me volví hacia su piano e intenté hacerlo sonar tocando algunas teclas.

      –¿Me vas a enseñar alguna vez a tocar? Tiene que ser muy bonito saber hacerlo.

      Él cogió mis manos acariciándolas, su voz sonó tan cerca de mi oído que tuve que cerrar los ojos al sentir cómo succionaba el lóbulo de mi oreja con su boca.

      –¿De verdad quieres perder el tiempo en esto?

      Con mis ojos aún cerrados mientras sentía sus labios paseándose por mi cuello, le pregunté:

      –¿Y has pensado qué otra cosa quieres hacer?

      Sin dejar de besarme, volvió a subir sus labios hasta mi oído y me musitó con esa maravillosa voz que me volvía loca:

      –Quiero hacerte el amor.

      El corazón me dio un vuelco, así en frío y recién llegada no me esperaba esa petición, abrí los ojos y lo miré.

      –¡Alex!

      Retiró el pelo de mi cara y me dijo:

      –Pelirroja, te juro que no me lo puedo quitar de la cabeza, no pienso en otra cosa, ni siquiera puedo concentrarme en la música, todos estos días juntos y tú no has querido, siempre había algo que te parecía mal. ¡Pues bien, si no es por mí, ahora tenemos la oportunidad y una buena cama a nuestra disposición, nadie nos molestará!

      Agaché la cabeza un poco avergonzada por su petición.

      –Es que…

      Buscó mi boca y me besó.

      –Es que nada, sé sincera ¿quieres o no?

      –Alex claro que quiero estar contigo y sabes de sobra que tú no eres la razón de que me lo haya pensado tanto, pero esperaba un momento romántico, algo más especial para nuestra primera vez.

      Acarició mi cara y me dijo:

      –Es por aquella mala experiencia que me contaste, ¿verdad?

      Asentí al escucharlo e intenté explicarle, muy por encima, el porqué de mi comportamiento.

      –Fui una boba, me lo habían magnificado tanto que en la primera ocasión que surgió lo hice, sin pensar dónde ni con quién. Fue algo muy decepcionante y me sentí muy mal durante mucho tiempo por haber sido una inconsciente, además elegí al peor de los candidatos, le faltó publicarlo en los periódicos. Me da un poco de miedo pensar que algo parecido pueda volver a pasar.

      –Sabes que conmigo no será así, yo deseo de verdad que compartamos esos momentos juntos.

      Acaricié su cara y apoyé mi frente en la suya.

      –Lo sé, ahora estoy segura que contigo todo será diferente, tan solo el hecho de estar juntos ya será maravilloso.

      –¡Bueno, pues entonces no se hable más, prepárate para esta noche, porque voy a hacer que sea tan especial como tú lo deseas! Te lo prometo preciosa.

      Sonreí y le di un beso.

      –Gracias por comprenderme y ahora te dejo seguir practicando, de verdad quiero estar guapísima para ti. –Intenté levantarme, pero él me atrajo a su cuerpo de nuevo.

      –Es imposible que te pongas más guapa de lo que ya estás.

      Nos besamos durante un buen rato, pero me di cuenta que lo estaba entreteniendo más de lo debido, si el viejo se llegaba a enterar me iba a faltar campo para correr. Me levanté después de regañarle entre bromas para que me dejara y siguiese con sus ensayos,


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