Triatlón con salud. Arturo Guede Seara

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Triatlón con salud - Arturo Guede Seara


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      Arturo Guede Seara con su padre, Arturo Guede Santalices, en la línea de llegada del Ironman de Lanzarote en 2014.

       Agradecimientos

      Hace ya tiempo, la incertidumbre propia del joven de 18 años, que tiene caminos y elecciones que tomar para determinar lo que será en la edad adulta, me llevó a realizar uno de esos juegos inocentes que consiste en escribir las cosas que te gustaría hacer o conseguir a lo largo de esto que llaman vida. Esa lista, que creo ha determinado mis decisiones y prioridades de forma inconsciente desde aquel día, abarcaba desde ser voluntario en un país sub-desarrollado hasta plantar un árbol. Muchos de estos sueños se cumplieron, otros se modificaron —al igual que mi forma de pensar—, y algunos, como escribir un libro, permanecían en esa lista con la esperanza de ser tachados algún día. Pues bien, ese día ha llegado.

      Tendría que dar las gracias a muchas personas que me han motivado directa o indirectamente a escribir este libro, pero me limitaré solo a mencionar a unos cuantos y haceros así partícipes de este reto profesional.

      En primer lugar, a mi familia. Somos cuatro pilares, y si uno falla, nuestro equilibrio desaparece. Vuestro apoyo en cada una de las aventuras que inicio es esencial.

      A Raquel, por haber sido una de las mujeres más importante que ha pasado por mi vida. Estás presente en este libro, sin saberlo, por meterme el gusanillo de este deporte y porque contigo empecé a comer de una forma más sana. Fue el detonante de mi preocupación por la nutrición.

      A Niki, porque después de mi retiro por el sudeste asiático fuiste mi primer contacto con el yoga y su filosofía. Ahora eres un buen amigo con quien debatir inquietudes.

      Gracias, Laura, «mi canaria», por tu aportación y por tan buenos momentos.

      A Sara y Lucía, por estar ese día tan especial en Lanzarote. Fuisteis el broche a una experiencia inolvidable.

      A todos los integrantes o antiguos integrantes del Triatlón Universitario de Madrid por compartir este deporte, vuestros dolores y preocupaciones conmigo. En especial a Gonzalo, Toño, Ekhiotz, Celada, Torreño, Alex, Solares y Chui.

      A mis compañeros y amigos de osteopatía por nuestras dudas e intereses en común y, sobre todo, por tan buenos momentos.

      Para acabar tengo que agradecer a mi cuerpo el haberme dado guerra en su día. Las molestias y dolores que provocaste en su momento fueron el estímulo para estudiar el cuerpo humano e intentar dar explicación a síntomas muy comunes en la gente y, en concreto, en los deportistas.

       Prólogo

      Superar tus límites ¿Cuántas veces hemos escuchado estas tres palabras? Estamos en un momento en que se fomentan mucho las pruebas extremas; vivimos cada vez más familiarizados y habituados a ultratrails y ultramaratones, gente que se va a recorrer cientos y cientos de kilómetros en pruebas muy curiosas. El concepto «reto» está de moda, entendido sobre todo con la finalidad finisher. ¿Quién no conoce a alguien que tenga en mente hacer en algún momento un Ironman? Tampoco hay que olvidar el mérito que tiene hacer menos pero más rápido. Y es cierto, es casi imposible hacer un cinco mil, como lo hace Mario Mola, por debajo de los 15 minutos, rozando el sub-14.

      Lo que está claro es que todo requiere un esfuerzo. La superación, para los mortales, los que no somos profesionales o atletas de élite, no es solo que consigamos bajar nuestra mejor marca personal o que logremos, por ejemplo, hacer un Ironman. La superación es el día a día, la combinación de muchos factores para poder conseguir disfrutar de esa actividad que tanto nos gusta. Hay que robarle tiempo al tiempo, no olvidar nuestras obligaciones y condimentarlo todo con mucha ilusión y sacrificio.

      A este «batido» hay que sumar las lesiones, que siempre parece que están al acecho. La prevención es fundamental, y hay que saber combinar los entrenamientos más comunes con aquellos que nos ayudan a mantenerlas alejadas. Hay que ponerse en manos de un buen profesional, que se convierta en nuestra «persona de confianza», no en un entrenador más. Un buen fisioterapeuta y un buen médico deportivo son claves para conseguir una carrera deportiva sin lesiones.

      Entrenar y competir es adictivo. Luchar por lograr bajar los tiempos o completar determinadas distancias nos hace sentir superiores. El deporte te insta a ser metódico, disciplinado y exigente. Hay que entrenar el cuerpo y la mente, pero siempre hay que hacerlo disfrutando. No se nos puede olvidar que lo mejor es «pasarlo bien». Por eso, no ocurre nada si nos tomamos una buena paella, un buen vino, una buena carne o algunos postres deliciosos. Hay que ser exigente cuando toca y dejar siempre una parcela para saborear la vida.

      La vida es intensa, y la deportiva resulta maravillosa. Solo hay que saber elegir el camino correcto, aunque no sea siempre el más recto. Disfrutemos de ese camino.

       Antonio Rossi, periodista y triatleta

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       Mi historia y qué me llevó a escribir este libro

      Desde temprana edad empecé a jugar al baloncesto y lo que al principio era una actividad extraescolar se convirtió en una pasión a la que dedicaba muchas horas del día. A lo largo de esos años de insistente dedicación sufrí innumerables lesiones musculares de los miembros inferiores e incapacitantes dolores de espalda a nivel lumbar. Por otro lado, y sin parecer que tuviese relación, sufría ardor, molestias gastrointestinales, gingivitis, aftas bucales, manchas en la piel, alergia al polen, a la fruta y a los frutos secos… A esto último no le daba excesiva importancia por considerarlos males menores para mi práctica deportiva, aunque no tan menores para mi día a día. Acudí a diferentes sitios, a muchos de ellos sin saber si mis quejas eran competencia suya, y nadie me facilitó una explicación clara de por qué me sucedía eso. Mucho menos me aportaban la clave para solucionarlo y prevenir futuras recaídas.

      Sin duda, ver lo desnudo que estaba ante este tipo de problemas por la poca eficacia de los profesionales a los que acudí fue el detonante de mi pasión por la salud. Pensaba que este tipo de dolencias tendrían una respuesta y habría otra forma de atacarlas y ponerles fin. A día de hoy afirmo con rotundidad que sí, que esto es posible.

      Cuando tenía 14 años, un médico me dijo que abandonase el deporte y me limitase a caminar el resto de mi vida, debido a la aparición de una hernia muscular en el hueco poplíteo que me mantuvo muchos meses con dolores intensos cada vez que intentaba realizar cualquier actividad física. Doy gracias de no haber hecho caso por aquel entonces, de haber buscado sin cesar a un profesional a la altura de lo que mi cuerpo requería y, sobre todo, de haber empezado a estudiar la anatomía humana para entender cómo funciona. Por ello, llevo tatuado en el gemelo izquierdo el símbolo del reto deportivo más exigente que me he planteado nunca: un triatlón de distancia Ironman.

      Años después y recién llegado a Madrid con la carrera de fisioterapia bajo el brazo, decidí hacer cursos en diferentes ámbitos con el afán de saciar la necesidad de tener respuesta al mayor número de preguntas que pacientes y deportistas pudieran plantear. En este transcurso de tiempo, y por diferentes motivos, decidí dejar el baloncesto.

      Fue una liberación en aquel momento, pero alguien que ha practicado deporte toda la vida siente la necesidad de seguir activo. Como siempre me había llamado la atención el triatlón por su exigencia y por parecerme el deporte más completo, decidí probar. En mi tierra, Galicia, es muy popular, y en mi pueblo, concretamente, se celebra una prueba del campeonato gallego por la que han pasado ilustres de este deporte, como Iván Raña y Gómez Noya cuando estaban en categorías inferiores.

      Accedí a un equipo en Madrid en el que empecé a conocer todos los entresijos de este deporte. Saborear el nuevo reto de finalizar un triatlón, realizar actividad física al aire


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