Actividades físicas y deportes adaptados para personas con discapacidad. David Sanz Rivas
Читать онлайн книгу.de su espíritu y filosofía.
• La difusión de los principios fundamentales del deporte y del olimpismo como instrumento de paz y de solidaridad entre los seres humanos.
• La preservación de la ética deportiva, singularmente mediante la lucha contra el dopaje, de acuerdo con las normas del Código Antidopaje del movimiento paralímpico y el fomento de los valores de cooperación y justicia, obrando contra toda forma de discriminación en el deporte.
• El fomento de una práctica deportiva fundada en una consideración responsable del medio ambiente y de los recursos naturales.
• El fomento del voluntariado deportivo y otras fórmulas de cooperación altruista.
Son cinco las Federaciones al amparo del CPE: la Federación Española de Deportes de Personas con Discapacidad Física (FEDDF), la Federación Española de Deportes para Paralíticos Cerebrales (FEDPC), la Federación Española de Deportes para Ciegos (FEDC), la Federación Española de Deportes para Discapacitados Intelectuales (FEDDI) y la Federación Española de Deportes para Sordos (FEDS) (figura 2.9). Por otra parte, junto a estas federaciones existe la delegación nacional de Special Olympics Internacional. El CPE está compuesto por una Asamblea General, un Comité Ejec de Special Olympics Internacional. El CPE está compuesto por una Asamblea General, un Comité Ejecutivo y sendas Comisiones de Garantía y otra Permanente. En la Asamblea General cuenta con la participación, además de las distintas federaciones de deportes para personas con discapacidad, del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, del Ministerio de Asuntos Exteriores, del Consejo Superior de Deportes, del Comité Olímpico Español, de la Fundación ONCE y de la Asociación Española de Periodistas e Informadores Deportivos.
Figura 2.9. Estructura nacional del deporte adaptado.
Como hemos podido comprobar, la organización a nivel internacional y nacional del deporte adaptado acoge a organizaciones en función de la discapacidad de los deportistas, y no tanto por modalidades deportivas. Sin embargo, a nivel de campeonatos mundiales existen organismos propios como, por ejemplo, para baloncesto en silla de ruedas (International Wheelchair Basketball Federation), Rugby en silla de ruedas (International Wheelchair Rugby Federation), voleibol adaptado (World Organization Volleyball for the Disabled) o la de vela para discapacitados (International Foundation for Disabled Sailing), que están organizadas en función de la modalidad deportiva en cuestión, estando algunas de ellas amparadas por la Federación Internacional correspondiente de deportes practicados por personas sin discapacidad.
En el caso concreto de España encontramos, por un lado, comunidades autónomas como la Valenciana que tienen un modelo mediante el cual, bajo una misma organización (la Federació d´Esports Adaptats [FESA]), se organiza todo el deporte adaptado de esa comunidad autónoma (Jiménez, 2003). En cambio, el otro modelo, como el de Extremadura, es más similar al nacional, disponiendo tanto de una federación específica de deportes para personas con discapacidad física (Federación Extremeña de Deportes para Minusválidos Físicos [FExDMF]) como una para paralíticos cerebrales (Federación Extremeña de Deportes para Paralíticos Cerebrales [FExDPC]), entre otras. Ante esta organización del deporte adaptado a nivel nacional, sin ir más lejos, podemos poner como ejemplo la organización de los campeonatos nacionales de un deporte como el atletismo que se diferencia en tres campeonatos diferentes: uno para discapacitados intelectuales, otro para ciegos y otro para personas con discapacidad física y paralíticos cerebrales (Segarra, 2003) lo cual ha llevado a la participación conjunta, desde 2008, de los tres últimos colectivos en una misma edición. Por ello, en aras de incrementar la operatividad en su organización, tal vez podría valorarse la posibilidad de organizar un campeonato donde se acoja a las distintas discapacidades o tal vez incluir competiciones para deportistas con discapacidades en los campeonatos nacionales para atletas sin esta discapacidad, proceso que se ha iniciado ya para deportes como el zumo, la hípica o el ciclismo. Y es aquí donde entra en discusión el tema de las clasificaciones deportivas, el cual abordaremos en el último epígrafe de este capítulo.
Por ello, queremos finalizar apuntando lo siguiente, ¿qué ocurriría si fueran las Federaciones Deportivas las que tuvieran la sección correspondiente de ese deporte adaptado a personas con discapacidad? Esto ya ocurre a nivel internacional en algunos deportes como el tenis en silla de ruedas, cuya integración en la International Tennis Federation (ITF) ha permitido el establecimiento de una estructura que ha contribuido enormemente al desarrollo y establecimiento de un circuito profesional internacional de tenis en silla de ruedas. De igual forma, a nivel nacional señalamos el caso del tenis en silla de ruedas, que está regulado de forma simultánea por la FEDDF y la Real Federación Española de Tenis (RFET), lo que amplía las posibilidades de promoción y desarrollo de esta modalidad deportiva.
Según Craven (2003), las motivaciones que llevan a establecer colaboraciones entre ambas Federaciones (a nivel internacional y/o nacional) obedece a motivos tan diversos como pudiera ser el anhelo de prestigio (a veces político) de la Federaciones Deportivas por tener a su amparo a los deportistas con discapacidad, aunque existen otros motivos como el de colaboración, reciprocidad, apoyo, asociación y mejora del deporte en cuestión.
La discusión está servida en un panorama en el que uno de los principales deseos del Movimiento Paralímpico es su inclusión en el movimiento de deportes para deportistas sin discapacidad, donde la atención de los medios de comunicación al deporte adaptado dista mucho de lo que desearíamos los que estamos involucrados en este ámbito y donde los recursos económicos suelen tener, en muchísimas ocasiones, la última palabra a la hora de avanzar en el desarrollo del deporte adaptado. Además, la formación en habilidades profesionales de aquellas personas que trabajan en este ámbito es uno de los objetivos que nos planteamos con esta obra, de manera que puedan contribuir en un futuro al fomento, de sarrollo y evolución del deporte adaptado, así como de las actividades físicas adaptadas en cualquiera de sus ámbitos de aplicación.
BASES ACERCA DE LAS CLASIFICACIONES DEPORTIVAS
Cuando hablamos de clasificaciones deportivas, es inevitable referirnos a su vez al término de mínima discapacidad, en tanto en cuanto es el punto de partida de cualquier clasificación deportiva, si bien dicho término se ha encontrado frecuentemente en tela de juicio por todas las personas relacionas con el deporte adaptado (Biering-Sorensen, 1993). Para poder competir a nivel internacional y nacional, todos los participantes deben tener una mínima discapacidad definida por las diferentes organizaciones. Esta definición difiere de acuerdo con las discapacidades y los diferentes deportes. La aceptación general es que una persona puede participar en los deportes adaptados cuando sufre una desventaja, por causa de su discapacidad, que le impide participar en el deporte normalizado.
Así, la clasificación de deportistas con alguna discapacidad para la competición ha sido un tema de gran controversia en el contexto del deporte adaptado (DePauw y Gavron, 2005; Paciorek, 2005). Por un lado, el propósito de la clasificación parece ser permitir a cada competidor, independientemente de la gravedad de la discapacidad, el competir de forma justa con el resto de deportistas con una habilidad/discapacidad similar (Richter, Adams-Mushett, Ferrara y McCann, 1992). Esta concepción estaría más cercana a un proceso de clasificación médica. Así pues, se debe detectar una discapacidad mínima para que el sujeto sea apto para la práctica deportiva en una modalidad adaptada, no estando relacionado con la funcionalidad del deportista (Davis y Ferrara, 1996). Esta especie de valoración proporciona un punto de partida equitativo basado en parámetros médicos, por lo que el éxito o el fracaso en la competición dependerían de la habilidad o nivel de entrenamiento de los deportistas.
Por otro lado, el proceso de clasificación también debe centrarse en la habilidad funcional del deportista aplicada a ese deporte en cuestión, de manera que el rendimiento se base en la habilidad, no en la discapacidad, es decir, en la ejecución de las habilidades específicas para ese deporte (Davis y Ferrara, 1996). Nos encontramos entonces ante un proceso de clasificación funcional, que combina información médica con información